Guerra y paz. Libro II. Parte II
Hola a todas y todos, aquí llegan las recomendaciones de lectura de esta semana. Ya lo siento pero no me he podido resistir a volver a las 100 páginas para estos días, disculpad, pero es que no encontraba la manera de cortar la lectura sin que quedara algo mal resuelto, así que he optado por hacer toda la segunda parte del segundo libro.
En cuanto a la continuidad de lectura. Leyéndoos en los comentarios de la pasada semana está claro que todos preferís (preferimos) continuar, lo que haré será aflojar algo el ritmo por si andáis agobiados de reuniones familiares y compras navideñas... aunque parece que este año estas fechas van a ser muy distintas a las de otros años. Así pues, seguiremos con la lectura hasta terminar el libro.
Pero vayamos con la lectura para esta semana.
LIBRO II. PARTE II
En mi edición esta segunda parte ocupa unas 100 páginas. Eso sí, se leen con mucha alegría, como veréis.
Creo que esta segunda parte tiene dos momentos bien diferenciados: por un lado el protagonizado por Pierre (que incluye una interesante conversación con Andréi) y, por otro, el protagonizado por Rostov (y Borís y Denísov). Vamos con ello.
Volvemos a Pierre, parece un hombre desnortado casi desde el principio del libro, una persona sin mucha fuerza de voluntad, sin mucho carácter, aunque sí con un buen discurso. Quizás en eso le andamos viendo: en la superficie del discurso todo el rato y sin ahondar en las acciones y en las consecuencias de dichas acciones. Parece que sólo se ha animado a actuar cuando ha estado entre la espada y la pared, harto y sin saber qué hacer, ha sido casi de manera impulsiva (con Dólojov, con Elena, y en estas páginas con el padre de Elena, Vasili), aunque bien es cierto que estaba colmado de agravios cuando hizo algo.
Parece que necesita algo a lo que aferrarse: la religión (la lectura del Kempis, un clásico) o la masonería (que, según espera, le puede dar unas pautas claras de actuación). Capítulo a parte merece esto de la masonería que, según se puede leer, era un ámbito que Tolstói conocía bastante bien. No sabe uno exactamente el papel que la logia masónica va a jugar en el libro, pero es bien interesante haber podido echar un vistazo a sus tripas y conocer algunos de sus símbolos (lo de ir descalzo de un pie es bien poderoso). Lo cierto es que Pierre, insisto, parece necesitar ser de algún "club", de algún "equipo", para no ser sólo del club de los juerguistas ricos.
Por cierto, en mitad de este tramo de lectura nos encontramos de nuevo en casa de Anna Pávlovna, en San Petersburgo, donde comenzaba el libro, y podemos ver a Borís Dubretskói mucho más seguro de sí mismo y más interesado (que no interesante, aunque así le parece a la anfitriona). De tal palo tal astilla, dicen. Y, por cierto, en esa reunión está también Vasili y su hermosa hija Elena (ex de Pierre). Y ojo, porque aquí hay lío, ¿no os parece?
Volvamos con Pierre y su intención de mejorar la vida de los mujiks que trabajan en sus tierras de Kiev. Son páginas estas bien interesantes donde conocemos un poco más a Pierre y donde se nos confirma la buena intención de ese aparataje teórico que tanto gusta decir y pensar, pero donde vemos su incapacidad para llevarlo a las tierras y a las gentes. Es como si no se enterase de nada. Hemos visto muchos pasajes de este libro que Tolstói había vivido en sus propias carnes: la desazón ante la guerra, la vacuidad de la vida social de la alta burguesía, la soledad... y en estos momentos en los que Pierre intenta mejorar la vida de los campesisnos que trabajan sus propiedades encontramos, al Tolstói que será en sus últimos años de vida (recordemos que este libro está escrito entre 1865-70 y Tolstói murió en 1910) donde trató de hacer exactamente esto que está intentando Pierre. No perdáis ojo del encargado de la gestión de las tierras, me encantará saber vuestra opinión sobre todo esto.
Por otro lado, y relacionado con este último asunto, nos encontramos a Andréi Bolkonski y a Pierre conversando de nuevo (como ocurrió hace unos cuantos cientos de páginas atrás): esgrimen las palabras y las ideas, se aviva la discusión y todo ello parece insuflar vida al triste Andréi, es más: "La entrevista con Pierre fue para el príncipe Andréi, a pesar de que exteriormente no hubiera cambiado, el comienzo de una nueva vida en su mundo interior" (p. 567). La acción se desplaza a Lisie-Gori donde la familia está encantada con la visita de Pierre.
La segunda parte bien diferenciada de este tramo de lectura la protagoniza Denísov y Rostov, al que vemos en su salsa en el ambiente militar: "en el regimiento todo era simple y claro." (p. 575), sin embargo vemos, paradójicamente, que nada es simple y claro: toda la situación que vive Dénisov (y que tiene pinta de que va acabar muy mal); la situación del ejército en unas condiciones deplorables "El regimiento de Pavlograd no había tenido en las escaramuzas más que dos heridos; pero el hambre y las enfermedades lo habían reducido a la mitad de sus efectivos." (p. 577); los momentos vividos con el emperador y Bonaparte (es fascinante, la verdad).
En este último momento nos reencontramos de nuevo con Borís (cómo va trepando el amigo) y volvemos a disfrutar del anonadamiento de Rostov ante la presencia de ese zar casi dios que le deslumbra. En fin.
Mucho para leer y comentar en estos días.
Espero que lo disfrutéis.
Pasad una buena semana.
Pep Bruno