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3 INESPERADAS. ANTOLOGÍA

 
3 INESPERADAS. ANTOLOGÍA
 
Buen lunes, día 18 de diciembre, ATRAPAVERSOS:
Comenzamos el tercer tramo de lectura que va desde el poema de la página 79 de Ernestina Champourcín hasta el poema de Alfonsina Storni de la p. 95.
 
Hoy me voy a detener sobre una posible “lectura” del poema ilustrado de Alejandra Acosta, con la finalidad de que podáis sacarle más el jugo en el caso de que lo hayáis visto un poco por encima. Allá vamos.
Las ilustraciones están enmarcadas por una doble página al inicio en el que hay una mujer desnuda que camina hacia la derecha y al final de las imágenes nos encontramos esa misma ilustración, pero en la que la mujer camina hacia la izquierda. Podríamos decir que son las guardas de un libro (dentro del libro, en su centro), el de las ilustraciones que contienen. Que, por cierto, una de ellas sirve como imagen de la cubierta del libro general.
Con un simple hojeo se ve que en las ilustraciones hay una elección de colores muy marcado: rojo, negro y blanco, con algunos fondos en rosa claro. Estos tres colores tienen un origen tan antiguo como la humanidad, pues son los que se pueden conseguir en la naturaleza: negro del carbón, blanco del yeso (y similares) y rojo del ocre. Tanto es así que son los colores de las pinturas rupestres. Además, en la mitología primitiva representan las tres edades: albedo, blanco, el color de la infancia, la inocencia; rugedo, rojo, el color de la plenitud, la madurez; y nigredo, negro, el color de la profundidad, la sabiduría y la muerte. Estos mismos colores eran los tres aspectos de la Diosa, según nos cuenta Robert Graves en su célebre libro La Diosa Blanca. Pienso, por tanto, que la elección de los colores de Acosta no es casual, representan toda la potencia de la condición femenina.
Ahora pasemos a la historia que cuenta. Una mujer parece seguir un rastro, escuchar algo que le hace ir hacia un lugar donde yace un pájaro negro que tiene al lado un huevo también de ese color. La mujer lo coge, y a toda prisa —suponemos que para salvarlo— lo lleva hasta el fuego y tras ello se recuesta con él, lo vela o bien podríamos decir lo “incuba”. Después vemos que, en efecto, de él surge un pájaro negro que sale volando a unirse con una bandada de iguales. Esto produce en la mujer el efecto de que, como vemos en la última imagen, pueda unirse a ellos y también vuele.
La interpretación que extraigo de esta sucesión de imágenes es que de modo general, históricamente, la mujer, inmersa en un medio nada propicio (llámese sociedad) -un ambiente poco acogedor para la creación femenina- ha encontrado en su soledad la inspiración para una manifestación poética original, un hecho que se encuentra expresado en el vuelo imaginario final.
El pájaro es grande y negro, nada “bello” convencionalmente hablando, poderoso. Ocurre que los córvidos, cornejas, cuervos y demás, han venido significando al bardo, al cantor de la tribu. Así pues, la elección del pájaro también nos dice cosas. En resumen, creo que la ilustración apoya y complementa visualmente el espíritu de esta antología, que pone en valor la voz de las mujeres en muchos casos silenciadas o poco conocidas.
Y como colofón de estos comentarios, voy a poneros un poema que para mí expresa de manera muy bella todo lo que hemos hablado, con su potente frase “condenada tantas veces a ser cuervo”, pues creo que viene muy a propósito. Se titula Poeta de oficio, de la poeta nicaragüense Claribel Alegría (de la que leímos en el Club un libro suyo el año pasado), y dice así:
 
Yo,
poeta de oficio,
condenada tantas veces
a ser cuervo
jamás me cambiaría
por la Venus de Milo:
mientras reina en el Louvre
y se muere de tedio
y junta polvo
yo descubro el sol
todos los días
y entre valles
volcanes
y despojos de guerra
avizoro la tierra prometida.
 
Termina la lectura de esta semana con el poema ¿Qué diría? de Alfonsina Storni (p. 95), un  tema que viene a abundar sobre lo que acabamos de comentar de las ilustraciones. En él la poeta escenifica la libertad de ser quien se quiera, para volver hacia atrás en el tiempo y ser algo así como Safo, a juzgar por las referencias al pelo griego, violetas y cintillo de flores. En realidad, la poeta se pregunta qué pasaría si expresara su arte a voz en grito, públicamente, sin cortapisas. Y las respuestas finales indican que ese anhelo se vería coartado en cierto modo por el escándalo que supondría “¿Rogarían en coro, escuchando la misa?” y las represalias que tendría por ello “¿Me quemarían como quemaron hechiceras?”. En suma, las fuerzas reaccionarias de la opinión pública, las creencias religiosas… todo lo que ha impedido el florecer creativo femenino. Dice Storni que pensarlo le da un poco de risa, pero…
 
Prefiero que nos quedemos con el vuelo fabuloso y carnal “a lo cuervo”, libre y poderoso de la mujer de Acosta. Y que ese vuelo nos acompañe a hombres y mujeres, porque es creativo y alegre.
 
¡Feliz Semana! ¡Feliz Paz y Poesía!
 
Estrella Ortiz