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La Australia civilizada. Capítulos 4, 5 y 6.

Libro que estamos comentando: 
En las antípodas

Queridas viajeras, queridos viajeros: traemos a Ítaca los tres siguientes capítulos de En las antípodas, correspondientes a la parte 2, La Australia civilizada. La costa del Boomerang.
En el capítulo 4, Bryson repasa para nosotros la historia del descubrimiento de Australia (por parte de los europeos) y la fundación de Sidney. El autor baja a tierra los hechos históricos, narrándolos en un tono divulgativo y entretenido, que los hace sumamente atractivos. En ocasiones, nos parece estar leyendo un libro de aventuras cuyos protagonistas (los marinos, los exploradores, los soldados, los gobernadores…) son torpes e ingenuos y si las cosas se les enderezan, no es por inteligencia, sabiduría o valentía… sino por pura suerte.
Del rosario de navegantes y exploradores que se acercaron a la costa australiana y creyeron que no era el continente anhelado, a los que embarrancaron y se fueron porque lo que vieron no les pareció tener el mínimo interés, o los que, simplemente, se pasaron de largo… cabe mencionar, por supuesto, a James Cook y su Endeavour, al bordo del cual iba el botánico inteligente y rico Joseph Banks que recogió tantas muestras que él solo debió de dar trabajo a todos los catalogadores del Museo de Historia Natural. A ellos, a sus hijos, a los hijos de sus hijos, hasta nuestros días, que aún esperan en cajones a que se pongan con ellos los conservadores o quienes procedan (esto me pareció alucinante). Cuando estaba leyendo esta parte, recordé la serie de novelas Aubrey-Maturin de Patrick 0’Brian (salvando las distancias de época y propósito, Aubrey sería Cook y el cirujano y espía Maturin, Bancks). Casi hilarante es (no para los integrantes de la Primera Flota, desde luego), que Cook confundiese la estación húmeda con la seca y su descripción de Australia fomentase la ilusión de una campiña inglesa verde, familiar y doméstica…
Los orígenes de Australia como campo de prisioneros para los ingleses están, también, empañados de trágicas (me temo que a nuestros ojos lectores del siglo XXI, también, descacharrantes) desdichas. Esa Primera Flota de 1787, encabezada por el gobernador Arthur Philips, que llega al continente inexplorado con cuatro cosas mal aprendidas en la cabeza, custodiando a una colonia de presos (ojo, que habían robado encajes, nabos o un libro… tremenda la decisión de Gran Bretaña de mermar así la fuerza social de las clases bajas en la sociedad industrial), sin un labriego, ni un albañil, ni un artesano competente… Y la manía de los nativos de atacarles.
En la segunda parte de este capítulo, el autor narra sus cuatro días deambulando por Sidney, recordemos las ganas que tenía de pasearla y descubrirla con tiempo.  En su narración, nos dibuja el perfil característico de la ciudad, el origen de sus monumentos más emblemáticos (como la Opera House y el Harbour Bridge), y nos va regalando lecturas que sirven para contextualizar todo lo que va escribiendo. De sus vagabundeos, llama la atención la visita al Museo Marítimo Nacional de Sidney, (donde todo lo relativo a la Primera Flota se oculta o se falsean los datos. A los australianos no parece gustarles que les recuerden cómo y por qué llegaron al país, pero como dice Bryson: ¿Qué más da que la abuelita tuviera los dedos un poco largos en su juventud?) o al Museo Australiano de Hyde Park, en el que, si eres aprensivo, no querrás entrar (o, a lo peor, se te quitarán las ganas de ir a Australia): arañas, serpientes, medusa cofre…
Sin duda, una de las partes más divertidas de este capítulo es el episodio del atajo por el bush en plena ciudad, el ataque de los perros (“Todos los perros de la Tierra me quieren ver muerto”), el salto de la tapia, y el cambio del punto de vista a la hora de contar el desenlace.
Algunos enlaces:
Luis Váez de Torres (Estrecho de Torres).
Abel Tasman
Janszoon
James Cook. Joseph Banks (Fijaos en la exposición del Museo de Historia Natural)
Arthur Philips, fundador de Sidney.
Conde Jean François de La Pérouse
Jardín Botánico
Selección de museos de Sidney (con enlaces a las páginas oficiales).
Circular Quay
Opera House
Harbour Bridge Bayonne Bridge de Nueva York
Luna Park
Biblioteca Pública de Nueva Gales del Sur
Capítulo 5
Una vez que Bryson consigue escapar (casi) indemne del ataque de los perros y las sospechas de la mujer de mediana edad, emprende viaje por la Great Western Highway, que atraviesa las Blue Mountains.
Antes, hace una reflexión sobre los usos y costumbres de ciertos gobernadores de bautizar cientos de lugares con sus propios nombres, como es el caso de Lachlan Macquarie: lagos, montañas, ríos…
Pero ahí tenemos a Bill Bryson, cuyo destino final es Adelaida, cruzando las Blue Mountains, y, en un primer destino, Katoomba y el mirador Echo Point. Aquí tenemos otro delicioso momento, con el primer y segundo encuentro con la pareja de ancianos. Entre tierno y divertido.
En la vuelta a la carretera , llegando a la cuenca del Murray-Darling y las tierras rurales, vuelve a traernos el autor a esas vacas que se les escaparon a los primeros colonos de Australia… (a nadie se le había ocurrido que, quizás, en vez de intentar superar las Blue Mountains, era más fácil rodearlas…). En su viaje, Bryson redescubre la luz de los veranos de su infancia, en Iowa, el ambiente de un mundo olvidado, mágicamente conservado y cómo ir en coche podía ser divertido si se iba despacio, disfrutando del aquí, del ahora, de la naturaleza y del momento.
Los municipios desprenden un aroma inconfundible a los años 50: Ninyeng, Cowra (tremendo el episodio de la “infame evasión de Cowra”), Young y su tienda para animales domésticos y pornográfica (¡!).
En Young, antes conocido como Lambing Flat, en su museo, vive el escritor otros de esos encuentros, tropezones o topetazos, delirantes y surrealistas. Primero con la guía/vendedora de entradas y, luego, con un matrimonio australiano, (intensa ella y campechano él). El Lambing Flat Museum desglosa los días de gloria de la ciudad como pueblo minero, y unida a esta gloria, las sombras: el episodio de la paliza a los chinos por parte de los mineros blancos cuando el oro comenzó a escasear. Toda la visita al museo (“salvo por la ausencia de telarañas podía haber sido el granero de mi abuelo”) merece una relectura.
Algunos enlaces:
Great Western Highway
Blue Mountains
Lachlan Macquarie
Katoomba Mirador Echo Point. Three Sisters
Cuenca del Murray-Darling
Cowra
La fiebre del oro
Capítulo 6
Este capítulo me ha resultado especialmente interesante, y eso que la ciudad se me antoja desangelada, con esas avenidas tan largas y tan anchas, con tan poca animación callejera… La historia de por qué la inauguraron, de los nombres que se propusieron (menos mal que no triunfó Sydmeladperbrisho), y el resultado “es una ciudad muy rara. Un parque enorme con una ciudad disimulada dentro. Césped, árboles, y un gran lago ornamental”. A medida que seguía el itinerario de Bryson por Canberra, he ido buscando imágenes de los edificios, de esas avenidas, de esas rotondas… Creo que la anécdota de que en 1996 el primer ministro, John Howard, quiso seguir viviendo en Sidney, lo dice todo. Un lugar de difícil acceso, lejos de todo, en una planicie que se asemeja a un campo de batalla. Viendo las fotos, realmente parece una ciudad de decorado, no una ciudad vivida... ¿os gustaría visitarla?
Algunos enlaces:
Walter Burley Griffin. Marion Machony Griffin.
Frank Lloyd Wright
Biblioteca Nacional de Australia
National Capital Authority Exhibition: (vídeos) Canberra en los años 70; Plannig Australian’s National Capital; Meeting Marion
Commonwealth Avenue Bridge
Captain Cook Memorial Jet
Galería Nacional de Arte
Arthur Streeton (vídeo)
Parliament House
Sigo lanzándoos preguntas cuál boomerang: ¿qué escena/encuentro/hecho histórico os ha parecido más surrealista/divertido/tierno? (Tenemos un montón para elegir, creo). Respecto a los museos: ¿habéis estado en algún museo insólito tipo “granero del abuelo”? ¿Qué sensaciones habéis cosechado tras viajar por Sidney, cruzar las Blue Mountains, visitar pequeños municipios anclados en los años 50 del Mediano Oeste y llegar a Canberra? ¿Cuál ha sido el personaje/suceso histórico de los que nos cuenta aquí Bryson que más os ha impactado?
“Es un país duro”, dice Bryson y, yo, os propongo un pequeño juego: escribid una razón para visitar Australia y una razón para no pisar su suelo en la vida. ;-)
Contadme, contadnos. Vuestro turno.

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