4ª parte. Hasta el final.
Libro que estamos comentando:
El hombre en el castillo
Las cuatro líneas argumentales de "El hombre en el castillo", la de Childan, la de Tagomi, la de Frank Fink y la de Juliana se entrelazan sin concluir en una trama única y definitiva. Concluir que esta novela es una ucronía en la que Alemania y Japón vencieron en la II Guerra Mundial es contar solo una parte de la historia. Es verdad que la trama, o mejor dicho las tramas, tienen lugar principalmente en la ciudad de San Francisco, veinte años después de acabada la guerra, y es que en esta ciudad se reproduce en miniatura lo que sucede en el resto del orbe mundial.
La ciudad parece que sufrió un grave incendio del que no se ha recuperado del todo. Se ha convertido en una ciudad importante de la zona de Estados Unidos ocupada por Japón, aunque la capital, donde está el gobierno títere, es Sacramento. En San Francisco el señor Tagomi es un alto cargo comercial que también ejerce cierta influencia política por sus relaciones con los pinocs (¿los nativos americanos?) y con los diplomáticos del Reich destinados en la ciudad, el cónsul Hugo Reiss y el responsable de la SD, Kreuz vom Meere.
Antes de continuar, me quedo un poco perplejo por el interés de Philip K. Dick por utilizar tantos términos o frases en alemán que no siempre se entieden sin un buen diccionario. Hoy día, la tarea de conocer el significado de esos términos se simplifica mucho si tenemos al lado un acceso a internet para resolver las dudas. Algo parecido ocurre con los nombres de altos cargos del Reich y de múltiples departamentos de inteligencia, algunos reales y otros ficticios. Los dirigentes nazis están todavía vivos (en esa realidad no había ocurrido el juicio de Nuremberg) y Heydrich, Goebbels o Dietrich participan de las luchas internas para hacerse con el control del poder político en Berlín.
Tampoco facilita la comprensión de las posturas de las distintas facciones alemanas el hecho de que estos organismos, con influencia cierta en el extranjero, actúen sin una linea ideológica muy clara, más pendientes de los vaivenes que se tienen lugar en las luchas por encontrar al sucesor de Bormann como nuevo Führer del Reich. Ninguno de los organismos o líderes nazis representan posturas positivas que afiancen o promuevan actividades destinadas a fomentar el progreso en los estados ocupados. Solo Baynes, capitán R. Wegener del servicio de contrainteligencia militar del Reich, la Abwehr, trabaja por evitar el desatre que el plan Diente de Leon puede suponer para Japón y para todo el planeta. ¿Por qué una facción de los dirigentes nazis quieren destruir Japón con bombas de hidrógeno y ocupar las posesiones de este país en ultramar? ¿No les basta con dominar la carrera espacial que le lleva a Marte o a Venus sin ninguna competencia?
Este es el objetivo de la reunión prevista en los locales del Times Nipón del señor Tagomi entre el falso industrial sueco, con el falso nombre de Baynes, y el veterano general japonés Tedeki ("penúltimo jefe del concejo", ¿qué quiere eso decir?). La convulsa situación política en Alemania puede retrasar algún tiempo la puesta en práctica del plan Diente de León, pero la amenaza puede ser real conociendo el perfil alucinado y paranoico de los dirigentes nazis. Es curiosa la prevención del general Tedeki a apoyar de forma indiscriminada al grupo opositor de los dirigentes actuales alemanes, en este caso a la Sickerheissdienst (SD) de las SS, "lo más maligno de la sociedad alemana"
La inteligencia alemana está al tanto de estos contactos y maniobra para neutralizarlos, utilizando la fuerza si es preciso, al igual que opera con espías encubiertos para neutralizar la repercusión que está teniendo un misterioso libro, "La langosta se ha posado", escrito por un no menos misterioso Hawthorne Abendsen, del que al final sabremos que no vive en ningún castillo, sino en una casa bastante corriente, y sin medidas de seguridad, a la que puede acceder cualquiera que se lo proponga.
El misterio del libro, que consigue atraer la atención de todo tipo de personajes de la novela, reside, en mi opinión, en que sugiere un estado que les atrae más que el mundo en el que viven, aunque no se nos dan demasiados detalles de este tiempo alternativo en el que los aliados ganaron la guerra. Puede que esa atracción sea fruto del método confeso que utilizaron el matrimonio Abendsen para escribir el libro. Ante la insistencia de Juliana, lo confiesan: lo escribieron después de realizar una multitud de preguntas al oráculo.
Tan importante es en esta novela el I Ching como método de práctica adivinatoria y como guía de comportamiento que la última consulta que hace Juliana ante el matrimonio Abendsen confirma que lo que en "La langosta ..." se cuenta es la realidad, que los aliados ganaron la guerra.