2ª parte. Hasta el capítulo 22.
Libro que estamos comentando:
Enero sangriento
Howie Nairn se llevó a la tumba el secreto que tanto intriga al detective Harry Mccoy. ¿Por qué le avisó de la muerte de Lorna Skirving? ¿Qué pretendía con eso?
Parce evidente que la propia muerte de Nairn está conectada con la de Lorna Skirving y la de su asesino Tommy Mullen, pero investigar dentro de la cárcel de Barlinnie parece tarea imposible. En la cárcel no hay testigos. Existe un pacto de silencio que funciona como un muro impenetrable de lo que pasa dentro. Nadie ha visto nada, a pesar de que quien rebanara el cuello de Nairn lo había hecho de forma muy profesional.
La línea principal de investigación será seguir la pista de la vida del joven Tommy, y para ello a McCoy le asignan un compañero con el que formarán una pareja de manual.
Wattie (así, sin nombre, aparece en la novela) era un prometedor y brillante joven policía de provincias al ue sus mentores promocionan recomendando a McCoy que lo utilice como ayudante meritorio. Con él adquirirá experiencia y participará en casos de los que se ocupa la policía de una gran ciudad como Glasgow. Con McCoy recorrerá los bares y tugurios que este frecuenta, conocerá su peculiar forma de investigar, sus amigos y sus fuentes de información. No diremos que Wattie se escandalice, pero casi. Con Wattie actúa de maestro: "Esto es Glasgow. La gran ciudad, y aquí las cosas son diferentes. Tienen que serlo, o estaríamos en guerra las putas veinticuatro horas del día. Nosotros los usamos y ello nos usan a nosotros.... Para que las cosas puedan ser así, tiene que haber un toma y daca". Eso le dice cuando el joven le pregunta sobre sus relaciones tan cercanas con personajes relacionados con el mundo del crimen.
A Wattie le llegan noticias de la relación de McCoy con Stevie Cooper ("Han dicho que Cooper le tenía en el bolsillo"), un mafioso con el que forjó su amistad desde la estancia de los dos en un orfanato. En el capítulo Diecinueve, a modo de flashback, se relata el momento en el que ambos se enfrentan al abuso y a la brutalidad de los curas y las monjas que dirigían veinte años antes el establecimiento. Debe ser el Hogar Nazareth, el mismo al que acuden los policías para buscar pistas sobre el paso de Tomy por este local de acogida. Allí, la charla con el padre McClure despierta en McCoy recuerdos de repugnancia irracional que a duras penas puede controlar. Describe con asco el parecido del padre con los sacerdotes que había conocido allí, la gomina, el sudor en la frente, el aliento a alcohol, mezclado con el suelo pulido del edificio y el olor a incienso. Del padre McClure consigue la dirección del trabajo y el alojamiento que consiguió el joven después de abandonar el orfanato, Broughton House.
Esa casa también guarda tormentosos recuerdos para McCoy. Es la mansión de los Dunlop, una familia de ricos e influyentes millonarios a los que iremos conociendo cuando los dos policías acudan a preguntar por detalles de la vida de Tommy en esa casa en la que estaba contratado.
La escena de la visita a Broughton House me causa una incierta sensación de déjà vu, como si ya hubiese leído una situación similar en alguna de las novelas negras clásicas de Chandler o Hammett. Durante lo leído hasta ahora, McCoy se me ha estado figurando, a pesar de que él es policía y muchos de los protagonistas de estos escritores son investigadores privados, como una especie de Sam Spade, el personaje de Dashiell Hammett, un tipo duro, desaliñado, que resuelve los casos peinando los bajos fondos, con métodos no muy heterodoxos, hasta violentos.
El detective Harry McCoy es un personaje extremo. Tiene treinta años y se ha hecho a sí mismo. Ha tenido que lidiar con una infancia dura, que le ha servido para conocer de primera mano la otra cara menos amable de la ciudad de Glasgow, y con unos demonios internos que más de una vez están a punto de llevarle al precipicio. No tiene mucho respeto por la Iglesia católica ni por los poderosos, ni siquiera por sus propios compañeros. Tiene valedores cercanos que aprecian su fino olfato, su capacidad de trabajo y su facilidad para molestar a los poderes establecidos. Con esos mimbres, y con algunos otros muy significativos: una novia drogadicta y prostituta, su afición por el alcohol o sus amistades con el hampa y los bajos fondos, Alan Parks compone un protagonista muy atractivo que parece tener una dignidad moral por encima de la media de su profesión. Ya veremos cuál es su punto débil.
Por ahora, ha conseguido violentar a los curas y a los Dunlop, y de ello a conseguido una considerable paliza que lo mantiene unos días maltrecho en el hospital, con dedos rotos y fuertes dolores por todo el cuerpo. En esta parte de la novela no sabemos todavía con certeza quién se la ha propinado.
(Las cinco novelas, hasta la fecha, de la serie de Harry McCoy)
De Lorna Skirving, la investigación le dirige al mundo)de las escorts, las acompañantes ocasionales que realizan una prostitución de nivel bajo, mientras mantienen sus trabajos alternando dos formas de vida que aparentemente no se confunden. Lorna parece que estaba especializada en los viejos y ricos caballeros, que cuando llegaban a Glasgow por trabajo, buscaban la compañía de jóvenes para divertirse. Las cicatrices que mostraban su cadáver hacían sospechar que también participaba en sesiones de sadomasoquismo. También participaba en sesiones fotográficas dirigidas al mundo de la pornografía; de cualquier manera, un mundo oscuro y peligroso.
Mientras los policías van saltando de casas de campo en los barrios de los ricos hasta construcciones donde viven los más pobres desheredados de Glasgow, los personajes se acumulan en la memoria del lector hasta que este necesita hacer una parada en la lectura y acudir al indice de personajes que se ha elaborado.
Por orden de aparición: Bobby Munro, Howie Nairn, Janey, Murray, Martin Walsh, Alasdair Cowie, Bernie Raeburn, Ally el sucio, Lord Gray, Jimmy Gibbs, Davey Waters, Teddy Dunlop, Marcus Wilson, Susan Thomas, Baby Strange y Jean Baird. Con esta catálogo de personajes de tan diferente condición y participación en la novela, conviene llevar actualizado un registro de quién es y qué hace cada uno de ellos.