El mundo ha de saberlo.

“Un mundo verde, luego otro amarillo y arenoso, uno lavanda, otro de piedra, ahora de cristal. Todos le parecieron bellos.”

Queridas viajeras, queridos viajeros… llegamos al final de nuestra lectura compartida en diciembre. Y, no lo sé a ciencia cierta, pero creo que estaremos de acuerdo en lo trepidante que ha resultado la historia de Bineka… y sé (intuyo) que nos ha dejado con un sabor agridulce, puesto que la joven muchacha de ojos selváticos, la compasiva, la sabia, la hermosa Bineka… ha muerto. La han asesinado, consiguieron callarla. Pero, ¿también se apagará su voz como sucede cuando cerramos (o apagamos) un libro)?

En esta última parte las tramas personales se enredan, como en toda la historia, con la trama medioambiental, con la ética, con la conservacionista. Con la corrupción de las grandes empresas dirigidas por seres humanos que han perdido casi toda la humanidad.

Para este último comentario, me gustaría que escribieseis cuál ha sido el episodio que más os ha impresionado. Deduzco que el asesinato de Bineka os habrá llenado de impotencia, pero qué maravilloso fue su discurso y su puesta en escena. Desnuda, maquillada según la cultura de su aldea para una gran ocasión como era la de hablar ante las Naciones Unidas. Hablando con el corazón repleto de bruma verde. Magnífica. Y, tal vez, con anterioridad, en la selva, cuando Takuro y su clan matan a Maxime, aplicando la ley de la selva… ¿?

Ha sido una lectura atípica en un club de literatura de viajes, porque es una novela de aventuras, un thriller, una novela de amor (a uno mismo, al otro, a la Tierra…), pero sí que han estado presentes, de alguna manera, los viajes. Hemos viajado a Canterbury, a Londres, atravesando mares y continentes. Hemos viajado por África. Hemos ido a Nueva York. A Galicia. A Madrid… Y los personajes han viajado hacia sí mismos, cambiando, transformándose: Lola, Collin, la propia Bineka. Todos han realizado un viaje interior, de alguna manera, de crecimiento personal. En algunos casos, los ha desubicado, pero en casi todos… les ha mostrado su sitio. Su hogar.

También me gustaría mucho que compartieseis vuestra opinión sobre esta última lectura de 2022. ¿Creéis que ha encajado en Ítaca?

La última parte, en la que Gonzalo Giner nos cuenta el porqué esta novela se le quedó prendida del alma (estaba con otra historia y tuvo que abandonarla) creo que es muy reveladora. Nos aclara, además, algunos aspectos importantes del contexto de la República Democrática del Congo: sus riquezas naturales, su historia, los peligros a los que se enfrentan en esta parte del mundo. Que, pese a enfermedades, conflictos terribles, expolios, corruptelas, etc., es una parte muy hermosa del mundo.  Casi tanto como los ojos de Bineja y la mirada de Furaha.

Para cerrar este año de viajes lectores y, si os apetece, ¿compartís una palabra que defina La bruma verde de Gonzalo Giner?

Gracias por vuestra compañía, lectoras, lectores. Os deseo todo lo mejor para 2023. Y muchas y buenas lecturas.

(Fotografía: De Ad Meskens - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0).