Decamerón, Jornada VII
Hola a todas y todos, aquí llegan las notas de lectura de esta nueva jornada, la séptima, que va a ser bien entretenida de leer, ya veréis. El número de páginas, una semana más, no llega a las cien (en mi edición va desde la 741 a la 829), así que también la lectura va a ser ligera.
Pero metámonos en harina.
ESTA SEMANA
Esta semana cuenta con Dioneo como rey y, como os podéis imaginar, la propuesta que trajo a su jornada fue una invitación para la celebración de la carne y de la risa: "las burlas que por amor o para su propia salvación las mujeres han hecho a sus maridos, habiéndolo advertido él o no." (p. 732) También es esta una jornada en la que, una vez más, nos encontramos con mujeres astutas, poderosas y que consiguen lo que desean aun cuando la mayoría de las circunstancias son muy adversas.
Esta es una jornada con muchos cuentos conocidos, quizás el más famoso es el del tonel (que también escogió Pasolini para su versión en filme), pero la gran mayoría puede que os suenen porque en esta jornada es muy evidente el venero de temas tradicionales del que bebe Boccaccio. Muchos de estos cuentos son cuentos de la tradición oral que pasan por el tamiz de la mano del escritor. Seguramente él los conociera en su versión oral, aunque hay muchos de estos que ya llevaban tiempo conviviendo con la escritura (igual que ocurría en otras jornadas con cuentos que ya aparecían, por ejemplo, en el Criticón o en El asno de oro). Perdonad que sea tan vehemente con este tema, pero es que me resulta especialmente emocionante encontrarme con estos cuentos también aquí.
Por ejemplo, el primer cuento, el del conjuro del fantasma, tiene un montón de versiones parecidas en las que la mujer advierte al amante de que ha llegado el marido: con una nana para intentar dormir al niño, con un canto que simula ser alegría, etc. Os dejo aquí alguno (en el enlace podéis escuchar el audio): "La nana de la adúltera", o este cuentín que está al final del auido, titulado "¡Carnero mocho!" (os va a sonar con el conjuro del cuento). Igual ocurre con el cuento quinto, el del marido celoso vestido de cura que hace de confesor, es un cuento que se encuentra habitualmente en las colecciones de cuentos tradicionales. O el cuento del peral mágico y de las tres pruebas de amor, ambos fusionados por Boccaccio para el cuento nueve de esta jornada y ambos también muy extendidos, de hecho el del peral mágico es también muy contado todavía.
El segundo cuento, como os decía antes, es el más conocido de la jornada, el del tonel. Un disfrute de historia para pasar un buen rato. Y bien interesante que anden por aquí marido y amante todos en la misma escena, que veréis que es algo que pasa en más cuentos como, por ejemplo, el siguiente (tercero), el cuento del conjuro de las lombrices, el tercero, donde señora y criada andan en sus cosas con sus respectivos amantes y el marido llega en el peor de los momentos. Por cierto, otro cuento en el que vuelve un tema transversal a todo el libro: la crítica a monjes, curas y demás personal religioso.
En este sentido un doble salto mortal es el cuento sexto en el que la protagonista anda enredada con dos amantes (uno amado y otro no tanto, ojo) y se presenta el marido. Y doña Isabella es capaz de salir airosa de menudo trance. Pero no va a ser el único caso en el que marido y amante estén muy cerca, puesto que en el cuento siete se encuentran en el mismo dormitorio, ¿no os parece el colmo de la osadía?
El cuento octavo es quizás de los más duros, puesto que nos encontramos con una infidelidad descubierta (o casi descubierta) y un marido con muchas ganas de vengarla. No es duro por la situación (todas las situaciones de esta jornada son peliagudas) sino por la manera como tiene la protagonista de resolverla: siendo suplantada por su criada (por cierto, otro habitual motivo de la tradición oral en algunos cuentos de este jaez), convirtiéndose la criada en el acerico en el que el marido vuelca su ira. Muy astuta la mujer, sí, pero muy chungo ser criada de esta mujer, eh. O quizás muy chungo ser criada, criado, en general en esa época.
Este cuento octavo es, junto con el cuento cuarto, el del pozo, los dos en los que los maridos quedan peor parados (bueno, en el séptimo el marido apaleado tampoco queda mal), al menos públicamente. Creo que tal vez sea por este motivo que estos dos cuentos son los que menos me gustan de la jornada.
Por cierto, me sorprende que precisamente el cuento de Dioneo haya sido el que menos me haya interesado de toda la jornada, ¿os pasa a vosotras, a vosotros, igual?
Os leo en los comentario y me decís.
Pasad una buena semana,
Pep Bruno