Drácula, 22-27
Hola a todas y todos, aquí llegan las notas de lectura de esta última semana entre las páginas de Drácula, espero que hayáis disfrutado porque ahora llega el trepidante final donde, ¡ay!, hay momentos de tragar saliva.
Ah, pero antes que nada os recuerdo que la próxima semana comenzaremos nueva lectura, en esta ocasión nos vamos al Japón del S. X con El libro de la almohada, si os animáis ya sabéis que será un gusto compartir lectura con vosotras y vosotros.
Y otra cosa más. Una vez terminado el libro abriré una Sala de audio en Twitter para charlar sobre Drácula con quienes queráis. "Espacios" o las "Salas de audio" de Twitter son como una radio en directo en la que pueden participar hasta diez personas (invitadas por mí) y pueden escuchar tantas cuantas quieran (es público, estaría en abierto, y también los oyentes podrían participar) y no queda grabado, es un ratito de charleta distendida. Había pensado en el jueves 13 a las 21,30 hora peninsular española (para daros tiempo a terminar el libro). Con que haya dos o tres interesados para mí es suficiente para hacer la convocatoria. ¿Me podéis decir qué os parece la propuesta en los comentarios?
Dicho esto, al lío.
CAPÍTULOS 22-27
La pasada semana quedó la historia en lo alto y estoy seguro de que alguno, alguna, de vosotros no habrá podido evitar seguir leyendo. En cualquier caso yo voy a hacer como si eso no hubiera ocurrido y voy a tratar de no destriparos nada relevante de estos últimos capítulos que, por otro lado, tienen unas cuantas diferencias interesantes con respecto a versiones cinematográficas que yo conozca.
El principio de estas páginas se espesa un poco y tiene un punto lacrimoso con ese intercambio continuo de cumplidos y con la insistencia de estar en manos de Dios y que esto es una lucha del bien contra el mal (perdón, con mayúsculas: del Bien contra el Mal), creo que este insistir en lo buena que es Mina y la terrible situación en la que está y qué buena es Mina y qué situación y... es quizás una rémora de la novela. Sospecho que en su momento esto era muy del gusto de los lectores, pero opino que ha envejecido regular.
Por cierto, otra cosa que me ha llamado la atención (no me matéis, por favor, pero es verdad) es cómo se parece Harry Potter, en unos cuantos detalles que hay al final, a este libro. No diré más, pero me gustará leeros en los comentarios (recordad que al cerrarse el libro es posible que a partir del domingo ya no podáis hacer ni leer comentarios a esta entrada).
Dicho todo esto, en cuanto los protagonistas se ponen en marcha y comienza la acción ya no hay manera de dejar el libro, qué barbaridad. Desde el mismo momento en el que inician sus planes (sí, también en la casa de Picadilly, pero no diré si consiguen o no la llave, que había quien lo andaba preguntando en los comentarios de la pasada semana) es una loca carrera por pasar páginas y avanzar en la lectura. Igual que es una loca carrera la que está ocurriendo en la historia donde el tiempo juega en contra de nuestros protagonistas. Ay, pero no quiero contaros nada.
Un detalle, en mi opinión, muy relevante es la importancia del grupo, de la inteligencia grupal, del pensar en común. Igual que inicialmente Van Helsing parecía llevar la voz cantante el estar y pensar en grupo va teniendo cada vez más importancia, por eso si en algún momento de la historia el grupo ha de separarse la sensación de fragilidad (y de miedo y temor) es mayor. ¿Os parece esto así en estas últimas páginas?
¿Qué decir del papel que juega Mina? Ella es un cronómetro y, al mismo tiempo, argamasa para este grupo, inteligencia, comunicación... en fin, lo es todo hasta en los momentos más delicados. Pues hay algunas situaciones que son, en verdad, espeluznantes. Recordad especialmente uno que tiene que ver con un círculo (lo reconoceréis en cuanto lo leáis), ¿qué os parece?
Hay varios momentos inolvidables en estas páginas además del antedicho. Uno de ellos es un enfrentamiento que sucede en Londres entre nuestros aguerridos protectores y el Conde. Pero hay uno, uno en especial, que me ha dejado la garganta seca. Sabréis cuál es en cuanto os diga que el pobre Van Helsing está solo y muy atareado merodeando por un castillo. Qué momento.
Y llega el final, el ocaso, la oscuridad. Y es trepidante, trepidante. Las últimas páginas son estupendas. Aunque tiene un anticlímax final, una nota de Jonathan Harker con un viaje siete años después que resulta algo desconcertante, ¿no os parece?
Qué ganas de leeros en los comentarios.
Disfrutad de la lectura y de la semana.
Saludos cordiales
Pep