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Libro que estamos comentando: 
El invierno en Lisboa

Queridas viajeras, queridos viajeros… seguimos nuestro viaje lector con la novela de Antonio Muñoz Molina, El invierno en Lisboa. Esta semana avanzamos cinco capítulos de una trama en la que Lisboa es tan escurridiza y onírica como lo es la propia Lucrecia. Aunque, tal vez, un poco menos peligrosa.

Por fin y, tras tres años de ausencia, vuelve Lucrecia (¿o su fantasma?) a San Sebastián. Antes, llegan malos augurios vestidos de una mujer rubia, fría como un témpano (acaso, letal) y un hombre negro de ojos vacunos que es, decididamente, letal y dañino: son Daphne y Toussaints, secretaria y jefe, quizás también, amante y jefe. Llegan a la ciudad del norte buscando a Lucrecia, convencidos de que está allí con Santiago Biralbo, de que cuando abandonó a Malcolm en Berlín se instaló con el pianista del que había estado enamorada. Pero habían pasado tres años. Ya Lucrecia le habían pasado, y había pasado por muchas cosas (miedo, abusos, hambre, otras relaciones, hasta un aborto... ). 

Con la llegada de Lucrecia, más delgada, perdida aún más la inocencia, Biralbo y nosotros nos enteramos de los sucesos que la empujaron a la huida. Parece claro que fueron los negocios sucios de su marido con Toussaints y el crimen que cometieron contra el Portugués, ese hombre que les prometía grandes ganancias con el que algo se torció definitivamente una noche de fin de año. De resultas, Toussaints y Daphne la buscan, y no es problema menor, no. Pero, ¿por qué la buscan? ¿Intentan evitar que hable, que cuente el asesinato? ¿Tal vez ella tiene algo que ellos quieren? ¿O será que ella les podría llevar a algo que ellos desean? ¿O la buscan para matarla, por encargo de Malcolm…? Aunque, no sé, no parece que Malcolm sea el jefe de Toussaints, sino al contrario.

Desde que vuelve Lucrecia a San Sebastián, Biralbo está sumido en la agonía. Advierte que Lucrecia es más inalcanzable que nunca, sospecha de un pasado con demasiadas aristas, quiere que ella lo ame, que siga enamorada de él, pero todo es incertidumbre. Y, sin embargo, en un primer momento, ella no quiere nada con él. ¿Por qué fue a San Sebastián? ¿Para una despedida final, antes de su viaje a Lisboa?

 

En su estereotipo de mujer fatal, vuelve a recurrir a él cuando peligra su vida, cuando lo necesita. Y, entonces, el pianista, un hombre perdidamente enamorado (quizás, no sé qué pensáis vosotros, sólo del recuerdo de lo que fue o pudo ser y del anhelo de lo que podría haber sido), la saca de la ciudad en el coche de su amigo Floro Bloom.

La noche que pasan en el motel es una noche de encuentro y despedida. Él cae en la cuenta de que ha de irse antes de que ella se lo pida. Es un dolor agónico, un amor imposible basado en la tristeza, en la soledad, en la huida, en las vidas perdidas… (suena, esto, increíblemente a jazz, a películas de cine negro).

El narrador es quien, en el presente, en un hotel de Madrid con Biralbo, nos traslada las palabras, los deseos, las cavilaciones del pianista. Es tremendo, porque en este tiempo, a él trataron de matarlo en Lisboa (esto quiere decir que, más tarde, hizo solo el viaje a la ciudad), y cómo sigue persiguiéndolo, en el presente, Toussaints, que está apostado en la calle, vigilante, atento a los movimientos del músico. Recordemos que Biralbo está en Madrid con otra identidad, se ha cambiado el nombre, está huyendo. Pero, ¿de qué huye? El misterio está, aún, casi intacto.

Me llama mucho la atención cómo el autor describe los personajes: no sabemos, en realidad, cómo es Lucrecia (Biralbo no recuerda ni siquiera el color de sus ojos y, cuando la ve, tras tres años de ausencia, no acierta a definirlo). Lucrecia está dibujada con pocos trazos y, así, cada uno de nosotros podemos imaginarla. Tampoco sabemos con detalle cómo es Santiago Biralbo (en estos capítulos se nos revela, al desgaire, que es negro), ni cómo es el narrador, salvo los hábitos alcohólicos y tristes que comparten. El narrador es un hombre que está muy solo, al que nadie ve, que no existe… por eso, tal vez, intenta vivir a través de la historia del pianista y de Lucrecia… ¿O será un hombre al servicio de Toussaints? ¿Será mucho más que lo que parece: alcohólico, timado por Malcolm, el borrachín de la barra, el deslumbrado por mujeres frías y distantes? Acaso el personaje que aparece definido con más detalle sea Floro Bloom, el expulsado del seminario, el propietario del Lady Bird al que molesta el exceso de clientes… ¿Cómo os los imagináis?

Y, sin embargo, Floro Bloom y Santiago Biralbo son amigos, amigos de esos a los que puedes pedir el coche sin decirle qué viaje improbable y peligroso vas a emprender. ¿Es amigo o es enemigo el narrador de la historia?

En esta novela encuentro, siempre que la releo, un sentimiento que me interpela directamente. Hace unos años, cuando estuve por primera vez en Lisboa, la leí allí, también, por primera vez. Lisboa es una ciudad que me atrae mucho, fantaseo a menudo con la idea de vivir en ella un tiempo. Fijaos:

Lucrecia había vivido en el desasosiego y la sospecha de que su verdadera vida estaba esperándola en otra ciudad y entre gentes desconocidas, y eso la hacía renegar sordamente de los lugares donde estaba y pronunciar con desesperación y deseo nombres de ciudades en las que sin duda se cumpliría su destino si alguna vez las visitaba. Durante años lo habría dado todo por vivir en Praga, en Nueva York, en Berlín, en Viena. Ahora el nombre era Lisboa. Tenía folletos en color, recortes de periódicos, un diccionario de portugués, un gran plano de Lisboa en el que Biralbo no vio escrita la palabra Burma. "Tengo que ir cuanto antes", le dijo aquella noche. 

 

¿Tenéis, vosotros, una ciudad así?

De momento, mientras Lisboa aguarda a Biralbo (es de esperar que Lucrecia consiga llegar), seguimos entre San Sebastián y Madrid, entre el ayer y el hoy, entre el Lady Bird y el Metropolitano, entre lo que se desea y lo que se tiene, entre las noches de pesadillas y las mañanas de implacable realidad. Y… Stormy weather

Vuestro turno. ¿Nos leemos?

(Fotos: 1.- By Joxemai - Own work, CC BY-SA 4.0, ; 2.- By No machine-readable author provided. Josugoni assumed (based on copyright claims). - No machine-readable source provided. Own work assumed (based on copyright claims)., Public Domain, ; 3.- By Joxemai - Own work, CC BY-SA 3.0, )

Stormy weather