1ª parte. Hasta la desaparición de Clarisse.
Supongo que ya sabíais que 451 grados Farenheit hace referencia a la temperatura a la que arde el papel. De hecho, esta circunstancia aparece antes o después en todas las ediciones de la novela de Ray Bradbury. Lo que no es tan evidente es la correspondencia de esta medida con la escala Celsius, la que generalmente utilizamos los ciudadanos de países de legua no inglesa.
Iba a hacer el cálculo, cuando Wikipedia nos ofrece directamente la solución en la entrada correspondiente a esta novela: "En la escala de temperatura Fahrenheit (°F), 451 grados equivalen a 232,8 °C y su significado se explica en el subtítulo de la obra: «Fahrenheit 451: la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde»".
Puede parecer aparentemente un dato superficial, pero en este libro la temperatura a la que arden los libros es un dato simbólico de una importancia crucial. Todos sabemos lo difícil que resulta quemar un libro, que no se consigue con acercarle una cerilla, sino que hay que echarlo al fuego o a una hoguera bien encendida para que se consuma con eficacia.
Esta distópica novela presenta una sociedad estadounidense del futuro en la que los libros están prohibidos y existen «bomberos» que queman cualquiera que encuentren. Estos utilizan unos aparatos, llamados deflagradores, (supongo que serán una especie de lanzallamas, porque al principio de la novela Clarisse reconoce el oficio de Montag por el olor a queroseno que lleva impregnado en su ropa) que alcanzan con seguridad temperaturas superiores a los 233 grados, porque queman libros, casa y hasta personas.
¿Cómo llega una sociedad que quiere progresar hacia metas mejores a prohibir la lectura y, por lo tanto, los libros? ¿Qué encuentran de malo en ellos para que lo que ha servido eficazmente como herramienta de desarrollo se convierta en una dificultad que es necesario erradicar?
En esta primera parte no conocemos ninguna de las razones por la que los "bomberos", y así lo confiesa Montag, no recuerden cuando apagaban fuegos. Ahora solo sirven para provocarlos y acabar con el papel como soporte para transmitir conocimiento.
El grupo de bomberos en el que trabaja Guy Montag está dedicado a quemar los libros que los disidentes, contraviniendo las órdenes del gobierno, guardan en sus casas.
Sin embargo, ya en la época que Bradbury imagina existían otros soportes como los discos, las cintas de audio, el cine, la televisión, la prensa, los carteles o los folletos, que aparecen tangencialmente en la novela, aunque con un uso muy diferente del que se hace hoy día.