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4ª parte. El fin de la peste.

Libro que estamos comentando: 
Diario del año de la peste
Confinamiento, holas, rastreadores, separación entre personas o pios de la pandemia son términos que nos hemos acostumbrado a utilizar durante el último año en el que el Covid ha estado continuamente presente en nuestras vidas. Estas mismas expresiones, u otras similares, también se ha repetido durante la lectura de "Diario del año de la peste".
 
En esta última parte asistimos a la descripción del fin de la enfermedad en Londres y a la explicación de Defoe de ciertos detalles que afectaron a la vida diaria de los habitantes que se quedaron en la ciudad y a la forma en la que se enfrentaron a sus consecuencias: muertes, despoblacion, alimentos, trabajo, asistencia sanitaria, medidas sanitarias o normas promulgadas por la autoridades.
 
Llama también la atención la explicación de las causas que provocaron la peste y su forma de trasmisión. La experiencia acumulada de pandemias anteriores ya habían dotado a médicos y autoridades de medidas sanitarias y de normativa municipal que se aplicaron tambíen en este caso. Estas medidas parecen hoy día bastante lógicas, sin embargo adolecen de que muchas de ellas carecían de base científica.
 
Uno de los conceptos curioso es que el calor es un factor que sirve para aumentar la propaganda de la peste. El clima caluroso podría favorecer la  reproducción de los seres ponzoñosos que perviven en los alimentos, el agua estancada, las plantas, .... También el calor provoca la languidez y el relajo de los cuerpos y los convierte en más vulnerables.
 
Otra explicación curiosa sobre el uso de fuegos para acabar con la pestilecia que brotaba del aire: "Las partículas sulfurosas y nitrosas que frecuentemente se hallan en el carbón, junto con la sustancia bituminosa que arde, contribuyen a limpiar y a purgar el aire y a hacerlo sano y seguro de respirar después de que las partículas nocivas han sido dispersadas y quemadas."
 
Con estas propuestas, y con la escasez de conocimientos científicos sobre la enfermedad, todas las explicaciones y todas la medidas se basaban en la observación de la eficacia de los remedios que los médicos disponían para la población.
 
Ante el gran número de muertes y la huida de muchas personas fuera de la ciudad, se produjo una reducción del comercio exterior, las manufacturas y el comercio de la ciudad. Se originó una paralización general por miedo al contagio y por falta de materia prima y de suministros. Consecuentemente,  estó motivó un aumento considerable de desempleo y de pobreza que tuvo que ser paliada con la caridad y los recurso del municipio.
 
El incendio del año siguiente, 1666, destruyó una gran cantidad de bienes muebles y de enseres cotidianos y agravó sobremanera la situación de desamparo de muchos de los habitantes qaue habían vuelto a la ciudad, sobre todo los más pobres y los que lo habían perdido todo durante el año de la peste.
Esa desgracia porvocó que al año siguiente se produjese una explosión de la actividad económica, dirigida a satisfacer las necesidades del consumo de los habitantes y repusiese las pérdidas de ropa y demás bienes que habían desaparecido en los años anteriores.
 
Sobre la evolución de la enfermedad, durante la última semana de septiembre la peste alcanzó su punto crítico, y después comenzó a remitir. Poco a poco, en las semanas posteriores, las cifras de muertos menguaban y la gente se recuperaba más rápidamente.
Defoe comenta un comportamiento de la sociedad londinense que se repite hasta en los pequeños detalles en la actualidad: "Al difundir la noticia de  que la peste ya no era tan violenta como antes, .... y ya no era necesariamente mortal, ... adquirieron (la población) un valor tan temerario y se volvieron tan descuidados de sí mismos y del peligro de contagio que tenían a la peste en menos que a una fiebre corriente."
 
Comían, bebían y se reunían con otros enfermos con tumores y pústulas, y parecía no importarles. ¿No os recuerda esto a lo que esta pasando ahora en nuestro país, cuando nos informan de la relajación de ciertas actitudes que no respetan las normas que sirven para proteger a la comunidad?
 
Estas imprudencias y las conductas irreflexivas de ciertas personas porvocaron un repunte o, al menos, una ralentización en la bajada de las cifras de los muertos y contagiados. Lo que hoy día llamamos repuntes de la enfermedad, o nuevas holas, supuso que los médicos se lanzasen a publicar mensajes y panfletos aconsejando a las gentes que continuasen recluídas y que siguiesen utilizando las mayores precauciones en cada momento del día.
 
Las gentes volvieron confiadas a la ciudad y se comportaban como si nada hubiese pasado. Las cifras volvieron a subir en diciembre. Defoe achaca la debiliad de la epidemia a la "clemencia de Diós".
 
Las mismas vicisitudes que había sufrido Londres se transladaron a otras ciudades, que acababan visitadas por la peste. Cuenta Defoe que los magistrados de la ciudad valoraron ordenar el confinamiento de la población y la prohibición de que los habitantes de otras ciudades acudiesen a la capital, pero las dificultades de llevar a buen puerto esas mediddas, les obligó a aconsejar únicamente que no alojasen en sus casas a personas provinientes de ciudades afectadas por la peste.
 
¿Sirvió al menos para que cesase entre la gente el espíritu de contienda, de confrontamiento y de difamación que impedía la paz en la nación? Desgraciadamente la población y sus representantes políticos y religiosos volvieron a reproducir los reproches que se habían lanzado antes de la llegada de la enfermedad, como si no se hubiese aprendido nada de las desgracias y las muertes del año en el que la peste arrasó la población de Londres.