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Libro que estamos comentando: 
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha

Desocupados lectores, desocupadas lectoras, llegamos al final de la segunda salida de don Quijote, y con él al final del primer libro del Quijote, el publicado en 1605. Antes de que el libro saliera de imprenta ya hay noticia de la fama de sus protagonistas (posiblemente por alguna lectura pública que fuera haciendo Cervantes), pero una vez impreso y puesto en librerías la fama de nuestros queridos Quijote y Sancho fue grande y rápida. 

A partir de este momento Cervantes trabaja en otros proyectos como las Novelas ejemplares o el Persiles y Segismunda y sigue con el teatro y la poesía, pero no deja de pensar en sus personajes más famosos, don Quijote y Sancho, y va escribiendo una continuación con una nueva salida, pero lo hace sin ponerse a fondo con ello hasta que en 1614 se publica el Quijote de Avellaneda, una continuación del Quijote que no escribe Cervantes y en la que sus protagonistas resultan ser muy planos (cuando no meros títeres, excusas para los mamporros y las situaciones grotescas) y las historias tienen menos hondura. Además en este libro se hace burla de Cervantes y eso no gustó nada al de Alcalá. 

La publicación del Quijote de Avellaneda sirvió de acicate para que Cervantes se pusieran de lleno con la segunda parte del Quijote y pudiera terminarlo y publicarlo en 1615, un año antes de su muerte. Esta segunda parte corrige los errores de la primera en cuanto a la suma de tramas e historias y se centra en una única historia siempre protagonizada por don Quijote y Sancho. Si lo pensáis las escenas más famosas (más reconocibles) del Quijote están en la primera parte, aun cuando algunas de ellas son apenas unos párrafos; pero os garantizo que el paseo por la tercera salida (que ocupa toda la segunda parte) va a ser fabuloso, muy divertido, sorprendente y lleno de grandes aventuras y personajes.

Pero antes, terminemos esta primera parte con los capítulos de esta semana.

En el capítulo XLVIII don Quijote y el canónigo siguen hablando sobre los libros de caballería y, qué queréis que os diga, es magistral el modo como argumenta el Quijote entreverando realidad y ficción, apabullando a sus oponentes con datos históricos y literarios, reforzando sus ideas de referencia... de hecho uno está tentado de rendirse y decir que sí, que han existido caballeros andantes. Es más, uno acaba por pensar si todo lo que la imaginación crea no es ya, por derecho propio, algo que exista.

 

El capítulo XLIX comienza con la pura necesidad de nuestro encantado caballero de desaguar las menores (y no sabemos si también las mayores) aguas, argumento irrefutable para Sancho de lo poco encantador que parece este encantamiento. Y prosigue en este capítulo el diálogo con el canónico y la tenacidad del Caballero de la Triste Figura, diálogo que alcanzará hasta el capítulo L en el que entrará un nuevo personaje en escena, el cabrero, un enamorado de Leandra (¿no os recuerda todo esto a la pastora Marcela?, ¿no encontráis interesantes diferencias y similitudes?), y con él llega el cuento de Leandra y el soldado que ocupará por completo este capítulo y el siguiente, el capítulo LI.

 

Y llegamos al último capítulo del libro, el capítulo LII, que por ser el último no penséis que queda soso o aguado, que hay mamporros y aventuras varias: entre el cabrero y los disciplinantes queda don Quijote hecho un eccehomo, hasta tal punto que él mismo pide volver al encanto de su jaula encantada y de ahí llegarse a casa donde reponer fuerzas y recuperarse para preparar una tercera salida algo más afortunada que esta. Uno no deja de asombrarse con el asunto de los disciplinantes y el valor que tiene este loco tan cuerdo de tratar de rescatar a la Virgen. No hace falta ser religioso (quien esto escribe no lo es) para entrever el valor simbólico que a esta aventura se le puede dar (liberar a la religión de los religiosos, por ejemplo) en un momento en el que la religión cristiana en España era tan poderosa. ¿Qué pensáis de este asunto?

 

Finalmente tenéis unos cuantos poemas y divertimentos que podéis leer o saltar, como os parezca.

Con la lectura de esta semana terminamos la primera parte, si os parece dejamos la próxima semana sin lectura (vacaciones de primavera son) y así damos tiempo a los lectores rezagados para que lleguen al Finis y podamos retomar el segundo libro al mismo paso después de la Semana Santa.

Feliz semana de lecturas

Pep Bruno

 

 

 

 

 

 

Crédito de las imágenes. Las dos primeras, la del carro de bueyes y la de los disciplinantes, no he podido dar con la autoría. La tercera es de Matías Quetglas.