1ª parte. Hasta el capítulo 12
Libro que estamos comentando:
Hija de las cenizas
En "Hija de la ceniza" la comisaria Teresa Battaglia ronda ya los sesenta años y anhela llegar a la edad de jubilación para soportar con esperanza el cansancio de una vida llena de golpes físicos y emocionales. "Estoy cansada. Mi cuerpo está cansado y mi mente, Marini ...", le dice a su joven compañero y discípulo Massimo Marini, su ayudante y también su báculo durante la investigación policial del caso que inicia "Hija de la ceniza".
Al principio de la novela, la presencia de Teresa en lo que parece una consulta de medicina oriental, recibiendo una sesión de acupuntura pare mitigar el dolor, es la secuela del último caso en el que participó la comisaria, (posiblemente "La virgen negra") del que salió con un hierro en la mandíbula, dolores por todo el cuerpo, el apoyo de un bastón y la necesidad de asistencia para realizar cualquier ejercicio de movilidad.
Además, la comisaria está agotada mentalmente, algo sobre lo que no conocemos todavía la causa exacta. Además de su delicado estado de salud y de que seguramnte se encuentre de baja laboral (hacía dos semanas del último caso), a Teresa le requieren para que acuda a la prisión de máxima seguridad y ayude a Marini en un caso muy espcial: un asesino múltiple confeso pide hablar con la comisaria, únicamente con ella. Son los detalles lo que convierten este requerimiento en algo fuera de lo habitual y lo que hace que Teresa abandone por unos días su periodo de recuperación.
El preso, Giacomo Mainardi, tiene ahora cincuenta años, pero hace casi treinta que fue condenado por el asesinato múltiple de varias personas con características comunes y con el mismo procedimiento, lo que le conviertió en un asesino en serie. Teresa Battaglia fue la policía que consiguió detenerlo y Giacomo Mainardi, desde entonces, ha estado en prisión.
Sin embargo, el recluso se fugó de la carcel hace diez días para cumplir con el encargo que un personaje anónimo le hizo de matar a un extraño fuera de la prisión. No sabemos todavía demasiados detalles de esa fuga, pero sí sus consecuencias: tras el asesinato, Giacomo advirtió que su vida corría peligro y decidió volver voluntariamente a prisión, donde podía gozar de una aparente seguridad. Ahí es donde reclama la presencia de Teresa, suponemos que para proteger su vida.
En los distintos capítulos, la novela alterna los planos temporales de la trama. En esta primera parte, algunos capítulos suceden en la epoca actual, con la visita a la carcel y con la entrevista con Giacomo, otros cuentan lo sucedido hace treinta años y la investigación que llevó a su detención, y algún otro se recrea un momento preciso del siglo IV relacionado con la construcción de la basílica de Santa María de la Asunción de Aquilea y de los famosísimos mosaícos que todavía hoy adornan el suelo de la iglesia.
Hay que andar, por lo tanto, con mucha atención para no perder la conciencia de la época en que cada capítulo sucede. Ayuda bastante que en el encabezamiento de cada uno de elllos la autora indique cuando sucede la acción. Solo hay que estar atento.