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2ª parte. Hasta el capítulo 25.

Libro que estamos comentando: 
Hija de las cenizas
Seguimos sin saber los motivos por los que Giacomo Mainardi volvió voluntariamente a la prisión de máxima seguridad después de “ejecutar” el encargo que “alguien” (tampoco sabemos quién) le hace, que es el de ejecutar, valga la redundancia, a un desconocido, que tal vez no lo sea tanto, por lo que sabremos después.
 
Son bastantes las incógnitas que los lectores avisados mantenemos sobre algunos detalles de la novela, y me parece que muchos van a quedar sin resolver.
 
Por ejemplo: ¿cómo se pudo escapar Giacomo de una cárcel de máxima seguridad? ¿No será que quien se lo encarga tiene la forma de facilitarle la huida en ese momento? ¿Cómo pudo entrar Giacomo en unas excavaciones arqueológicas, cerradas con llave, y poder trabajar libremente para incrustar los huesecillos y los dientes entre las teselas del suelo de Santa Maria Asunta? ¿Qué detalles de la relación entre Teresa y Massimo nos faltan por conocer para comprender, sin medias palabras y tantos sobreentendidos, de forma lógica y diáfana, qué hay entre los dos, más allá del cariño mutuo, de haber trabajado muchos años juntos y de haberse ayudado mutuamente en los momentos difíciles?
 
Saber que Teresa sufre de los primeros estados de una demencia, de Alzheimer es lo que ella explica, hubiese sido muy útil para los lectores durante los primeros capítulos dela novela. Es algo que al final se va a saber y no va a cambiar demasiado la opinión que los que se relacionan con Teresa van a tener de ella. Al revés, todos se muestran dispuestos a ofrecerle su ayuda.
 
Después de alcanzar la mitad del libro, ya somos capaces de identificar que "Hija de las cenizas" no es otra que Teresa Battaglia. La autora describe a una mujer por la que el paso de la vida la ha agotado física y mentalmente. Es su mente, su capacidad deductiva, el olfato para entender lo que otros no ven, su inteligencia natural, en definitiva, lo que le hace mantenerse viva y lúcida. Es por eso que ser consciente de que todo lo que la rodea se va a ir derrumbando poco a poco convierte su ánimo en una mezcla de rabia y de resignación. Sabe que la demencia le va a apartar de sus amigos y de su trabajo, las dos anclas que la sujetan a la vida. 
 
Ciertos momentos de su vida, por lo que nos cuenta la autora, han debido ser un verdadero infierno: el maltrato que recibía de su marido y el acoso de su superior jerárquico, Albert Lona, son solo la parte más visible, de lo que Ilaria Tuti ha hablado hasta ahora, pero tiene que haber más (para los que no hemos leído sus novelas anteriores), su hijo, su inseguridad como mujer y una carrera profesional llena de obstáculos.
 
La vida de un personaje como el de la eficaz comisaria Ilaria Tuti es una parte de la novela. La otra son las investigaciones que se realizan alrededor de un asesino en serie, al que Teresa encerró en la cárcel y al que veintisiete años después vuelve a encontrarse cuando ya está a punto de abandonar la policía debido al avance inevitable de su enfermedad.
 
En este ámbito ya hemos advertido que hay una dificultad añadida que hay que tener en cuenta. La novela se organiza en capítulos cortos que ocurren en planos temporales diferentes. Uno ocurre cuando una joven y brillante policía, estudiosa de una técnica revolucionaria en su tiempo como era la elaboración de perfiles psicológicos de los asesinos en serie, se encarga de la investigación de unos asesinatos con unas características comunes muy especiales. Se trata de varios sucesos, separados en el tiempo, en los que las víctimas son hombres de cerca de setenta años sobre los que se ejercen una violencia poco habitual: sección de siete falanges de los dedos, un tajo en el pecho dejando a la vista las vísceras y el corazón o mordiscos en las piernas desnudas. Estos crímenes sucedieron hace veintisiete años y Teresa fue la policía que, aún no sabemos cómo, atrapó y logró encerrar en la cárcel a la persona que cometió esos asesinatos, Giacomo Mainardi.
 
El propio Giacomo es el que solicita, veintisiete años después, la presencia de Teresa para contarle que, durante los diez días que estuvo fugado de la cárcel, volvió a cometer un asesinato, pero esta vez inducido por un alguien del que no sabemos nada, solo que tiene acceso muy cercano a Giacomo en la cárcel y que ha intentado matarlo después de cumplir el encargo. La novela va saltando desde los capítulos encabezados por el "Hoy" y los que lo hacen con un "Veintisiete años antes", y en esos saltos, que al fin y al cabo son investigaciones parecidas, es fácil perderse.