Fortunata y Jacinta, cuarta parte: I y II
Hola a todas y todos, aquí llegan las recomendaciones de lectura de esta semana. Espero que estéis bien de salud y de ánimo. Hoy comenzamos la cuarta y última parte, dos capítulos (y nos ponemos otra vez en 100 páginas) que ya veréis que se leen como sin sentir. Pero vamos al lío que la cosa está que arde y no sé cómo va a acabar todo esto.
I En la calle del Avemaría
En la casa de los Rubín nos encontramos en tiempos de nueva normalidad, o más bien, de aparente normalidad, porque las placas tectónicas se van moviendo y parece que va a haber colisión próximamente. Nos encontramos con Fortunata y su nueva vida (qué buena alumna ha resultado ser del maestro Feijoo), nos encontramos con doña Lupe venteando a cada rato y oliéndose la tostada, pero sobre todo nos encontramos a un Maxi que se va hundiendo en el pozo de su locura. De hecho el paralelismo con el Quijote es muy evidente: hay varios momentos en los que parece que nos encontramos con el ama y la sobrina preocupadas de Alonso Quijano quien se va perdiendo, sorbidos los sesos, de tanto leer. De hecho tendrá que pasar "las noches de claro en claro" (p. II, 525). Si hasta le amenaza su compañero de botica Segismundo Ballester: "Que le escondo los libros, que se los quemo..." (p. II, 504). Por cierto, el tal Ballester, menudo pájaro. Pero qué buena alumna ha sido Fortunata, por lo que se ve. O que tal vez va madurando y anda cansada de tipos como él. Hay, de hecho, dos momentos en estos capítulos, que son de guantazo y medio. En fin.
Ahora, tiene otras cosas Ballester que son hermosas. Como la idea de que "La Música es la Farmacia del alma (...) Cuando desafinamos, el enfermo se muere." (p. II, 505). Al igual que Ballester aparecen otros secundarios bien interesantes, como Aurora (bien importante), su hermana y su madre, doña Casta; y todos los que se arremolinan en este círculo. De Aurora hablamos más adelante.
Es fascinante algo que ocurre con doña Lupe, al menos a mí me lo ha parecido. Como ella sospecha que hay lío con Juanito da por hecho que este a su amante le estará dando dinero, y como ella es gran devota del peculio, pues se pone a buscar ufana. Pero no da con ello, así que acaba por decir: "Pues si efectivamente no le ha dado nada, hay que reconocer que este hombre es el mayor de los indecentes." (p. II, 523), touché. Pero claro, para Fortunata también hay estopa: "Grandísima idiota. Por no saber, no sabes ni siquiera perderte. (...) No he visto otra. No tiene vergüenza ni tampoco sengido común. ¡Qué canalla y al mismo tiempo qué bestia! Si hubiera un infierno para los tontos, ahí debieras ir tú de cabeza". (pp. II, 534-5)
Hay dos momentos bien importantes en este largo capítulo. Por un lado la noche del puñal y los venenos (de la que no voy a decir nada más) pero que pone los pelos de punta. Brutal. Y por otro, el pasaje en el que Aurora, viuda de Fenelón, cuenta a Fortunata lo que le ocurrió con su primo. Es una historia en la que la propia Fortunata se puede ver reflejada y entender muchas cosas. Ambos momentos son fascinantes.
II Insomnio
En este capítulo nos vamos con Jacinta. Hemos escuchado hablar a Aurora y ahora podemos ver de primera mano si sus sospechas son ciertas o no. Y para ello el sobrino de Guillermina, Moreno, todo un gentleman, al que ya hemos visto en otros momentos a lo largo del libro, nos va a acompañar en todas estas páginas.
De nuevo el amor y su constante presencia en la novela, aunque, por lo que se ve, todos los que aman sufren. Sólo los que no aman parecen vivir felices aquí (como Juanito, picando de flor en flor; aunque a su manera él también ama).
De nuevo Galdós nos mantiene en vilo no sabiendo qué piensa Jacinta y sí qué piensa Moreno (como ha hecho en muchos otros momentos de la novela). Y de nuevo nos encontramos con alguien aturdido por el amor, atribulado por completo. Ahora, que Moreno tenga 48 años y que parezca un viejo... caray, que yo tengo 48 años (jajajajaja).
Y poco más os voy a contar de este capítulo que tiene un desenlace inesperado (o no).
Pasad una feliz semana de lectura.
Saludos
Pep Bruno