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Quijote II, capítulos 45 a 53

Libro que estamos comentando: 
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha

Hola a todos y todas, vamos a darle un empujoncillo a la lectura  y vamos a leer nueve capítulos esta semana. No os apuréis que no son muchas páginas y van a pasar volando.

En estos capítulos veremos el momento en el que Sancho y don Quijote se separan e iremos intercalando las aventuras de uno y de otro. Muchas de estas historias son muy conocidas, sobre todo las vividas por Sancho como gobernador de su ínsula (en estos capítulos le veremos llegar y también marchar de Barataria).

 

En el capítulo XLV veremos a Sancho llegar a la ínsula, tomar posesión de su cargo y ejercer de juez en los juicios que se le presentan. Muchas de estas historias y cuentecitos eran conocidas por pertenecer a la tradición (como los cinco gorros de la tela, o las monedas en la caña hueca). Se podrían leer como cuentecillos sueltos, de hecho es habitual que en los colegios, por ejemplo, se representen estos juicios cuando los chavales se acercan al Quijote.

En el capítulo XLVI volvemos a don Quijote y a su intento por hacer que Altisidora deje de estar enamorada de él. Los duques han preparado una broma al hilo de este asunto (aunque la cosa no va a salir tan bien como esperan y más de uno -o al menos uno- va a quedar malparado). 

El capítulo XLVII nos lleva de vuelta a Barataria donde veremos los apuros del buen Sancho Panza para comer, ya sea por el recio médico Recio (el de Tirteafuera), ya sea por la sospecha de venenos y espías, ya sea por el tremendo pesado labrador de Miguel Turra. Uno no deja de maravillarse de cuánta industria y empeño han puesto los duques para montar todo este artificio. (Y qué sería de esta segunda parte sin ellos.)

El capítulo XLVIII es muy interesante, fijaos en lo que sucede con Doña Rodríguez, la dueña, que tanto ve el esfuerzo de los duques y el buen hacer de don Quijote que acude a él para que le ayude a desfacer un entuerto. Ocurre que la realidad ha quedado del todo diluida: los duques han montado toda una tramoya para sus invitados y el propio don Quijote tiene una mirada propia sobre el mundo, así que la gente que les rodea acaban por perder pie y creer que todo eso es cierto. Así ocurre con la dueña y su petición (aunque la cosa va a terminar, al menos por ahora, de la manera más inesperada).

El capítulo XLIX nos lleva de vuelta a la ínsula de Sancho y nos iremos con él de ronda por sus calles. De nuevo aquí ocurre como en el capítulo anterior le ocurrió a don Quijote: realidad y ficción quedan por completo diluidas, y la gente que está haciendo su vida en la ínsula acaba por acatar los mandatos de Sancho, un gobernador supuestamente de pega. Es como si nuestros protagonistas acabaran por contagiar a su alrededor a todos

El capítulo L nos vamos de excursión a la aldea de Sancho y Alonso Quijano, acompañaremos al paje de la duquesa que lleva cartas de Sancho y de la propia duquesa a Teresa Panza, podremos disfrutar de la conversación de la esposa del gobernador (y su costal de refranes tan a mano también), del impacto que esta noticia tiene en algunos personajes que conocemos bien (el cura, el barbero, el bachiller...), y de cómo transcurre toda esta historia. Os va a gustar el capítulo. Fijaos en el detalle de las bellotas (no cesan el duque y la duquesa con su farsa, ¿verdad?).

El capítulo LI continúa en Barataria pero, sobre todo, es capítulo de epístolas y noticias que van de un lado para otro. Ved cómo gobierna este Sancho y decidme si no os apetece traerlo de alcalde al pueblo en el que vivís. Y disfrutad del intercambio de cartas, de su honestidad y su sabiduría.

El capítulo LII nos lleva de nuevo a casa de los duques y continúa con mucha carta de ida y vuelta (en este caso Teresa y la duquesa), y sobre todo retoma la historia de la dueña Dolorida (doña Rodríguez) y su hija afrentada. Bien sabe don Quijote que tomar partido en este asunto le va a enemistar con los duques, pero antes que nada están los principios que rigen: reconozcamos que don Quijote quizás esté loco (o quizás no) pero desde luego es honesto y fiel a sus principios. 

El capítulo LIII, el último de esta semana, nos cuenta cómo fue el final del gobierno de Sancho: quién sabe si entendió que era mucha la broma o que pensaba en verdad que gobernar es algo difícil y pesaroso. Lo cierto es que desnudo vino, desnudo se marchó, y en medio nos dejó un montón de buenas historias para leer, recordar, reír y pensar.

Feliz semana de lecturas

Pep Bruno

 

Créditos de las imágenes: Sancho Panza quiere cenar tomada de aquí. Don Quijote y los gatos y cencerros tomada de aquí. Sancho Panza armado para la batalla tomada de aquí.