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Felicity II

Libro que estamos comentando: 
Felicity

 
Estimadas personas lectoras, continuamos con nuestra Felicity.
El libro, como ya habéis podido ver, tiene tres partes. No ha sido posible dividir la lectura por estos apartados —El viaje, Amor y Felicidad— porque el tercero solo incluye un poema, y la distribución no sería muy equitativa. De modo que en esta segunda parte de la lectura llegaremos hasta la página 81 con el poema “Todo lo que estuvo roto”.
Nueva recomendación de orden general: cuando estéis leyendo un poema, procurad en lo posible satisfacer vuestra curiosidad a propósito de todas las palabras o nombres que desconozcáis, ya que esto os dará una dimensión más completa para comprender el poema. Por ejemplo, estas son algunas palabras que aparecen en los poemas y que tal vez os venga bien averiguar qué o quién son: Indian River, Super Bowl, John Muir, Cobb Creek, incluso la reina de Saba y Salomón tal vez merezcan un breve repaso de su historia.
Cuando nombra a Emily, sin duda se refiere a Dickinson, la poeta americana que para ella no parece necesitar presentación. Intuyo que es debido a ese trato “íntimo” que le gusta establecer con otros poetas, aunque sean de épocas diferentes a la suya.
También merece la pena enterarnos de quién fue Rumi, un poeta místico persa (1207-1273) que encabeza con un poema cada uno de los tres apartados en el que está dividida la obra. Y que por tanto tiene gran relevancia para la poeta.
Tanto es así que le dedica —además de los tres inicios del poemario— un poema especial. Y viene a propósito de esa vivencia de intensa presencia atemporal con otros poetas que comentábamos más arriba a los que Oliver llama “compañeros un tanto fantasmales, amigos”. El poema se titula “Me complace decirle” (p. 33) y en él asegura que mientras los poetas viven dentro de nosotros-as estos pueden “zafarse sin dificultad” del largo abrigo negro del Señor Muerte. Así es. Y por esta razón estamos aquí: para zafar a nuestros-as poetas del largo abrigo negro…
De su libro “La escritura indómita” —una colección de ensayos bien interesante— extraigo este comentario que nos viene bastante a propósito referido al poema Trastero (p. 51) en el que la poeta exhorta a un desprendimiento de los objetos: “Devuelvo a las dunas los huesos del zorro y los entierro. Ya no quiero conservar cosas de este tipo. Sí, me colman de admiración, y de curiosidad. Pero creo que es otra cosa —una veneración que desaprueba acumular objetos— lo que nos aguarda a todos, antes o después. Como un regalo, una revelación, una emoción más feliz que la posesión. O, de pronto —¡demasiado tarde!—, como una pedrada en la frente.” (p. 96)
 
El primer poema de esta segunda entrega de lectura (p. 54)  es en memoria de Tom Shaw SSJE, un religioso de la iglesia anglicana (las siglas SSJE significan Sociedad de San Juan Evangelista, una orden monástica de esta iglesia), y nos habla del frío que se siente por la pérdida de un amigo. El siguiente poema, “Esa larga distancia” (p. 57) habla del camino de la vida y su sentido (¿qué te ha parecido, qué te sugiere?); y el tercer poema “Esta mañana” (p. 59), que termina diciendo “como un sencillo / acontecimiento de barrio, un milagro / está sucediendo”, cierran la primera parte del poemario titulado EL VIAJE.
Es ahora, con la lectura de estos tres últimos poemas, cuando sentimos que se nos acaba de revelar el sentido de la vida para la poeta. Y estamos preparados para la segunda parte titulada EL AMOR, que por cierto no nos decepcionará en absoluto. Eso espero.
En ella, a lo largo de los distintos poemas llenos de matices nos adentramos en las variadas percepciones del amor: el recuerdo, el primer día, el contacto físico, la novedad, el miedo, la alegría, lo inefable.
Es precisamente aquí, con uno de los “inefables” (en la página 81 con el poema “Todo lo que estuvo roto”), donde se detiene nuestra lectura:
… En cada día haya algo
cuyo nombre es Para Siempre.
 
¡Que lo disfrutéis! Y tenedlo en cuenta: todos vuestros comentarios serán bienvenidos.
¡Viva la poesía!
Estrella Ortiz