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Hermanito, Miñán. Primera parte.

Libro que estamos comentando: 
Hermanito. Miñán

Queridos viajeros, queridas viajeras,

¿Cómo estáis? ¿Qué tal ha sido vuestro verano? Espero que hayáis hecho brillantes descubrimientos de lugares y de lecturas.

Volvemos a viajar en Ítaca, pero en esta ocasión, el viaje es el de una búsqueda, la de Ibrahima Balde tras su hermanito, tras su miñán.

Ibrahima parte de Guinea Conakry para buscar a su hermano menor que se ha marchado de la aldea buscando un futuro mejor o, a secas, un futuro que no vislumbra por ninguna parte. En ese periplo, en el País Vasco y en la red de apoyo al migrante en Irún, se encuentra con Amets Arzallus, periodista, bertsolari y voluntario… y ese encuentro, que en un principio es para la  elaboración de un dosier para presentar a las instituciones, se convierte en un libro con una narrativa impregnada de oralidad. La de Ibrahima y la de los versos del poeta Amets. La voz de Ibrahima y la mano de Amets. El corazón de ambos. Repeticiones de frases, oraciones cortas y rotundas, cargadas de verdad. Leed en voz alta algunos fragmentos.

Es ésta una historia común (la de las personas que salen de sus países en busca de un futuro) pero con sus propios matices, como cada relato particular. Todas las vidas se parecen pero cada una es distinta a las demás.

Cuando pensamos en la migración y la abordamos desde un punto de vista general y cuantificable, las personas se extravían, se pierden. Es en los detalles donde vemos a las personas, donde advertimos su tristeza, su dolor… y comprendemos sus motivos. Ahí se sitúa este libro.

Ibrahima Balde procede de uno de los países más pobres de África, Guinea Conakry, es fula. Guinea es un país rico en recursos naturales (diamantes y otros minerales) con una población extremadamente empobrecida.

En esta primera parte, en la que conocemos la infancia de Ibrahima, impacta desde el principio la sencillez con la que se nos cuenta la separación de la familia: él con su padre zapatero callejero en Conakry; su madre y hermanos en la aldea, a una distancia insalvable para el pequeño Ibrahima, más de cuatrocientos kilómetros. En esos primeros años, desde los 5 a los 13, Ibrahima siente mucha nostalgia de la aldea, sobre todo, de ver a su madre. Su vida en Conakry con su padre no siempre es fácil; la escuela, que no parece enseñarle gran cosa y que no le gusta; su padre, al que él quiere y que le castiga físicamente cuando se porta mal. Su padre, un hombre enfermo, con muchas deudas y un pensamiento simple.  Pero él lo quería y su padre lo quería. Simplemente, era así.

Con 13 años Ibrahima vive la muerte de su padre, el viaje a la aldea para decírselo a su madre, y ha de dejar la escuela para siempre, su familia lo necesita, es el hijo mayor. En un momento determinado, confiesa cuánto le hubiera gustado no tener esa responsabilidad. Pero fue así e Ibrahima lo acata con entereza. Con la idea de ganar dinero para su familia, se marcha a Liberia y en Monrovia, tras transportar cargas en el mercado, conoce a un hombre que le da un trabajo. A Ibrahima le apasionan los motores.

Parece que, poco a poco, encauza su vida y su destino. Pero la desgracia vuelve a cebarse en la familia, esta vez, con la enfermedad de la madre. Vuelta a la aldea, y vuelta a vivir en la casa, cuidando del ganado, lavando, cocinando, yendo a buscar agua al pozo… En esos años pasados en la aldea, Ibrahima nota que su hermanito está empezando a cambiar, tiene inquietudes, ve los problemas, quiere ayudar. Él intenta quitárselo de la cabeza.

Se vuelve a ir para que su hermanito no se vaya. Y pasa tres o cuatro años aprendiendo el oficio de mecánico y chófer de camiones con un conductor, de Conakry a Nzerekoré y viceversa. Hasta que un día llama a casa y su madre le da la noticia: Alhassane Balde, su miñán, está en Libia. Se ha ido porque quiere llegar a Europa. Y, entonces, comienza el viaje de Ibrahima que nunca quiso venir a Europa… que lo único que quería era encontrar a su hermanito pequeño.

En estas pocas páginas, escritas con tanta aparente sencillez, están todos los motivos, todos los dolores. También los grandes problemas: las aldeas aisladas de los hospitales y las escuelas (el camino que debía recorrer Alhassane, el viaje llevando a caballito a su madre al hospital), el trabajo durísimo de las mujeres, la falta de educación (porque no hay dinero) para los hombres y que se agrava para las mujeres, el vivir completamente al día, en el filo, como una hoja de árbol al viento.

Al principio de este texto os decía que leyerais algunos fragmentos en voz alta; lo cierto es que si leéis el libro al completo en voz alta, en mi opinión, la musicalidad y la fuerza de lo que se cuenta nos traspasan.  

Os dejo algunos enlaces:

Por mi parte… esto es todo, por ahora.

Contadme. ¿Qué os ha llamado la atención? ¿Queréis destacar algo en concreto? ¿Tenéis algún recurso especial (sobre África, sobre la inmigración, sobre el libro…) para compartir?

Vuestro turno.

Salud y largo viaje, lectoras, lectores.

Guinea Conakry