Fortunata y Jacinta, primera parte: III, IV y V
Hola a todas y todos, aquí llegan las notas de lectura de esta semana. Pero antes quería daros las gracias, ha sido estupendo comenzar como lo habéis hecho, hay un montón de comentarios, hilos, aportaciones... en la primera semana, si vamos leyendo así seguro que va a ser una lectura muy rica y muy especial.
Vayamos al lío.
Capítulo III. Estupiñá
Conocemos a Plácido Estupiñá, quien, como os podéis imaginar, a un cuentista (como yo) le toca muy de cerca. Es un charlatán irredento, un entusiasta de la palabra, en términos "técnicos" es lo que nosotros llamamos un "narrador ingenuo", un cuentista nato que maneja todos los recursos de la narración sin ser consciente de ello, aunque su público sí lo sea pues disfruta de su facundia con placer. También es un buen escuchador, un gran curioso y un excelente conversador; pero sobre todo era un gran cuentista: "era una diversión oírle contar tan diversas cosas con aquella exactitud pintoresca y aquel esmero de detalles que encantaba." (p. 274) En verdad me ha encantado conocer a este personaje y acompañarle a lo largo de estas páginas.
Conocemos también a Fortunata (de pasada, eso sí), pero me resulta fascinante la relación que hay entre la tienda de huevos y pollos (por la que pasa Juanito antes de conocer a Fortunata) donde se percibe la suciedad, donde las aves esperan resignadas su fatal destino, con el suelo lleno de plumas y sangre... y tienda que acaba convertida en una metáfora de esa joven que conoce el protagonista y de la que el narrador dice: "hizo ese característico arqueo de brazos y alzamiento de hombros con que las madrileñas de pueblo se agasajan dentro del mantón, movimiento que les da cierta semejanza con una gallina" (p. 284), qué anticipo de lo que va a pasar, eh.
¿Qué os ha parecido este capítulo?, ¿no os ha encantado Estupiñá?
Capítulo IV. Perdición y salvamento del Delfín
Hay muchas cosas bien interesantes en este capítulo, pero sin lugar a dudas es el vacío de lo contado, es decir: sabemos que está pasando algo, sospechamos qué, pero sabemos muy poco, poquísimo. Ya se encargará el narrador de contarnos lo que considere cuando considere. De momento sólo sabemos de las sospechas de la madre del Delfín, de sus idas y venidas, de su voluntad de vestirse de otra manera, de su habla incorrecta, de ciertas pistas... que la madre percibe claramente pero que sólo nosotros, los lectores y lectoras, podemos entender más, porque algo más sabemos: pero muy poco más. Y esa ocultación de la historia, aunque vemos que hay historia y cómo afecta, tangencialmente, al protagonista, me ha encantado. ¿Qué os ha parecido a vosotros, a vosotras?
Por otro lado entra en escena Jacinta (a quien ya habíamos conocido de pasada) y llega en el preciso momento (tal como indica el título del capítulo) para salvar a Juanito, aunque eso suponga la muerte por felicidad de una de las protagonistas de estas primeras páginas.
En este y en el próximo capítulo me gustaría que os fijarais en ella, en qué hace y cómo actúa (especialmente en el próximo capítulo), me encantará saber vuestra opinión.
Capítulo V. Viaje de novios
El viaje de novios es fabuloso. No sólo por el recorrido y la ambientación, sino porque es, claramente, un viaje hacia el conocimiento del otro. Bueno, más bien hacia el conocimiento de Juan Santa Cruz, porque, tal como dice en algún momento la novela, Jacinta no parece tener ningún doblez ni secreto. Hay algunos pasajes deliciosos (y algo ñoños, eh, tanto besuqueo y quererse, aviso) y alguna frase que me ha encantado, por ejemplo: "el amor aspira a dominar el tiempo" (p. 304).
Pero el viaje va a dar luz sobre quién es el otro. Y de nuevo la metáfora del contexto: es salir del túnel de Pancorvo y salir la conversación sobre Fortunata, es decir, empiezan a iluminarse zonas oscuras del alma de Juanito, al menos para que pueda verlas Jacinta. Aunque el momento álgido es el de la borrachera de Sevilla. No quiero destripar nada por aquí, pero tengo muchas ganas de saber qué pensáis de lo que sucede a lo largo del viaje (cómo vamos conociendo esa historia vivida por Juan Santa Cruz, al menos contada por él) y, sobre todo, lo que sucede en Sevilla en esa noche desconcertante para Jacinta y las justificaciones de las últimas páginas de su marido, como "en los naufragios siempre hay alguien que se ahoga" (p. 343).
Muy interesantes, por otro lado, algunos comentarios críticos con la situación y la forma de vida de los y las trabajadoras: "cuánta lástima me dan esas infelices muchachas que están aquí ganando un triste jornal, con el cual no sacan ni para vestirse. No tienen educación, son como máquinas," (p. 318). U otros comentarios que aparecen casi de pasada como: "Pobres mujeres, siempre la peor parte para ellas" (p. 342).
En fin, que tengo muchas ganas de leer vuestros comentarios.
Feliz semana de lectura
Pep Bruno