Hermanito. Miñán. Epílogo

Queridas viajeras, queridos viajeros,

¿Cómo estáis? Esta semana finalizamos la lectura y la conversación de Hermanito. Miñán, con las palabras de Amets Arzallus Antia. Él ha sido el que ha trasladado la oralidad, la poesía, las palabras de Ibrahima Balde, su historia, su dolor, su tristeza… al libro. En un principio, y cómo cuenta el propio Amets, las entrevistas con Ibrahima eran producto de su colaboración con la Red de Apoyo de Irún, para ayudarle a crear un dosier que presentar a comisaría, para conseguir papeles. Para conseguir asilo y ayuda, protección. Pero Amets sintió que ahí había algo especial. Y comenzó a quedar con Ibrahima más seguido. Y surgió el libro.

Es desolador este epílogo, porque el libro se escribió sin papeles y se imprimió sin que Ibrahima los consiguiera.

He leído en este artículo que Ibrahima, en 2020,  “vive en Madrid, donde sufre el desarraigo, la soledad y la pobreza, y donde unas buenas personas le enseñan mecánica de camiones. “¿Qué esperas del futuro, Ibrahima?”. “Que la salud de mi madre mejore. Que viva bien los años que le quedan. Aunque lleves a tu madre a hombros hasta La Meca, no habrás pagado ni un céntimo de todo lo que ella ha hecho por ti”. Con los derechos de autor, Ibrahima paga ahora la escuela de sus hermanas y el piso de su madre”.

Compañeros de viaje: ¿intentamos sintetizar Hermanito. Miñán con una sola palabra? Una sola. Puede ser que esa palabra resuma la esencia de la historia de Ibrahima. O nuestra emoción al leerla. Lo que queráis.

Yo tengo la mía preparada, pero voy a esperar las vuestras…

Vuestro turno.