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1ª parte. Hasta el el capítulo 4.

Libro que estamos comentando: 
Imán

Siempre tengo dudas sobre el momento adecuado para leer e prólogo de una novela. La definición tampoco me aclara mucho:
"El prólogo es un texto que antecede a una obra escrita y le ofrece al lector dos elementos: una introducción y primer acercamiento al contenido de la obra, y una presentación de su autor."
https://www.ejemplos.co/prologo/#ixzz86NVNBmNG

En el caso de Imán los dos prólogos cumplen funciones distintas y contradictorias. En el  primero, redactado con la primera edición de 1930, Sender es manifiestamente injusto con su primera novela, ni son anotaciones recogidas a vuela pluma durante su servicio militar en el norte de Africa ni se reproducen  desordenadas tal como fueron redactas.

La introducción de 1976 sirve más de estudio que de prólogo y leerlo antes que el mismo texto ayuda poco a su función aclaratoria. Yo he preferido alternar la lectura de la novela con frecuentes consultas a la introducción de Marcelino C. Peñuelas. Me servía para ahondar en la complejidad del texto y del pensamiento de Sender.

El argumento de Imán es una recreación literaria de los hechos ocurridos en agosto de 1921 en el norte de Marruecos, fruto de la expansión militar española desde Melilla hacia los territorios donde se encontraban las tribunales rifeñas reacias a soportar el establecimiento del Protectorado español.

Las arriesgadas maniobras militares del general Silvestre, ocupando territorio y estableciendo fortificaciones cada vez más separadas entre sí y, por lo tanto, más difíciles de mantener, provocaron el levantamiento de las tribus indígenas comandadas por su líder, Abdelkrim, y la paulatina captura de las posiciones españolas hasta llegar a cercar y poner en peligro la integridad de la plaza de Melilla.

https://www.rah.es/annual-1921/

Lo que se narra en los primeros capítulos  de Iman es el relato, en la voz de un sargento anónimo, de la entrada en una de estas posiciones de una columna de ochocientos hombres y la descripción  de lo que allí  se encuentra.

La voz del narrador se irá alternando entre la de una tercera persona desconocida, la del propio sargento también anónimo y la de un soldado de reemplazo, de apodo Viance, que será el auténtico protagonista.

La experiencia periodística de Ramón J. Sender se refleja con claridad en la prosa cortante en descripciones y fría en la brevedad de las frases. Sin alardes ni florituras , desfilan situaciones de una dureza extrema para la tropa que intenta sobrevivir a las carencias y a mortal monotonía de esa posición.

Me gustaría resaltar también que en estas primeras páginas abundan multitud de referencias a la vida militar que hoy resultan incomprensibles para quienes no lo hayan vivido, o tengan al Servicio Militar perdido en la memoria.