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Fin de viaje: Tesalónica y paisaje de frontera

Buenos días queridas viajeras, queridos viajeros. ¿Cómo estáis? Esta semana finalizamos nuestro viaje lector por el norte de Grecia, comentando las dos últimas partes del libro de María Belmonte: Tesalónica y las ciudades invisibles y El paisaje de frontera.
Como ha sucedido a lo largo de todo su libro, Belmonte nos sigue seduciendo con imágenes bellísimas y la dulzura y la fuerza de su prosa. En Tesalónica y las ciudades invisibles, acompañamos a la autora en sus hallazgos y en su enamoramiento de la ciudad:
“Quizá fue en ese preciso instante cuando me enamoré de Tesalónica. Con el tiempo he llegado a pensar que sólo así se pueden captar profundamente los estados de ánimo y los matices cromáticos de los lugares. Como pasa con los amores, sabía que Tesalónica me iba a exigir  tiempo y dedicación. Para amarla de verdad, debía llegar a conocer su historia, su rico pasado, sus convulsiones, sus triunfos y sus derrotas”.
¿Habéis experimentado esa sensación alguna vez? ¿Ante una ciudad, ante un paisaje, ante un lugar cargado de pasado, os habéis enamorado?
La idea de que Tesalónica (al igual que Alexandria o Constatinopla, como escribe Belmonte) es un palimpsesto. ¿no os trae a vuestra imaginación o memoria otras ciudades, quizá muy próximas a vosotros, que son un palimpsesto? ¿No es esa la historia de casi cada ciudad, excepto de aquellas que son de muy reciente creación y, aún así, se están deconstruyendo y reinventándose cada día? No he podido evitar pensar qué pensarán de nuestros restos los ciudadanos del futuro. Y, ligado a esto, me permito recomendaros el podcast, La historia es ayer, de El Extraordinario.
María Belmonte nos lleva de la mano (y lo hace magistralmente) desde el presente al pasado y viceversa, en un círculo perfecto. De su mano descubrimos historias y hallazgos arqueológicos fascinantes, como la cratera de Derveni que puede verse en el Museo Arqueológico, el devenir de la Torre Blanca el símbolo de Tesalónica, las huellas romanas con su impresionante Foro, el capricho del emperador romano Galerio, La Rotonda, o las iglesias paleocristianas y bizantinas… Pero, además, la autora se plantea y nos plantea una pregunta: ¿a quién pertenecen las ciudades? Ella misma responde: “Si antes me preguntaba de quién son las ciudades, la respuesta estaba clara: las ciudades son de quien las ama”.
Pero el capítulo va dedicado a Tesalónica y a Las ciudades invisibles (1972) de Ítalo Calvino, una obra original y hermosa que, os confieso, es una de mis próximas lecturas. De hecho, Belmonte compara a Tesalónica con una de esas ciudades, con Maurilia, catalogada en “ciudades de la memoria”. ¿Habéis leído esta obra de Ítalo Calvino? ¿Habéis leído alguna de sus obras, como Si una noche de invierno un viajero, o El barón rampante? (Ya tenemos lecturas, o relecturas pendientes). Os dejo esta entrevista a Ítalo Calvino, en italiano, con subtítulos en español.
Del epílogo El paisaje de frontera, me gustaría destacar, además de las reflexiones sobre las fronteras y el porqué se crean (genial, veraz y brutal la escena El amanecer del hombre, 2001. Odisea en el espacio y cómo la cuenta la autora), el lago Prespa y la cueva, o la isla de San Aquiles, significado de Grecia para María Belmonte: “Con el tiempo he llegado a comprender que todo en el paisaje griego me invita a proyectar mis sueños y a convertirlo en un refugio contra las inclemencias de la vida, en un hogar cálido en el que cobijarme de la intemperie. Puede que en nuestro amor por una tierra distinta de la que hemos nacido se oculte una búsqueda inconsciente del paraíso del que fuimos desterrados”.
Vuestro turno. Salud y largo viaje, lectores.
(Fotografía de Tesalónica: By User: Bgabel at wikivoyage shared, CC BY-SA 3.0)