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3ª parte. Hasta el capítulo 21

Libro que estamos comentando: 
Gótico
Los extraños y perturbadores sueños que tiene Noemí tienen que deberse a algo más que a una necesidad biológica que nos permite restablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales para un pleno rendimiento en nuestra vida diaria. Los de Noemí son pesadillas en las que el ambiente central es la casa y sus habitantes.
 
En todos ellos, High Place adquiere unos rasgos propios, como si fuese un ser animado y con vida. Sueña con habitaciones en las que las paredes estremecen como si fuesen órganos interiores de algún ser maligno o con otras cubiertas por mohos, hongos y plantas que palpitan en suelos y paredes. "La casa invadía a Noemí con sueños de sangre y fatalidad"
 
También sueña con figuras imposibles e irreconocibles o con personas desaparecidas, como Ruth, que parecen trasmitirle mensajes que le cuesta entender, pero que siempre son de aviso o de advertencia. 
 
Los peores tienen como protagonistas a Howard y a Virgil. Noemí los descubre acercándose a su cama con actitudes aviesas y libidinosas. Como una rapaz que acecha a su presa para devorarla. Siente una confusa atracción sexual hacia Virgil que solo se manifiesta en los sueños. En la vida real lo desprecia por su poca colaboración en mejorar el bienestar de su prima Catalina y porque advierte que la escruta con intenciones impropias de lo que se supone que debería ser el marido de su prima.
 
"La casa invadía a Noemí con sueños de sangre y fatalidad". 
 
La joven experimenta, desde que ha llegado a la casa de los Doyle, la manifestación que hace la psicología sobre la interpretación de los sueños: "Los sueños son una interpretación que hace nuestro cerebro tanto de nuestro mundo consciente, es decir, la realidad que vivimos y a la que nos enfrentamos día a día, como de nuestro mundo inconsciente, lo que incluye nuestros deseos, manifestados o no, miedos, esperanzas, etc." 
 
Noemí acaba de sufrir una experiencia traumática con la administración a Catalina del líquido que le dio Marta Duval en El Triunfo. "La habían enviado allí para solucionar un problema, no para crear uno mayor". Es consciente de la gravedad de sus actos y de que ha estado a punto de ser expulsada de la casa ¿Por qué no lo hacen? ¿Por qué la amonestan y la vigilan en vez de pedirle que se vaya? Y también, ¿sabía Catalina lo que estaba tomando?, ¿quería tal vez suicidarse? Al fin y al cabo, ella había pedido a su prima que bajase al pueblo y le pidiese a la curandera un poco de ese brebaje.
 
La respuesta nos la da Francis unas páginas después: Catalina ya había tenido previamente alguna crisis anterior muy similar, así que Noemí no debería sentirse culpable. ¿Qué contenía el frasquito y por qué lo tomaba Catalina? Es uno de los misterios que tendremos que esperar a conocer.
 
Es difícil, y tampoco es muy necesario, llevar la cuenta de los días que Noemí lleva en High Place. Los días pasan con la misma rutina: la vida en la casa, y principalmente en su habitación; la indiferencia de los criados; la vigilancia de Florence, la guardiana de los secretos y de la esencia de la familia Doyle; la percepción que tiene hacia los tres varones de la casa: repulsión hacia Howard, temor ante Virgil y afecto hacia Francis y el estado anímico cambiante de su prima Catalina. Tal vez sea un desequilibrio psicológico, como dice el doctor Camarillo, pero en ocasiones muestra una aparente lucidez que atemoriza y sorprende a Noemí. Ve fantasmas, tiene el convencimiento que las paredes escuchan y no le cuenta los miedos que la atemorizan.
 
Todo pasa ante Noemí como en una rueda interminable. De las escasas y silenciosas comidas familiares, pasa a tener encuentros particulares con los miembros de la familia Doyle, que no le ofrecen ninguna solución a la misión que le ha llevado a High Place y que, al contrario, le va enredando en una telaraña de la que cada vez es más difícil salir. Florence le pone cada vez más impedimentos para que pueda bajar al pueblo y comunicarse con su familia. La niebla permanente que rodea la casa le dificulta que pueda encontrar sin peligro los caminos que rodean la mansión, así que sus paseos acaban forzosamente en el cementerio.
 
Solo Francis se muestra dispuesto a ayudarla, sin embargo, ¿hasta qué punto puede fiarse de él? Noemí no tiene más remedio que buscar su cercanía, lo que hace que comience una relación de afecto y atracción entre los dos. Ella, tan acostumbrada a relacionarse con jóvenes en las fiestas y encuentros sociales de la Ciudad de México, se siente atraído por un joven retraído, que no ha salido nunca de su pueblo y que desconoce las normas más básicas de las relaciones sociales entre un hombre y una mujer. Francis le pide que se vaya y que deje a una familia en la que el amor no es posible; a la vez, se ofrece a ayudarla.  
 
Hasta la parte que estamos leyendo, el terror tomaba forma en la mente y en los sueños de Noemí. La veíamos sufrir cuando leíamos que no puede cumplir con el objetivo que le ha hecho llegar a High Place. Su deseo: que un especialista pueda hacer un diagnóstico sobre la salud, sobre todo la mental, de su prima.
 
Sin embargo, el peligro empieza a ser reales cuando Catalina, Ruth en sueños y ella misma son conscientes de que existe una presencia en la casa, con voces, con el papel pintado de las paredes cambiando de forma y de color y con las pesadilla recurrentes que la hacen pasear como una sonámbula por los pasillos de la casa.
 
Noemí se lo pregunta a Francis y ya nada va a ser igual, ya no va a haber mentes más o menos sensibles o impresionables: "¿Has pensado alguna vez que tu casa podría estar embrujada?" 
 
En las semanas pasadas, alguna de vosotras había aventurado que los hongos y el moho que cita constantemente Noemí podría ser el responsable de esas alucinaciones y de los cambios de humor de los habitantes de High Place. Francis comienza a revelar los primeros secretos que rodean a la extraña familia Doyle, y nos tiene que resultar gracioso que lo haga en español y en voz baja, el idioma que no entiende el ente que escucha en las paredes las conversaciones de Catalina con su prima: "El tío Howard es un monstruo. No te fíes de él. No te fíes de Florence. No te fíes de Virgil. Deberias volver a tu cuarto. Preferiría que te quedaras, pero es mejor que te vayas"
 
El peligro ya es real, y ni siquiera la voz de Ruth pediéndole en sueños que abra los ojos la va a salvar de dos escenas que van a ocurrir a continuación y que ponen los pelos de punta. La primera ocurre en el cuarto de Noemí, cuando percibe cómo la pared y el dibujo o el moho del papel pintado inicia una serie de movimientos hipnóticos totalmente reales, que desaparecen de improviso. ¿Se está volviendo loca, como Catalina, o está sufriendo estas alucinaciones por alguna sustancia que ha tomado? Todos pensamos en los hongos, tan queridos por Francis y tan presentes en la casa y alrededores, como el cementerio.
 
Parece que esto ha sido el colmo que ha sobrepasado la capacidad de aguante de Noemí, que decide por primera vez  volver a su casa, pero su deseo va a acelerar las intenciones de toda la familia hacia la joven. "Si de verdad va a marcharse mañana, deberiamos agasajarla con su última cena", le responde Virgil. 
 
Lo que no podíamos imaginar es lo que ocurre después de la cena, cuando todos suben a visitar al patriarca que sufre su enfermedad en la habitación. Por la fuerza la obligan a arrodillarse y a intercambiar asquerosos fluidos con el viejo que le harán sufrir sueños y alucinaciones, y a notar que, a partir de ese momento, pasa a tener una dependencia física y mental que la ata a la familia y la convierte en una marioneta unida a la voluntad diabólica de los Doyle
 
¿Qué destino le espera a Noemí? ¿Por qué, al principio, querían que se fuera y ahora la retienen sin su consentimiento?
 
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Extraños Encuentros - Los Secretos de la Naturaleza