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Decamerón, Jornada II

Libro que estamos comentando: 
Decamerón

Hola a todas y todos, continuamos con el Decamerón y sus historias gozosas, espero que estéis disfrutando del libro y que el disfrute vaya creciendo jornada a jornada. 
Tal como os comenté en la primera semana a partir de ahora mi intención es ir leyendo una jornada cada semana. Si veis que se os hace más complicado seguir el ritmo, decidlo en los comentarios al post. Ocurre, además, que esta segunda jornada tiene cuentos bastante largos, de hecho, en mi edición esta segunda jornada va de la página 207 a la página 352, casi 150 paginitas.
Os cuento.
 
SEGUNDA JORNADA
Esta segunda jornada, bajo el mando de Filomena, se centra en historias protagonizadas por personas afectadas por diversas contrariedades y, aun así, han llegado a mejor puerto de lo esperado.
Este tema, muy del gusto de la época, recoge un tipo de historias que se hicieron famosas ya en la Grecia Clásica, las historias milesias (de hecho también llamadas novelas griegas), historias en las que distintos protagonistas sufren mil adversidades pero, a pesar de lo imposible que pueda parecer (por lo enrevesado de la trama o lo dificultoso del problema) la cosa suele acabar bien. Es decir: parejas o familias separadas que viven vidas llenas de azarosas desdichas y que acaban de nuevo reunidas y cosas así.
La ventaja de este tipo de cuentos es que tienen un montón de aventurillas, giros inesperados (y a veces inverosímiles) y la acción tira de toda la historia. El inconveniente podría ser que en ocasiones estos cuentos son muy largos (por eso esta jornada es tan larga). En cualquier caso Boccaccio se las ingenia para que las historias, a pesar de mantener ese registro común, se diferencien unas de otras y, además, logra que de una historia a otra vayamos viendo cambios muy interesantes.
Basta con que os fijéis, por ejemplo, en el papel de las mujeres protagonistas. Tenemos algunas viudas, como la protagonista del segundo cuento, que es una mujer libre que sabe bien lo que quiere (fijaos el lugar que ocupan las viudas en todos estos cuentos, son mujeres independientes y con mucha capacidad de decisión y acción). Tenemos a otras protagonistas inesperadas (como la del tercer cuento, que no desvelaré) o como Alatiel, la protagonista del séptimo cuento. Os animo a que echéis un vistazo a Alatiel y a las sutilezas de algunos detalles que se dicen como de pasada (fijaos cuándo habla y cuándo no; fijaos en cómo ella disfruta del descubrimiento del primer amante), pero también fijaos en lo exagerado que es este cuento (las últimas líneas del mismo refuerzan esta idea), una mujer que despierta tal deseo sexual que no dejan de matarse los hombres unos a otros, de provocar guerras... mientras ella no deja de disfrutar de los placeres de la carne (de san Crece, oiga). Es un cuento muy sorprendente, creo, que trata de parodiar, de hecho, las propias historias milesias, con un recorrido insólito de lecho en lecho, por estratos y niveles sociales muy variados. Aunque mención aparte merecen las protagonistas de los dos últimos cuentos (y que comento brevemente al final del post).
Otro tema bien interesante es el humor, que va aflorando continuamente y, en alguna ocasión, resulta salvador, como en el primer cuento, el de Martellino. O como ocurre en el quinto cuento en el que Andreuccio, engañado por una mujer muy astuta y caído en hedionda desgracia parece salir de Guatemala para caer en Guatepeor (¿o no?). Veréis que buen rato.
Fijaos qué bien tramados están estos cuentos. El ejemplo más claro es el tercero, el de Alessandro y "el abad": primero parece que la historia irá por un lado, de pronto el protagonista es el sobrino, cuando menos te lo esperas el sobrino (y tú y yo) descubre (descubrimos) algo inesperado (y tan bien contado, madre mía), pero no te fíes, que hay más sorpresas según avanza la lectura (sorpresas para ti y sorpresas para el protagonista). Una absoluta maravilla.
El cuarto cuento, el de Landolfo Rúfolo, es una típica historia milesia, con naufragio y todo. Igual que ocurre con el cuento sexto, protagonizado por doña Berítola, alias la corza (la corza y los corcitos, madre mía). O por el conde de Amberes y su familia, protagonistas del cuento número ocho. Todas estas son típicas historias de aventuras y desventuras con finales felices.
El noveno cuento retoma un tema muy del gusto de la época (de muchas épocas, de hecho, pues siglos después el propio Cervantes incluiría una novelita en la primera parte del Quijote con un tema similar: El curioso impertinente). Este tema aparece también en varios cuentos tradicionales (por si os apetece os dejo aquí un post de mi blog en el que cuento un cuento muy similar al que vais a leer y que dura cinco minutos). Fijaos en la diferencia entre los hombres del cuento y la mujer que lo protagoniza (ellos tan bajos moralmente, ella tan elevada moralmente) más allá de los tópicos de la época que maneja el autor (en parte porque no tenía más remedio), fijaos en cómo se defiende, cómo no se asusta ni se acobarda, cómo tiene ánimo de sobra para acometer las empresas más complejas y llegar, finalmente, a desvelar el enredo con el que la perjudicaron. Es un cuentazo. 
Aunque si esta protagonista os ha parecido tenaz e incansable en busca de la verdad y de la restitución de su honor, creo que os va a encantar Bartolomea, la esposa del juez Ricciardo de Chínzica, ¿o era de Paganino de Mónaco?, y el cuento que protagoniza (con su calendario lleno de fiestas de guardar, madre mía). Igualmente creo que os va a gustar la manera de contar de Diomeo (y su manera de hacer las alusiones sexuales) y os vais a echar unas buenas risas con esta historia al tiempo que vais a brindar por esta mujer que tiene tan claro lo que quiere.
 
Pasad una buena semana de lectura. Os leo en los comentarios.
Saludos cordiales, 
Pep Bruno