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El príncipe de la niebla: hasta capítulo 9

Libro que estamos comentando: 
El príncipe de la niebla

Como ya dije la semana pasada el estilo de este libro se caracteriza por la combinación de distintos géneros: fantasía, misterio, aventura y romance, fundamentalmente. Una tendencia que se repetirá en la bibliografía de Zafón y que caracterizará la mayoría de sus obras, especialmente su saga de El cementerio de los libros olvidados. El autor inicia con esta novela una senda que pulirá en sus futuras publicaciones, imprimiéndole mucho más detalle, profundidad de personajes, humor, sensibilidad y por qué no decirlo, ciertas dosis de melodrama.

Yo diría que esta novela se caracteriza por dos cosas: su correctísima ambientación, que nos traslada a los veranos de nuestra niñez, con la bicicleta a permanentemente a cuestas y viviendo aventuras increíbles (quizá no tan reales como la de esta historia, pero casi tanto viviéndolas en nuestra imaginación) y por sus personajes, entrañables y muy empáticos. Serán muy tiernos y nos encariñaremos de ellos con rapidez, sufriendo en nuestra piel todas sus aventuras. Cierto es, a pesar de la empatía, que son bastante planos y maniqueos y en algunos casos no pintan mucho en la historia (por ejemplo, la hermana y madre de Max) más allá de dotar de normalidad (existen para encuadrar a Max en una familia normal). Aunque es cierto que son planos, marcarán la línea del autor en el futuro y sabrá dotarlos de mayor consistencia.

Misterio y romance casi a partes iguales, el autor estrena con esta novela una fórmula que utilizará posteriormente en casi toda su obra y que resultará ganadora. Además hay que destacar que está muy bien escrito, combinando diálogo y descripción, con una prosa delicada y muy fluida. En general más virtudes que defectos en esta ópera prima.

El libro cuenta con 18 capítulos, además de una nota del autor y el epílogo. En la obra, Ruiz Zafón va revelando los secretos de la historia de una forma encantadora, espeluznante, y, a veces, melancólica.

Se hace mención de lo frágil que es la vida del ser humano, y que el tiempo, tal como se conoce: “no existe, y por eso no hay que perderlo”.  Los personajes resultan creíbles, además de entrañables, y van madurando con la trama.

Esta semana leeremos los siguientes cinco capítulos

Cinco: Su padre Maximilian restaura el proyector. Ponen un carrete esa misma noche, con toda la familia reunida. Es una grabación de aficionado por un bosque. Llega al jardín de las estatuas, muy cuidado. Enfoca a los pasayos, uno por uno, y al gran payaso central, que Max no percibe como lo había visto el día anterior. A solas, su hermana Alicia le dice que la noche antes de venir a la casa ha soñado con ese payaso, pero era algo distinto. Su hermana le sonríe, por primera vez en muchos meses. Se crea un lazo de afecto entre los hermanos.

Seis: Max y Roland bucean y ven el barco “Orpheus” hundido en el fondo del mar. Max ve la bandera del barco, la estrella de seis puntas en círculo, la misma del portón del jardín abandonado. Se le cae el sextante que tenía en la mano y asciende a la superficie rápidamente. Descansan en una caseta rehabilitada por Roland, donde duerme en verano y pasa los días. Roland le cuenta la historia de su “abuelo”, el farero. Es un ingeniero que ha subido de polizón al “Orpheus”, pues quiere saldar una vieja cuenta con su capitán, un holandés bribón corrupto.  El barco tiene mala fama. En 1918 accede a llevar de Southampton a Francia a una compañía de circo, propiedad de Míster Caín, también turbia; es el pago por una deuda de juego del holandés con Mr. Caín. Ocurre el naufragio el 23 de junio de 1918. Solo se salva el abuelo porque iba de polizón en una barca salvavidas. En agradecimiento, construye el faro y lo nombran farero vitalicio, para que no se repita. Irina está sola en casa y oye ruidos. La llave del armario gira por sí misma; la puerta de la habitación se cierra sola. Abre el armario y ve a su gato, pero detrás ve la sombra de una persona. Va a coger al gato, pero bufa. Sale corriendo de la habitación; oye risas de alguien. Cae por la escalera y se accidenta; su madre la recoge. El gato, desde arriba, contempla con sus ojos fríos, implacables y siniestros la escena.

Siete: Llevan a Irina al hospital con una conmoción. Los padres la acompañan. Max, Roland y Alicia quedan solos en casa. Roland y Alicia se van a bañar a la playa, entre risas. Max nota que ha surgido algo entre ellos. Luego charlan los tres sobre el payaso siniestro. Comprenden que hay cosas que no entienden. Max les confiesa que ha visto otra vez la película y que las estatuas están en otra posición respecto de cómo él las ha visto dos días atrás. Roland confiesa que sueña mucho con el payaso, y que tiene algo de miedo.

Ocho: Víctor Kray, el farero, tiene una grave preocupación porque no le ha contado toda la verdad a su nieto Roland. Hablan en el desayuno; Roland le dice que Max ha visto el jardín de las estatuas; el abuelo le pide a Roland que convoque a sus amigos en su casa, al lado del faro, a mediodía. Llama el padre, Maximilian, del hospital. Irina mejora lentamente, pero al menos no va a peor. Alicia le confiesa a su hermano que le gusta Rolando.

Nueve: Víctor Kray les cuenta la historia de cómo, siendo niño, conoce a Caín, un hombre de mediana edad, bien parecido y mejor vestido; le llaman en el barrio de la ciudad pobre el Príncipe de la Niebla. Viste una capa con un bordado de una estrella de seis pico metida en un círculo de oro. Concede cualquier favor a los muchachos a cambio de lealtad absoluta. Angus, su mejor amigo, le pide que su padre sea admitido en la fábrica siderúrgica de donde fue despedido. El padre es readmitido. Se les aparece una noche de niebla el Príncipe, con su capa bordada con la estrella de seis picos metida en un círculo y le pide a Angus que incendie el almacén de comidas del polaco Skolimoski, el más rico del barrio. El chico aparece muerto dos días después, como si convertido en hielo azul. El almacén del placo arde. La familia de Kray se muda a otra ciudad; se olvida de Caín, pero todo no hace más que empezar.

Personajes

Ruiz Zafón crea personajes singulares, muy bien caracterizados, a veces por un rasgo físico, a veces por una característica psicológica. Un padre meticuloso, manitas y optimista; una hermana disconforme y distante, un protagonista curioso y atrevido, etc. son ejemplos de esta técnica. Incluso los antagonistas (el Príncipe de la Niebla) se prefiguran en nuestra mente lectora con precisión. El narrador no carga las tintas contra este, sino que lo presenta con sus razones y su lógica para actuar de un determinado modo.

Los personajes más importantes: 

– Max: es el protagonista; a través de él focaliza el narrador. Es un adolescente de trece años aparentemente anodino, pero es un chico lleno de curiosidad y principios firmes, como la amistad y el amor fraternal. Evoluciona a lo largo de la novela y madura a marchas forzadas. Arriesga la vida para salvar la de Roland y se preocupa por la de su hermana, respetando su privacidad.

– Alicia: la hermana mayor de Max, también cambia hacia la profundidad a lo largo de la novela. Primero es una joven descontentadiza y desnortada, algo disgustada consigo misma y con la familia. Sin embargo, descubre el amor y se hace comprensiva y alegre. Al morir Roland, objeto de su amor, adquiere una visión reflexiva, algo triste y melancólica de la existencia.

– Roland: estamos ante un joven atrevido, un poco impulsivo y de pensamiento transparente. Parece el único chico del pueblo, aburrido de su soledad. Es amigo de las actividades físicas y se siente unido al mar. Su acto de generosidad final, al entregar su vida para que Alicia viva, lo dignifica enormemente, por un lado; por el otro, vemos que se cumple su destino, marcado desde muy atrás, a causa de la irresponsabilidad de su padre. Intrépido y valiente, asume con resignación y dignidad su trágico destino.

– Víctor Kray, el farero: es un hombre mayor que lleva una vida retirada y enigmática. Comprendemos su comportamiento solo en la fase final de la novela; se ha dedicado a perseguir a lo que él considera un farsante y criminal, aunque luego resulte otra cosa. El hecho de que consagre su vida, tras el naufragio, a cuidar del niño Roland lo dota de un sentido más profundo y atrae la simpatía del lector.

– El Príncipe de la Niebla: no es otro que la Muerte, disfrazado de adivino, vidente, u otras formas algo inquietantes, como payaso siniestro. Conoce el pasado y el futuro de las personas y realiza pactos con ellas; concede favores a cambio de que les entregue su vida en algún momento que solo él conoce. No es malvado, solo justiciero; obliga a cumplir los tratos con quien negocia con él. Pero esto no lo saben ni los personajes con que se cruza, ni el lector, hasta que no llega el final de la novela. Se alimenta de la muerte de personas, a ser posible jóvenes, pues es su razón de ser.

– El resto de la familia Carver: los padres y la hermana pequeña son personajes secundarios necesarios, pero de menor trascendencia en el desarrollo argumental. Cumplen su papel con convicción, sobre todo el padre, Maximilia Carver; Andrea e Irina, la hermana pequeña, son convincentes y tienen peso específico propio. 

– El gato de mirada ardiente: no es más que otra transformación de la muerte. Siniestro y cínico, casi mata a la hermana pequeña, a modo de aviso, sobre sus poderes.

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Felices lecturas

Saludos

Alejandro