3ª parte. La salamandra ante la casa de Montag
Libro que estamos comentando:
Fahrenheit 451
Faber es un personaje importante y a la vez muy extraño en esta novela. Su figura de viejo profesor de Literatura ejerce una atracción sobre Montag que le convierte en la única persona a la que puede acudir cuando el bombero sufre su particular crisis existencial.
¿Su virtud? "Habló con voz llena de cadencia, contemplando el cielo. los árboles y el exuberante parque; y al cabo de una hora dijo algo a Montag, y este se dio cuenta de que era un poema.... En realidad, eso fue todo. Una hora de monólogo, un poema, un comentario.; y, luego, sin ni siquiera aludir el hecho de que Montag era bombero, Faber, con cierto temblor, escribió su dirección en un pedacito de papel."
Bradbury es muy críptico cuando debe concretar cómo ejerce su influencia y cuál es el contenido de sus enseñanzas. Al principio, es una especie de gurú que descubre a Montag los valores de los libros y la lectura. "Y quiero que me enseñe usted a comprender lo que leo" le confiesa este, atrapado sin remedio por la mágica atracción de un objeto prohibido.
Es la Biblia el primer libro que Montag salvó de una quema y es ese libro el que lleva a la cita con el viejo profesor. Faber se muestra reticente, no en vano confiesa su cobardía por no haberse rebelado cuando las primeras muestras de la represión y la censura tuvieron lugar. Ya es tarde para él, sin embargo, la determinación de Guy Montag por recuperar todo lo que ha perdido mientras quemaba los libros y las casas que todavía los guardaban le animan a ayudarle. Discurren planes tan sorprendentes como imprimir ellos mismos libros y distribuirlos entre la personas que todavía se sientan atraídas por el recuerdo de épocas anteriores a la prohibición. Incluso van más allá: piensan en la estratagema de guardar algunos de estos libros en los cuarteles de los bomberos y así conseguir que, si estos son denunciados, sucumban también al fuego de su propios lanzallamas.
Finalmente, la fórmula que emplean es una pequeña broma en forma de aparato intercomunicador que introducido en el oído de Montag permitirá mantener la comunicación entre él y Faber. El viejo servirá de secreto consejero durante los momentos en los que Montag se enfrente a situaciones comprometidas, concretamente cuando mantenga conversaciones con el capitán Beatty en el cuartel de bomberos o cuando tenga que enfrentarse a la visita que Mrs Phelps y Mrs Bowles realizan a Mildred.
En ninguna de las dos ocasiones, Montag es capaz de mantener la calma y no dejarse llevar por su furia, a pesar de los consejos que recibe de Faber por el "pinganillo". La visita de las amigas de Mildred es una insulsa repetición de fórmulas intrascendentes frente a las paredes audiovisuales del salón de los Montag. Hablan de tener o no hijos con la misma frialdad y falta de compromiso en ambos casos. Todo debe ser divertido y lograse sin esfuerzo, y nada debe perturbar la aparente y falsa felicidad de las mujeres con sus "familias" virtuales de las pantallas.
Montag no soporta tanta banalidad y reacciona con una actitud impertinente a las conversaciones de las tres amigas. Las escandaliza de la peor forma que puede hacerlo en ese momento, le enseña un libro y les lee poesías antes de que las visitas huyan despavoridas.
Las consecuencias no tardan en aparecer. Esa misma noche la estación de bomberos recibe un aviso que acaba con la "salamandra" de los bomberos en la casa de Montag.