Prólogo y Parte I
Queridas viajeras, queridos viajeros…
Iniciar un viaje, empezar un libro, comenzar la conversación. Cada día, cada mes, tenemos la posibilidad de estrenar una primera vez. A mí, esto, me parece extraordinario.
Entre las manos, o en la pantalla, un libro-testimonio (que, tal vez, nos recuerde a Salvaje de Cheryl Strayed), un libro-viaje, un libro-aventura, un libro-sendero. De nuevo, nos lanzamos al camino, en esta ocasión al Sendero de la Costa Sudoeste, para recorrer 1.014 km, entre acantilados, de Somerset a Dorset.
Esta semana, hablaremos en torno al prólogo y a la Parte I, Hacia la luz. En esta parte, Raynor y su marido, Moth, pierden todo lo que habían construido (su hogar, su modo de vida) debido a la traición de un amigo. Además, por si esto fuese poco, a Moth le diagnostican una enfermedad degenerativa terminal. Lo tienen todo en contra… y, ¿qué se les ocurre? En realidad, qué se le ocurre a Raynor. Salir a caminar. No tienen a nadie que les ayude, sus dos hijos en la universidad, apenas pueden mantenerse a sí mismos. Incapaces de continuar en los alrededores de su querida granja, deciden marchar lejos, muy lejos, caminar más de mil kilómetros, acampar al aire libre, acarrear lo poco que tienen sobre sus espaldas.
“Podíamos caminar”. “Simplemente, dar un paso detrás de otro”.
Me ha llamado muchísimo la atención la situación de desamparo que viven Raynor y Moth. No tienen abogado (¿ni siquiera, de oficio?). La parte en que se presentan los oficiales a desalojarlos… podemos imaginarlos bajo el hueco de la escalera, abrazados, ateridos y atemorizados. Tras treinta y dos años juntos, lo han perdido todo, nadie les ha ayudado. (¿Ni siquiera el hermano de Moth?). El punto álgido es el diagnóstico de la enfermedad y el simbolismo de la muerte de su oveja anciana (¿diecinueve años? Eso es un récord).
Deciden emprender una huida hacia delante.
“Perdimos el caso, perdimos la casa y nos perdimos a nosotros mismos”.
Guau. Me pregunto si es valor o desesperación. Creo que los seres humanos somos capaces de sobreponernos a lo peor.
Al final de la parte I Winn realiza una reflexión muy interesante de las personas sin hogar y los prejuicios de la sociedad sobre ellas. A menudo pienso que la línea entre tener una casa, un hogar, y vivir en la calle es muy, muy fina. Basta con no tener un soporte familiar y dar un traspiés y perderlo todo. Y, para muestra, la historia, el relato de este matrimonio con dos hijos, que se habían esforzado, que habían trabajado, que habían creado una vida a medida y…
Les tenemos ya en camino. Y… yo he pensado que podríamos ir armando una BSO para que les acompañe (para que nos acompañe, también, a nosotros en la lectura). Y, a ellos, en su viaje a pie. ¿Qué os parece?
La mía: Somos instantes, de Caloncho.
Os dejo algunos recursos para irnos adentrando en el viaje:
El sendero de la sal, Capitán Swing. (Reseñas)
"Al perderlo todo iniciamos un viaje extraordinario"
Minehead, Somersethttps://www.visitsomerset.co.uk/minehead/
Felices instantes.