2ª parte. Hasta el encuentro con Faber.
Libro que estamos comentando:
Fahrenheit 451
Montag espera el encuentro diario con Clarissa con una extraña expectación, pero la joven ha desaparecido y ya no se cumple su rutina de los últimos días, en los que se había acostumbrado a su presencia y a su particular forma de ver la vida, tan alejada de los usos y costumbres impuestos por un estado con trazas totalitarias.
Clarissa había dejado una profunda huella en su vida y le había hecho ser consciente de su infelicidad y de la falta de conformidad con su forma de vida. ¿Os acordáis del juego con el diente de león para descubrir si se estaba enamorado?. Me recordaba a esas confesiones de quienes han vivido una experiencia religiosa y declaran que su vida no tenía sentido hasta que habían sentido la llamada de Dios.
Guy Montag, como un Saulo del futuro en el camino de Damasco, tuvo una revelación. Clarissa McCellan le hablaba a la cara; ella era de verdad, a pesar de sus escasos dieciséis años, lo contrario que esas presencias fantasmales con las que se comunicaba Mildred en su dormitorio.
El cuerpo de bomberos (casualmente Bradbury los describe como tipos rudos, de gesto poco amistoso y siempre envueltos en el polvo negro del hollín de los incendios) tiene muy bien ganada la antipatía de los ciudadanos. Montag se reconoce en los defectos de sus compañeros. Ninguno se plantea la vileza de su profesión. Aún más, El capitán Beatty, el veterano jefe del escuadrón, vigila la rectitud moral de sus subordinados.
Puede parecer condescendiente con su debilidades, como cuando sabe que Montag conserva un libro recatado de una de sus operaciones nocturnas, o que ha leído las primeras líneas de otro ("Hubo una época..." dice Montag delatándose al reproducir "Once upon the time" de los inicios de los cuentos tradicionales)
Sin embargo, una de sus funciones principales es mantener la ortodoxia impuesta por el estado en relación con la prohibición de tener y leer libros. Él conoce la historía de su país (¿Estados Unidos o Reino Unido? Me inclino por este último), no solo la falseada por la propaganda estatal.
Mientras visita a Montag y a Mildred les cuenta cuando los bomberos pasaron de apagar fuegos a crearlos. "Filmes y radios, revistas, libros, fueron adquiriendo un bajo nivel, una especie de vulgar uniformidad... Todo se reduce a la anécdota, al final brusco." Los conocimientos se hicieron cada vez más escuetos y banales... "¿Por qué aprender algo, excepto apretar botones, enchufar conmutadores, encajar tornillos y tuercas?" Con ese tipo de argumentos, Beatty dibuja una distopía en la que la sociedad busca el placer inmediato, no tener conflictos ni preocupaciones y ceder su capacidad de tener opinión propia a la omnipresencia del estado. Una frase resume la cesión de la libertad individual a la tutela del estado: "No nacimos todos iguales y libres, como dice la Constitución, sino todos hechos iguales. Cada hombre, la imagen de cualquier otro." Con este tipo de argumentos se justifica que el conocimiento que contienen los libros debe ser destruido para evitar que la gente piense. Solo se permiten las revistas de historietas (¡qué ironía!) y los manuales técnicos.
Algunos críticos han afirmado que Bradbury se sirve de Farenheit 451 para poner en evidencia la barbarie de la quema de libros del régimen nacionalsocialista en Alemania, o de la quema de libros prohibidos por la Inquisición. El autor confesó, años más tarde de la publicación, que su crítica iba contra la política de coacción y de censura del macartismo. En los años cincuenta del siglo pasado, se produjeron en Estados Unidos acusaciones de deslealtad, comunismo, subversión o traición a la patria contra autores y personajes de la cultura, en las que no se tuvo el debido respeto a un proceso legal justo donde se considerasen los derechos humanos del acusado.
De cualquier forma, Ray Bradbury cuenta cómo Guy Montag decide rebelarse contra la sociedad en la que ha estado viviendo durante toda su vida y tomar las riendas de su destino, aunque sea consciente de que la fuerza del estado va a actuar contra él, igual que contra todos los que se salen de la norma. ¿Fue acaso Clarissa y su familia víctimas de la represión gubernamental?
Después de actuar en la casa de una anciana que conservaba multitud de libros y de quemar la casa , los libros y a la propia mujer, Montag decide que no puede continuar trabajando de bombero, un trabajo que le repugna. ¿Cuál es la reacción de Mildred cuando sabe las intenciones de su marido y este le muestra los libros que ha ido guardando en su casa? Lo primero es perplejidad, después sorpresa y miedo por las consecuencia que esto les puede acarrear. Pero esa reacción es momentánea. Enseguida vuelve a hundirse en la gratificación banal y narcótica con las pantallas instaladas en tres de las paredes de su dormitorio.
¿Qué le queda a Montag cuando es consciente de la falta de implicación de su mujer? Buscar la ayuda de un viejo profesor de Literatura retirado que conquista a Montag con poemas.