Decamerón, Jornada IX

Hola a todas y todos, vamos terminando con esta apasionante lectura tras varias semanas paseando por cuentos magníficos de la mano de unos narradores y narradoras fabulosos. Antes de dar paso a las notas de hoy anticiparos que en un par de semanas comienza la lectura de Entre visillos, de Carmen Martín Gaite, en este mismo club de lectura, y que, si os apetece leerlo con nosotros ya está abierto el plazo de inscripción.
Como andamos de puente festivo estos días, y aunque hoy la nota de lectura ha llegado un poquillo tarde, voy a intentar avanzar la lectura de la semana que viene por si alguna de vosotras, de vosotros, quiere terminar el libro en estos días, así que antes del viernes espero incluir la última nota del Decamerón. 
La lectura de estos días es corta, vuelve a ser esta una jornada con cuentos cortos, apenas 75 páginas en mi edición (de la 955 a la 1025). Qué pena que se vaya acabando este disfrute, ¿verdad?
 
ESTA SEMANA
Esta semana nos encontramos con cuentos de "temática libre", si se me permite, por eso disfrutaremos de mucha variedad de temas y situaciones, aunque, como ya sabéis (porque estoy muy pesado con esto), la gran mayoría son versiones literarias de cuentos tradicionales con una amplia difusión en aquel entonces (así que muchos de estos cuentos resonaban en lectores y lectoras). 
Entre los cuentos más reconocidos de la tradición oral está el primero, el de la mujer que se libra de los dos pretendientes pesados, aunque muchas de las versiones tradicionales suman un tercer pretendiente en la liza y arman un jaleo de tres pares de demonios. Me gusta mucho cómo está contado (en verdad es magistral Boccaccio) y cómo está resuelto.
Otro elemento recurrente en esta colección es la modernidad de algunos de sus cuentos (especialmente en lo tocante a finales). Para muestra, esta jornada incluye otro botón: el cuento segundo que transcurre entre en un monasterio de monjas cuya abadesa llevaba las bragas en la cabeza. El cuento es, sencillamente, desopilante (en su recorrido) y asombroso en su resolución (¿o no os lo parece a vosotros?).
Obviamente, en una jornada variadita no podían faltar unos viejos conocidos: Bruno y Buffalmaco se asoman de nuevo a estas páginas para burlarse del pobre Calandrino. En el cuento tercero encontramos una versión literaria de un cuento tradicional muy conocido (en aquel entonces y hoy), el del hombre embarazado (cura embarazado, tonto embarazado, etc.). Por otro lado estos tricksters vuelven a la carga en el quinto cuento, aunque ahí quizás sea una broma con demasiadas necesidades (complicidades y recursos), ahora, bienvenido sea el final en el que doña Tessa puede devolver lo que páginas atrás recibió.
E cuarto cuento es de esos que me dejan mal cuerpo ante la injusticia a la que se somete al protagonista y es una clara advertencia para la gente demasiado confiada. Es un tema recurrente (el de la necesidad de ser algo desconfiado) en los cuentos tradicionales pero aquí, en este cuento de Boccaccio, está contado de una manera tremenda. Casi duele.
El sexto cuento, también muy conocido en la tradición, está muy bien contado por Boccaccio, es casi un vodevil en directo. Atentos a la cuna (es muy importante para las confusiones) y a la astucia de la mujer. Fijaos cómo está todo el enredo contado maravillosamente, muy claro y muy divertido.
Un cuento de tradición oral también muy recogido es el de la mujer que hace justo lo contrario de lo que el marido (o quien sea) le dice, hay muchas versiones del cuento en el que una mujer se cae a un río y el marido se pone a buscarla corriente arriba (y no corriente abajo, como sería lo lógico) por su manía de hacer las cosas siempre al contrario de lo que se espera. Bueno, pues este cuento, en una versión recreada por Boccaccio, es el que vais a leer en el séptimo lugar de la jornada.
El octavo cuento os recordará a la jornada de las burlas y de los burladores burlados, ahora bien, aquí el burlador acaba bien molido, uff.
El noveno cuento de esta jornada es terrible. Un cuento que rompe con la línea general del libro y que es especialmente misógino (nos hemos cruzado con dos o tres parecidos, pero no tan bestiales como este). Un cuento con larga trayectoria en la tradición oral y en otros libros como el del Conde Lucanor, si no recuerdo mal. En fin, qué trago.
Afortunadamente Dioneo cierra la jornada con un cuento (también de tradición oral) en el que el cura ayuda al marido a convertir a su mujer en yegua (a petición de esta). Lástima que no puede ponerle el rabo a la yegua... jajajaja.
 
Ay, qué lástima que se está terminando el libro.
Os leo en los comentarios.
Saludos cordiales, 
Pep Bruno