Tercera parte: hasta el capítulo 17
Libro que estamos comentando:
El maestro del juicio final
Von Yosch vuelve a casa herido y magullado sin tener una conciencia muy clara de todo lo que ha pasado. Tampoco los lectores sabemos si está formalmente acusado de asesinato, aunque fuese como mero inductor al suicidio del actor Bischoff.
En el trayecto imagina que los transeuntes con los que se encuentra por la calle le observan y cuchichean en voz baja, echándole en cara, con una mezcla de desprecio e indignación, el crimen que supuestamente había cometido.
Ya en casa, es consciente de que esos sentimientos son meras alucinaciones, producto de sus fantasías sobreexcitadas, y decide que la mejor solución es marcharse fuera de la ciudad, a una finca de Bohemia heredada de un familiar. Puede ser lamejor forma de liberarse de una presión que le impide actuar razonadamente y pensar con claridad en todo lo que pasó el día anterior en la casa de los Bischoff.
Mientras hace la lista de los objetos que tiene que incluir en la maleta, el lector actual se puede sorprender con los medicamentos que no tiene que olvidar llevarse al campo.
Una extensa variedad de sustancias que a los ojos actuales no favorecen la adquisición de un estado mental relajado. "¡Debo comprar bromo, o gotas e morfina, o veronal, cualquier narcótico, no importa! ¡No debo olvidarlo! A lo largo de los proximos días, me dije, voy a necesitar alguna de esas sustancias ...."
¿Cuanto de lo que aquí nos ha contado el narrador Von Yosch ha podido estar influído por el consumo de alguno de estos estupefacientes?
La mañana siguiente la inicia bajo los efectos de la tensión y la resaca de los somníferos de la noche anterior.
La visita inesperada de Waldemar Solgurb reanuda las pesquisas e indagaciones del caso. No debe Von Yosch marcharse de Viena porque su compañero tiene novedades que ofrecerle y una pregunta que responderle: ¿ha podido recordar a quién pertenecía la voz de mujer que el día anterior llamó por teléfono a la casa del actor?
Solgurb, movido por su personalidad arrolladora y por el interés por conocer las extrañas circustancias que rodean el caso, emprende la investigación para poder demostrar la inocencia de Von Yosch.
En ningún momento de la novela conocemos el papel de la policía en la investigación de la extraña muerte del actor, por lo tanto son sus deducciones, singulares, excéntricas, estrafalarias pero efectivas, las que aportan algo de luz en la singular sociedad vienesa en la que se mueven los personajes de la novela.
Los razonamientos o los palos de ciego de Von Yosch, del doctor Gorski o de Solgrub trazan una linea destinada a resolver la causa de la muerte de Bischoff y de otras personas relacionadas con él. Desde el principio Solgurb sostiene con acierto que hay que buscar en este caso un responsable esotérico y enigmático, nunca un responsable personal.
Por la linea de las averiguaciones aparecen otros personajes igual de sugerentes, como la estudiante de actriz y de enfermería Leopoldine Teichmann, el consejero jubilado Karasek y el prestamista Albachary.
Leopoldine, la misteriosa voz que llamó por teléfono al domicilio de Bischoff, repite comportamientos que ya van siendo habituales en la novela. Cuando Von Yosch, Gorski y Solgurb acuden a su domicilio para entrevistarse con ella, la encuentran debatiéndose entre la vida y la muerte por un intento de suicidio. Pero la investigación sigue la linea correcta. Ella fue la primera que habló del "Maestro del Juicio Final".