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2ª parte. Hasta el capítulo 9

Libro que estamos comentando: 
Imán
A Viance, tras su enfrentamiento con el comandante Ansuago durante su última guardia de centinela, le castigan a hacer todos los recorridos nocturnos que cada grupo de los integrantes de los relevos de la guardia realizan durante toda la noche. Se busca la ruina, le dicen. Todo esto le supone hacer al menos cuatro veces el recorrido completo del diámetro de la posición y, por lo tanto, no poder dormir durante toda la noche.
 
Antes, le ha contado a su amigo, el sargento (y narrador principal de la novela) su infancia en un pequeño pueblo aragonés y las penalidades que sufrió él y su familia, víctimas de un sistema cruel e injusto con los labradores que trabajaban las tierras de otro en míseras condiciones.
 
El Viance soldado en África es una persona desgastada, una piltrafa humana que sobrevive entre ramalazos de lucidez, temor a la disciplina militar y la obsesión e volverse a encontrar con el teniente Diaz Ureña. El narrador, un alter ego del propio Sender, también periodista, manifiesta su fraternidad con Viance y cualquiera como él: "Aquí la desgracia se viste de uniforme y la tristeza tiene una frialdad enloquecedora. Media hora después, a la otra vuelta, encuentro a Viance ya de pie entre los cadáveres, recostado contra el cerco¨.
 
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Maqueta de la posición de Igueriben, con las alambradas, el parapeto, la artillería, las ametralladoras, las tiendas y las construcciones, similares a las que se describen en la novela en referencia a R. 
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La vida en la posición de R. ("Una posición no es un campamento, hay menos servicio y no se sale fuera de la alambrada") se sucede monótona dentro del estado de permanente alerta que el acoso de los rebeldes rifeños someten a las tropas reunidas allí, una posición ficticia ubicada en un puesto avanzado, más allá de la principal y más reforzada Annual. Las dificultades para proveerse de agua y las malas noticias que llegan de los escuadrones que realizan tareas fuera de R. llevan a hacer correr rumores ("Entre los mosquitos, las ratas y los rumores, no hay manera de dormir en el cuerpo de guardia") sobre las dificultades para mantener la posición, a pesar de la calma y tranquilidad que intentan trasmitir los oficiales.
 
En el inicio del capítulo 5, Sender cambia el ritmo y el plano narrativo. Es Viance el que le cuenta a su amigo el sargento, dos años después, su llegada a R. con  compañias de su Regimiento, el 42 de Ceriñola, para dar el relevo a los soldados que se encontraban allí y que debían volver a Annual, visible en la lejanía pero casi imposible de llegar por el acoso de los moros.
 
El capítulo 5 se dedica a contar con un estilo vivaz y con una precisión casi fotográfica los detalles espeluznantes de la salida de las compañías que habían sido relevadas. Supongo que, a pesar de las dificultades que ya habían tenido las columnas que acababan de entrar en R. y de la presencia de moros agazapados en el terreno, esperando desde las alturas que los soldados españoles regresasen a sus posiciones de retaguardia, era imposible permanecer en un puesto con las provisiones de agua y comida justas para aguantar hasta que llegase los víveres en los convoyes que se enviaban con mucha dificultad. 
 
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“Nuestro regimiento, el  42, estaba siempre en todos los fregaos, y los moros decían: <<Serionolos estar como chacales>>. Los chacales no éramos nosotros ni ellos, sino los cristianos de la Comandancia general”.
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Se utiliza en estas operaciones una palabra con un significado exclusivo en el ámbito militar. "Han copado la protección de la carretera" o "Han copado a las dos compañías del 98" significa que han hecho prisioneros o han acabado por sorpresa a una fuerza militar enemiga. Eso es lo que ven desde su posición los soldados que se acaban de hacer cargo de R. Poco pueden hacer para salvar a sus compatriotas de una muerte casi segura ante un número cada vez mayor de enemigos que se aprovechan de la improvisación en los planes de ocupación de la región entre Melilla y la bahía de Alhucemas.
 
La certeza del desastre añade más dificultades a la moral de las tropas, ya de suyo hundida por las penosas condiciones de vida en la posición, con el enemigo hostigando sin tregua, con rumores, suciedad, enfermedades, parásitos, malas condiciones sanitarias y falta de agua. No ayuda nada la poca confianza que tienen los soldados de tropa en sus superiores y con una intendencia corrupta y negligente que no mostraba demasiado interés en los soldados rasos. Todo eso convirtió la vida en primera línea del frente en una auténtica odisea y así lo cuenta repetidamente Sender, quien conoció de primera mano la vida del soldado español en África. Llegó a Marruecos para cumplir el servicio militar en 1923, dos años después de la catástrofe de Annual. Fue recogiendo testimonios directos, así como documentación sobre lo ocurrido, y a partir de unos cuadernos de notas, como cuenta en su prólogo original, confeccionó su primera novela.
 
"Tres días de sed abrumadora, sin razonamientos, sin engaños. No hay agua, y lo declaran sencilla y tontamente, como las sentencias de muerte", continúa narrando Viance, al que vamos a seguir en estos capítulos en una alucinada huida hasta la lejana seguridad de Melilla. "Hace diez o doce días que estamos sitiados y han aniquilado los moros un convoy de Annual, que solo pudo andar un poco más de medio camino".
 
Los orines mezclados con azúcar están presentes en las siguientes páginas, en las que se cuenta la defensa de la posición ante el empuje sin pausa de los rebeldes indígenas. El fragor de las explosiones, los heridos y los muertos, cubren de desesperanza a los pocos que van resistiendo. Rendirse no entra dentro de las posibilidades. Todos recuerdan en final del aviador que fue capturado unos días antes y cómo su cuerpo, despedazado, fue paseado por los aduares para regocijo de sus habitantes.
 
El final de R. y de sus soldados que la defienden, está marcado por los últimos proyectiles que se disparen desde allí. Al oír el último, los cañones de Annual tienen órdenes de barrer la posición y dejar en manos rebeldes la menor cantidad de material militar posible. A través de la neblina, de las voces y de las explosiones que destrozan tiendas y parapetos, Viance huye, corre sin armas y baja la colina, impulsado por una fuerza sobrenatural, la que no tuvieron muchos de los que reservaron la última bala para evitar caer en manos de sus enemigos. 
El Desastre de Annual (Guerra del Rif, 1921)