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3ª parte. Hasta el capítulo 12.

Libro que estamos comentando: 
El hombre en el castillo
Aunque los nazis tienen un papel preponderante en el reparto del territorio norteamericano, después de una distópica II Guerra Mundial, EL HOMBRE EN EL CASTILLO sucede principalmente en la parte ocupada por Japón, los llamados Estados del Pacífico.
 
Cuesta entender el alcance del proyecto común de Frank Frink y Ed McCarthy, la joyería Edfrank. Empiezan a elaborar sus primeras joyas con resultados muy positivos: buena manufactura, buen diseño y buena presentación. El problema, como en cualquier negocio, es que los dos socios estaban inaugurando un nicho de negocio hasta entonces no ocupado por nadie. Los turistas japoneses buscaban preferentemente reproducciones (ya sabemos que son mayoritariamente falsificaciones) de objetos históricos y no les interesaba la artesanía contemporánea.
 
La tienda de Robert Childan, a donde Frank había acudido para desenmascarar las falsificaciones que el comerciante vendía, entre ellas el Colt 44, es el primer local al que acude Ed para intentar distribuir sus joyas. Ante todo, enternece la intención de Frank de reservar unas piezas para su exmujer, Juliana. ¿Quiere acaso recuperarla? Ya sabemos que esa sería su ilusión, aunque también hay algo de orgullo por los resultados de su trabajo realizado.
 
Ed iría a visitar la tienda de Childan con la misma confianza y seguridad con la que Frank la visitó haciéndose pasar por el ayudante de un almirante japonés. "Forjados a mano" es el lema que adoptan para convencer a partir de ahora a sus clientes. Necesitan imperiosamente que haya éxito para poder pagar los gastos originados por el montaje del negocio y poder hacer frente a más pedidos. En su proyecto no hay marcha atrás.
 
A miles de kilómetros de allí, en los estados de las Montañas Rocosas, Juliana descubre en Joe a un hombre diferente de lo que había conocido hasta ahora. Aunque no deja de tener sus reservas ante los aspectos oscuros de su personalidad, se siente profundamente atraída por él, tanto por su atractivo sexual como por las expectativas de una vida nueva lejos de las tierras de Colorado.
 
¿Quién es Joe en realidad? Él relata sus experiencias en los comandos italianos que combatieron a las tropas británicas en el norte de África y añade que esas acciones le sirvieron para trabajar en la protección de camiones en sus rutas por el Medio Oeste. ¿Se lo cree Juliana? No del todo. Lo que sí comprueba es que entre sus pertenencias Joe posee un gastado ejemplar de LA LANGOSTA SE HA POSADO. 
 
Como en escenas anteriores de EL HOMBRE EN EL CASTILLO, los protagonistas debaten sobre el contenido del libro. Algunos lo toman como un augurio, otros como una realidad que podría haber sido y que desgraciadamente no fue, pero, en cualquier caso, sorprende el interés con el que los que lo leen, a pesar de estar solo consentido en el territorio japonés, difunden su contenido. ¿Alguien cree que lo que cuenta LA LANGOSTA SE HA POSADO pudo haber ocurrido realmente? Este dilema es lo que más sorprende de la novela, la sensación de que existen varias realidades alternativas que se confunden.
 
La visita de Ed a Artesanías Americanas S.A. es decepcionante. Somos testigos de la habilidad de un taimado Childan para engañar a Ed, o al menos convencerlo con artimañas de zorro viejo, para que le dejen las joyas en depósito. En este acuerdo, el comerciante no tiene nunca nada que perder ni arriesga nada. No sabemos si es capaz de conocer en su justa medida el valor de las joyas o solo percibe que puede utilizarlas para adular al matrimonio Kasoura. Su espíritu comercial le dice que, si consigue reunir una gran cantidad de piezas de valor artístico y nulo valor histórico, podría diferenciarse de la competencia y tener el monopolio de la nueva joyería norteamericana.
 
En este contexto, se va a producir una escena, que reproduce una visita de Childan a Paul Kasoura para comprobar si la joya que el primero quiso regalar a la mujer de Paul, fue recibida por ella con agrado. Esta escena, llena de matices y de significados difusos, cuesta entenderla del todo y solo conoceremos su alcance en la última parte de la novela. En resumen, Paul devuelve la joya a Childan y le hace ver su valor artístico y su potencial económico, que puede producirse en manos de un mayorista sin escrúpulos. Nos asombra la inesperada respuesta de Childan, llena de orgullo, que considera que la propuesta de Paul insulta los valores del pueblo norteamericano.  
 
En la otra trama de la novela, el señor Baynes espera infructuosamente la llegada de un representante japonés para iniciar una misteriosa entrevista que, intuimos, no cuenta con el beneplácito de los representantes alemanes en San Francisco, pero sí el del gobierno japonés. Sin embargo, acabamos esta parte enterándonos de que el servicio de espionaje alemán está al tanto de todos los movimientos que suceden alrededor de esta entrevista.
 
Todo lo que tienes que saber de "El hombre del castillo" de Philip K Dick