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1ª parte. Hasta el capítulo 5

Libro que estamos comentando: 
El pájaro pintado
La infancia debería ser la época más feliz en la vida de un niño. La Convención sobre los Derechos del Niño nos enumera, como pilares básicos del manifiesto, la no discriminación, la primacía del interés superior del menor, la garantía de la supervivencia y el pleno desarrollo, y también el derecho a la participación y a tener en  cuenta su opinión.
 
En EL PAJARO PINTADO ninguna de estas cuestiones tan genéricas, adoptadas por 196 paises en 1989, sirven para proteger al pequeño protagonista, que, poco después del comienzo de la II Guerra Mundial, se ve envuelto en una vorágine de terror que afecta a la mayoría  de la población  de la Europa Oriental, el espacio indefinido en el que se desarrolla  la novela.
 
Jerzy Kosinsky intenta vehementemente convencernos en el prólogo que aparece en las últimas ediciones de que no estamos leyendo un libro de memorias, ni siquiera los hechos que suceden tienen que ser necesariamente verdad, ni la familia protagonista es judía, ni las aldeas y los campesinos tienen similitud con la Polonia rural más atrasada. Llega incluso a afirmar en el prólogo que todo sucede en un "territorio mítico" y en "un presente ficticio intemporal". Sin embargo, ese mismo interés en defenderse de los ataques de las autoridades de su país de nacimiento reafirma la opinión de que, aunque intencionadamente solo se citan los nombres propios imprescindibles, los hechos que cuenta, independientemente de su verosimilitud, tienen lugar en una indeterminada zona que podría corresponder a la parte occidental de la actual Bielorusia o Ucrania, pertencientes, en cualquier caso, a Polonia antes del fin de la guerra. Eso explica que en la novela se hagan continuas referencias a los dialectos locales de los campesinos y al lenguaje culto del muchacho, a la convivencia entre religiones católicas y ortodoxas, a las aldeas tan atrasadas y alejadas de la civilización, en las que sus habitantes sufren enfermedades fruto de la endogamia característica de sociedades de vida miserable.
 
Insiste también el autor en la renuncia a hacerse portavoz de su generación, de la que vivió y sufrió la guerra. Él no quiere verse como un cronista del desastre de su pueblo, sino que quiere ser considerado simplemente como un narrador. 
 
Este ha sido desde su publicación en 1965 uno de lo dilemas de la novela: ¿Está relatando hechos reales y biográficos, o todo es ficción? El otro fue las acusaciones de plagio que sufrió el escritor en sus últimos años de vida y que lo llevaron a sufrir depresiones y, tal vez, al suicidio en 1991.
 
Después de disfrutar de un enorme éxito en los círculos literarios norteamericanos, Kosinski tuvo que soportar las críticas que le llovian desde diferentes entornos. Por un lado fue acusado de utilizar los servicios de editores literarios para arreglar alguna de sus novelas, EL PÁJARO PINTADO fue una de ellas. Las declaraciones de escritores que trabajaron para él, como Paul Auster, ampliaron el conflicto y dejaron muy tocada la credibilidad de Kosinski. Al mismo tiempo recibió críticas desde su país de origen que le acusaban de plagio. La novela que estamos leyendo, y alguna otra de sus primeras novelas, mostraban, al parecer, muchas similitudes con libros publicados en su país pocos años antes que relataban experiencias traumáticas similares a las que vamos a encontrarnos en EL PÁJARO PINTADO
 
Aquí podéis leer reseñas de estas acusaciones y semblanzas de su controvertida personalidad:
 
El texto que vamos a leer difícilmente dejará impasible al lector. Todo lo que se cuenta solo pudo haber pasado en ese momento y en ese lugar, cuando la tragedia y el sufrimiento de poblaciones enteras alcanzaron  límites inimaginables, Fue durante la ocupación alemana de las vastas estepas del este, de camino a la conquista de la Unión Soviética. Sin embargo, y es lo que molestó a los gobiernos de los paises que se pudieron sentir identificados en esta novela, las atrocidades que sufre el niño protagonista no las realizan principalmente los soldados alemanes, sino que son los propios campesinos los que muestran los peores sentimientos hacia el ser más débil y desvalido que llega a sus aldeas. Y lo que es peor, contemplamos su egoísmo, brutalidad, superstición, falta de humanidad y abusos porque el niño que va de aldea en aldea tiene aspecto de judío, o lo que parece que es peor, gitano.
 
Los cuatro capítulos que vamos a leer esta semana me recuerdan indirectamente a las andanzas del Lazarillo. En cada capítulo el niño convive, en su deambular de aldea en aldea, con diferentes personajes que nunca van a demostrarle la menor muestra de cariño. Al contrario, su vida, no va a tener valor mientras abusan cruelmente de él . 
Vídeo de la campaña de Save the Children: Reijanah - Apoya nuestro trabajo con la infancia refugiada