Guerra y paz. Libro III. Parte III. I-XX
Hola a todas y todos. continuamos con la lectura de este enorme libro. Esta semana la lectura es algo más relajada porque no hay manera de encajar la tercera parte, así que la he dividido en dos tandas de unas 75 páginas. Esto tiene una ventaja, si tenemos por ahí a alguien rezagado podrá recuperar lectura en estos días.
Vayamos al lío.
LIBRO III. PARTE III. CAPS. I-XX
Este tecer libro fija su atención, tras la tremenda y cruenta batalla de Borodinó, en la ciudad de Moscú y en sus habitantes. Pero antes, como es habitual en los inicios de las últimas partes, nos topamos con las reflexiones iniciales de Tolstói. Se podría decir que nos vamos acostumbrando a este pensar en voz alta que suele hacer el autor deteniendo la narración, comentando algunos detalles, compartiendo sus impresiones, etc. Lo sorprendente, al menos para mí, de todo esto, es que estas páginas no supongan un lastre, sino que sirven para preparar la mirada del lector, la lectora, sobre las próximas páginas. De alguna manera nos anticipa cuestiones relevantes que luego podemos percibir en los actos y pensamientos de los personajes, en los hechos acaecidos, en las situaciones descritas.
Me pregunto y, aprovecho para preguntaros a vosotros, a vosotras: ¿creéis que estos pasajes reflexivos en los que el autor asoma la cabeza fueron escritos antes o después de las páginas que continúan con la narración de los hechos? No es una pregunta que busque saber lo que en verdad ocurrió, sino que trata de invitaros a reflexionar y compartirlo en vuestros comentarios. ¿Qué pensáis?
La acción comienza en el cuartel general, en la isba del campesino Andréi Savostiánov, donde hay que tomar una decisión compleja, delicada, difícil. Y ahí nos encontramos de nuevo un momento particular en el que en medio de todos los galones y trajes de guerra hay una niña que llama abuelo a Kutúzov. Es maravilloso este contraste y nos permite mantener dos planos diferentes muy cerca: ese plano "histórico" de los grandes hechos que aparecen en los libros y ese plano cotidiano, del devenir de los días, de la gente que ajena a la ambición y la muerte, al valor y la trageida, trata de seguir viviendo.
Por otro lado hay un nuevo contraste muy interesante, el que se puede establecer entre la manera de hacer y de reflexionar de Kutúzov (en el ejército) y la manera de hacer y pensar de Rastopchin (en Moscú). ¿Os parece?
Y fuera de todos estos grandes momentos y hechos volvemos a nuestros protagonistas. La cosa empieza con la condesa de Bezújov, Elena Kuragin, que vive una vida fuera de este mundo pero que, por lo que se ve, está más fuera de lo que pensábamos. Lo que hace (o pretende hacer) en estos capítulos es surrealista: ella acaba tan metida en sus cosas que pareciera como si desde los propios parámetros pudiera acabar rigiendo el mundo, al menos en lo que a ella le atañe. En fin, no quiero desvelaros nada pero me ha dejado perplejo esta protagonista que se ha hecho una vida a medida, ha logrado que su marido le provea de riqueza y le deje tranquila, pero esto no parece suficiente. No en su mundo. Espero vuestros comentarios al respecto.
Otra parte de la acción transcurre en Moscú: por un lado con Pierre y, por otro, con los Rostov. Lo de los Rostov me desespera, estaba leyendo y me subía por las paredes. Es que no quiero contaros nada sobre qué les pasa y si salen airosos o no, pero da igual: tanto puede acabar la cosa bien que mal. Y mientras los franceses llegando a Moscú y los Rostov a lo suyo, sin prisa, oiga.
También anda por aquí Pierre. Hemos hablado mucho de él en los comentarios de la pasada semana. Sigo pensando que este hombre está buscando algo que dé sentido a su vida (igual que hizo antes con la masonería) pero, entre lo dejado que es y lo que le cuesta pasar de la cabeza a las manos, qué se yo. Por otro lado volvemos a verlo fuera de lugar (como en la batalla de Borodinó, como en tantas reuniones sociales, como en tantos momentos a lo largo del libro -gracias Leira por refrescar esto en tu comentario de la pasada semana): la gente se va de Moscú, él va; la gente se prepara para la batalla; él se va a buscar unos manuscritos, a consultar una biblioteca; en fin, no quiero contar nada porque tiene tela la cosa.
Y para ir terminando lo de Andréi, en fin. No sé si recordáis que hace unos cuantos cientos de páginas Andréi "estaba" muerto y al poco estaba vivo. Veremos qué pasa con él en estas páginas porque lo vimos en una situación muy delicada la pasada semana. Veremos.
Ah, y una última nota. Ya anticipasteis en muchos comentarios de la pasada semana ese giro de Tolstói con respecto a Napoleón. Creo que esta semana la cosa va a resultar más evidente.
Pasad una buena semana y cuidaos mucho.
Os leo en los comentarios.
Saludos
Pep Bruno