Fortunata y Jacinta, segunda parte: y VII
Hola a todas y todos, aquí llegan las notas de lectura de esta semana en la que terminamos con la segunda parte del libro y que, os garantizo, es un capítulo que os va a mantener en vilo desde el principio hasta el final. Eso sí, antes que nada, espero que estéis bien de salud y de ánimo.
Vamos al lío.
Capítulo VII. La boda y la luna de miel.
Salimos por fin de las Micaelas y parece que la cosa se va encarrilando para la boda y, quién sabe, hacia un final feliz. Pero claro, quedan todavía muchos cientos de páginas por delante para que así sea. Así pues, cuando menos lo esperamos, aparece de nuevo un personaje de quien habéis hablado mucho en todos los comentarios de la pasada semana: Mauricia.
Mauricia se presenta en casa de la Lupe y encuentra a Fortunata sola y puede hablar con ella a sabor y hablarle de Juanito Santa Cruz y de cómo la buscó y que la ha encontrado y que la va a estar esperando... Y ante ese heraldo Fortunata sentía cómo "Aquel altarito levantado a fuerza de meditaciones y de gimnasias de la razón, se resquebrajaba como si le temblara el suelo." (p. 813). Y sí, el suelo tiembla y toda la arquitectura edificada sobre arena a lo largo de las páginas de este segundo volumen retiembla con ella. Por fin empezamos a escuchar a Fortunata y a saber qué siente y cuál es su deseo. Me encanta especialmente este pasaje en el que sueña "que la Virgen la casaba, no con Maxi, sino con su verdadero hombre, con el que era suyo a pesar de los pesares." (p. 817).
Y llega por fin la boda y con ella la sorprendente (muy sorprendente) primera noche de ese matrimonio. Atención a Patricia (Patria), nuevo personaje en esta historia; y atención a las artimañas de Juanito Santa Cruz, casi que nos encontramos con un renovado Juanito. Y mientras, Maximiliano, diciendo diciendo cosas como esta: "Ahora eres mía; soy tu dueño único, y mando en ti." (p. 830) y demostrándonos que no tiene ni idea de qué es el amor y, sobre todo, de quién es Fortunata.
Entre tanta novedad por fin nos vamos de paseo a solas con Fortunata, respiramos con ella, escuchamos cómo piensa mientras observa a su alrededor y come unos dátiles. Y tras este paseo en el que vemos a Fortunata (¡por fin la vemos!) todo se precipita: y nos encontramos con dos casas y con dos vidas. Pero no puedo, ni quiero, contaros más.
Sólo señalaros algunos detalles por si queréis comentarlos:
- Fijaos en los Rubín: Maximiliano, Lupe y Nicolás (el momento del cuartito en penumbra con Nicolás es la pera).
- Atención a la idea que sugiere Fortunata unas líneas antes de acabar el epígrafe VII (dentro del capítulo). Es que no puedo daros más pistas para no desvelar nada. Pero esta idea que tiene Fortunata va a ser buena leña para alimentar la caldera de la historia que está por venir.
- En el momento de la pelea (no diré de quién con quién) parece que sabemos algo más de uno de los protagonistas de esta segunda parte (Galdós ya nos ha ido avanzando algo en algunos momentos de la lectura).
- Y el final del capítulo, ay: "no lo puedo remediar, ello está en mí" (p. 869) y ese avanzar sin mirar atrás.
En fin, una lectura muuuuuy entretenida para estos días.
Os leo en los comentarios.
Saludos
Pep Bruno