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El mar, el mar, V

Libro que estamos comentando: 
El mar, el mar

Hola a todas y todos, continuamos con El mar, el mar, una lectura que nos tiene completamente atrapados, atrapadas. Un libro fascinante. Para esta semana os propongo ir de carta a carta, me explico: la semana pasada lo dejamos tras la lectura de la larga carta que Charles escribe para Hartley, esta semana os propongo llegar hasta la brevísima carta, apenas una línea, que Charles escribe para Ben, el marido de Hartley, y que Gilbert queda encargado de llevársela. En mi edición estaríamos yendo de la página 306 a la 398 (aunque no me he resistido y he leído algunas páginas más...).
 
ESTA SEMANA
Comenzamos con la entrega de la carta (¿¡pero qué plan de entrega es este!?) y con la primera consecuencia: por fin vamos a poder escuchar a Hartley. Aun así, fijaos que es interrumpida y que parece que Charles no la escucha, ella tiene que insistir una y otra vez: «Charles, escucha, por favor, no he venido a ti como tú crees, como dijiste que querías en tu carta, eso no es posible. Solo he venido a decirte algunas cosas y...» (p. 318) hasta que por fin puede contar una parte de la historia que desconocíamos (y que él, obviamente, también desconocía). Y resulta aterradora.
De pronto podemos vislumbrar el acoso psicológico, los celos y el miedo; pero también, de pronto, podemos calibrar la medida del desequilibrio que ha supuesto la llegada de Charles a esa aldea. Y en este momento recalibramos lo leído (y visto) hasta ese momento, reajustamos el sentido de algunos diálogos y algunos momentos, de algunas situaciones. Pero también podemos ver que las decisiones de Charles (un ególatra recalcitrante) se suman al oleaje de los días de Hartley. Ella parece agotada por la incesante (e interminable) sospecha de Ben, es como si se hubiera rendido y se conformara con seguir adelante con el menor daño posible, por eso la aparición en escena de Charles es una tremenda catástrofe. Y él, como elefante en cacharrería, avanza sin ser consciente de los daños. (El tema de la hora cuando están hablando me pone enfermo y suma al desastre, como veremos. De hecho, suma doblemente por lo que hace él yendo a su casa en medio de la noche -y no puedo contar más.)
En cualquier caso: en el final del capítulo tres, en esas casi 50 páginas pendientes de la pasada semana, por fin podemos escuchar a Hartley (a pesar de Charles), por fin podemos saber una parte importante de la historia que resignifica lo leído hasta ahora. Pero también vemos que, una vez más, Hartley no es escuchada (por Charles, como no lo era por Ben), ella quiere hacer todo de otra manera y no hay forma, cada decisión/acción de Charles es un problema más para su vida. Charles aquí es como el típico idiota que, sin maldad ninguna, quiere ayudarte y cuanto más te ayuda más lo empeora. En fin, ¿qué opináis vosotras, vosotros?
Pasamos al capítulo cuatro (del que os propongo leer otras cincuenta páginas) y allí entran en escena dos personajes. Por un lado vuelve Gilbert Opian y lo hace de una manera asombrosa, me fascina el papel que toma y la posición que, voluntariamente, ocupa. Daría para escribir largo y tendido, ¿no os parece? Nos sirve además para entretener esa espera hasta el nuevo momento de inflexión en el que haya un cambio en la historia. En cualquier caso, Gilbert tiene reservado un papel importante para esta nueva "crisis".
El siguiente punto de inflexión llega de la mano del segundo personaje que entra en escena, se trata de Titus. Sí, Titus, el hijo adoptivo de Mary y Ben. Pero ¿sabéis qué?, yo no voy a contar nada más. Aquí lo dejo para ver qué os parece.  Sólo os diré que he leído estas cien páginas en un suspiro, casi del tirón. Me tiene el libro enganchadísimo, es casi como una novela policiaca a estas alturas.
Os leo en los comentarios.
Pasad una feliz semana de lectura.
Saludos cordiales, 
Pep Bruno