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4ª parte. Hasta el final de la guerra

Libro que estamos comentando: 
El pájaro pintado
El relato del niño vagando por los pueblos adquiere cada vez más tintes de fábula o de cuento mágico. Ningún pueblo se nombra. Es imposible localizar ninguna de las aldeas por las que el niño pasa; de hecho una es igual a la otra, con cabañas de techos de paja, pero sin ningún edificio que las diferencie, ningún río o montaña que permita ubicar una región o un país.
 
Las gentes también son iguales. Siempre la misma barbarie y el mismo desprecio hacia el débil, haciendo valer la ley del más fuerte o el poder del grupo homogéneo que rechaza o culpa de todos sus males al diferente, al niño judío o gitano, en este caso. Esta falta de referencias a la realidad, algo que por contra suele ser utilizado por los escritores para dar verosimilitud a sus novelas, es lo que lleva a pensar que estamos ante un cuento o una fábula fportagonizada por personas.
 
A veces es inevitable creer que todas las penalidades por las que pasa el niño exceden lo creíble, como si esta novela necesitase de la credibilidad para aumentar su interés. Más bien ocurre lo contrario. La sucesión de vicisitudes que le ocurren abundan en la idea de que todo lo que pasa no es más que una justificación de cuán malvada puede ser la voluntad del hombre cuando se enfrenta al más débil.
 
Todo esto Jerzy Kosinski lo sitúa en una época determinada, la II Guerra Mundial, en la que la maldad de un régimen político, el nazismo, se cebó en unos grupos sociales a los que consideró inferiores y dignos de ser exterminados. El autor añade a esa época vertiginosa una indefinida zona geográfica, real o inventada, que, no solo sufría la opresión de las tropas de ocupación alemanas, sino que sufrían también una discriminación racial violenta contra los que no pertenecían, al menos en apariencia, al mismo grupo étnico.
Capítulo 12 La vida con Mackar, su hijo y su hija. 
Este es uno de los capítulos más escabrosos del libro. Por un lado la utilización del niño por Ewka, la hija de Mackar, como un juguete sexual y, por otro, el bestialismo que se sugiere entre los tres integrantes de la familia con su rebaño de cabras, y también entre sí. Sin embargo el niño confiesa: "yo me sentía seguro y feliz". Las escenas de bestialidad que contempla durante su estancia en esta familia le provocan un cambio en su percepción de cómo es el funcionamiento del mundo. Entender la realidad por parte del niño es una de las constantes que se repiten en la novela. Su corta edad, de seis a once años, y la convulsa situación en la que le toca vivir, convierten lo que debería ser su etapa de formación en una toma de conciencia de la necesidad de saber cómo funcionan las cosas para poder entenderlas, dadaptarse a ellas y mejorar su situación, siempre en peligro.

Tras la estancia con la familia de Mackar, decide: "Debía aquirir un potencial de odio que me obligara a entrar en acción y despertar el interés de los Malignos". El p
equeño había decidido explotar su lado oscuro.
 
Capítulo 13.
Parece que un acercamiento al mal le otorga un poder de supervivencia extraordinario. Sorprendentemente sobrevive, en pleno invierso, a una hipotermia tras ser lanzado a un lago helado por una banda de muchachos, que lo toman de nuevo como objetivo de sus burlas y vejaciones. Aunque el pequeño sabe defenderse cada vez mejor.
 
Capítulo 14.
Le rescata Labina, una mujer que se dedican a servir en las casas de los más pudientes y, además, a recibir a hombres en su casa desde que murió su marido, Laba. Aquí el autor introduce un pequeño cuento sobre la vida de Laba y lo que le sucedió, un pequeño cuento moral que no encaja demasiado bien en el conjunto de la novela. 
 
Capítulo 15.
El frente se acerca. Los alemanes están perdiendo la guerra. Una auténtica revolución se produce en la vida de la aldea ante la posible llegada del liberador Ejército Rojo. ¿Será beneficiosa la llegada de los comunistas? ¿Se respetarán las propiedades, las iglesias, las esposas los hijos? La gravedad de la situación flota en el aire. Los padres discuten con los hijos y nadie es capaz de imponer cordura.
 
Pero antes las aldeas reciben la llegada de bandas de kalmukos, grupos de desertores y bandoleros que, aliados con los alemanes, saquean a los pueblos que estos abandonan antes de que lleguen las tropas soviéticas. Se reproducen de nuevo escenas atroces, que solo se dan cuando ni siquiera rigen las leyes de la guerra. Pero esto es solo la antesala de la llegada del Ejército Rojo. Tras los desmanes de los kalmukos, su presencia es recibida en general como una liberación de las desgracias ocurridas en los últimos años.
 
Capítulo 16.
En el otoño de 1944 el niño ya tiene once años. Como huérfano se integra entre los soldados soviéticos, que que lo acogen y lo adoptan con simpatía antes de volver al frente. Dos soldados que se ocupan de él, van a influir notablemente en el desarrollo del pequeño: Gavrila, un oficial político, y Mitka, un instructor de tiro, le van a transmitir sus valores y sus ideales comunistas y se van a convertir en lo más parecido a una familia que haya tenido desde que sus padres decidieron alejarle de los conflictos.
 
Capítulo 17 y 18
De la vida en un regimiento, el lugar donde al niño se le ha tratado mejor y el único en el que no han intentado abusar de él, pasa la ferocidad de un orfanato. La existencia tan dura que el niño había llevado durante la guerra le había preparado para soportar el régimen violento en el que iba a vivir, a partir de entonces, junto con otros quinientos jóvenes abandonados a su suerte. 
 
Capítulo 19
Hace mucho que el pequeño ha dejado de pensar en sus padres. El tiempo y las privaciones le han convertido en un solitario y en un ser acostumbrado a valerse por si mismo. Sin embargo, de forma inesperada sus padres aparecen en el orfanato para recuperarlo. El niño les recuerda vagamente, pero no deja de mostrar indiferencia ante el destino que le espera, lejos de sus amigos y de las leyes de la institución en la que vive. 
 
La noticia de que acabado la guerra provoca un estallido de alegría generalizada, pero volver a la normalidad no es tan fácil. Han sido muchos años en los que el pequeño ha crecido educándose en la ley del más fuerte, por lo que la aceptación de un nuevo estilo de vida, y la convivencia con sus padres, le causan dificultades en su adaptación.
 
Siempre con el anhelo de volver a encontrarse con sus amigos, los soldados soviéticos, la novela finaliza de una manera abrupta, igual que la profunda garganta por la que se despeña en una tarde de ventisca.