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Guerra y paz. Libro I. Parte II. caps. I-XVI

Libro que estamos comentando: 
Guerra y paz

Hola a todas y todos, aquí llegan las recomendaciones para la lectura de esta semana. No sé vosotros, pero yo ya estoy completamente enganchado, ay.
 
Libro I. Parte II. Capítulos I-XVI
Como era de esperar este segundo libro se desarrolla, al menos en estos capítulos de esta semana, en un nuevo escenario: la guerra. 
Contamos con unos unos primeros capítulos para familiarizarnos con el día a día de la tropa, al menos en la que andan algunos de los personajes que nos acompañan desde la primera parte del libro (como Andréi Bolkonskiy Nicolái Rostov) y otros a los que conocemos ahora (como Dólojov).
También en estos capítulo iniciales se puede percibir la diferencia entre el antes de la batalla y el después del inicio de los hostigamientos, escaramuzas y, sobre todo, de la debacle de todos los ejércitos ante el avance francés. Es fascinante la escena inicial de la tropa uniformada y lista para presentar filas y que, a pesar del cambio apresurado de uniformes, se lee y se percibe como un ejército disciplinado, ordenado, "listo para morir"; en contraste con las secuencias posteriores, casi una carrera desordenada mientras el ejército francés va tomando y adelantando posiciones. En ese sentido la descripción de este párrafo es un ejemplo impecable: "El príncipe Andréi miraba con desdén la interminable hilera de vehículos, de carros, de parques, de piezas de artillería, de furgones y más furgones de todo género que se adelantaban unos a otros y que, de tres en tres o de cuatro en cuatro, se amontonaban cerrando el paso en el sucio camino. De todas partes, atrás y adelante, hasta donde podía oírse, llegaba un estrépito de ruedas, carros, armones y cascos de caballos, restallar de látoicos, lamentos, juramentos de soldados, asistentes y oficiales. Se sucedían, a ambos lados del camino, caballos muertos, despellejados y sin despellejar, carros destrozadosjunto a los cuales, a la espera de quién sabe qué, se sentaban soldados solitarios otros, separados de sus compañías, iban en tropel a las aldeas vecinas y volvían de ellas con gallinas, corderos, heno y sacos repletos de algo. En las subidas o descensos la muchedumbre se apiñaba más aún y ensordecía con su clamor ininterrumpido." (p. 238) y así podría continuar unas cuantas líneas más. Y frente a esta marcha tumultuosa, el camino de vuelta al frente del propio Andréi.
Antes de tocar con algo más de detalle este asunto me gustaría señalar un par de cosas: por un lado la situación (¡paradójica!) en la que se encuentra atrapado Nicolái Rostov al descubrir quién ha robado la bolsa de dinero (muy fuerte, la verdad). Y por otro el contraste entre la vida en el frente y en la ciudad (que podemos percibir por el viaje de Andréi).
Volvamos al frente: "Un paso más allá esa línea, que recuerda la divisoria entre los vivos y los muertos, y se cae en lo desconocido, en el dolor y en la muerte. ¿Y qué hay allí, quién está detrás de ese campo, de aquel árbol, de aquella techumbre iluminada por el sol? Nadie lo sabe, pero querrían saberlo. Es terrible cruzar esa raya, pero querrían hacerlo." (p. 208), volvamos allá donde Bagration y sus hombres tratan de conseguir, en una maniobra de despiste, el tiempo que necesita Kutúzov para que los ejércitos rusos puedan replegarse. Y ahí, el lugar donde la tragedia se va a hacer carne y sangre, allí se encamina Andréi.
Justo cuando suene el primer cañonazo y comience la batalla dejaremos la lectura. Pero a estas alturas de libro ya hace rato que me voy preguntando qué haría yo si estviera en estas páginas donde la batalla rasga la vida por los costados y jalona el campo de muertos. ¿Qué haríais?, ¿qué sentido tiene morir en el campo de batalla?, ¿puede la gente pacífica ser empujada a matar y morir?, ¿y si la alternativa a no hacerlo es vivir sometido?, en cualquier caso ¿qué hay de honorable en todo esto?, y, en suma: ¿será esto la generalización de la tragedia, en el más clásico de sus sentidos, entre hombres y mujeres de todas las clases sociales?
En fin, una semana con una lectura apasionante.
Os leo en los comentarios.
Saludos
Pep Bruno