Cuando Hitler robó El Conejo Rosa: Cap. 13 al cap. 18
Comenzamos la tercera semana de lecturas compartida, y aunque no son muchas las opiniones que nos vais dejando, sí que es cierto que la lectura de este libro es tan amena, que engancha.
Antes de continuar me gustaría lanzar una pregunta, en esa pregunta yo expongo mis motivos, me gustaría que expusierais los vuestros y así enriquecer más la lectura
¿Para qué leer Cuando Hitler robó el conejo rosa? 1. Porque te da una visión diferente al tema del Holocausto y te ayuda a investigar y conocer acerca de los discursos políticos de Hitler 2. Te muestra de una manera sencilla y elocuente el tema de la libertad de expresión y prensa que suprimió Hitler 3. El tema de la discriminación al pueblo judío está muy bien explicado y como muchas familias fueron refugiadas en Francia e Inglaterra. 4. Te pone en la piel de niños que deben estar aprendiendo idiomas, entender pensamientos y tratar de adaptarse a un mundo cruel y cambiante. 5. También te muestra de una manera muy dócil sin dejar de doler la muerte de familiares y personas inocentes por culpa del pensamiento de esa época. 6. La voz de los personajes infantiles está muy bien desarrollada y plasmada por la autora.
La tarea de esta semana será leer los siguientes 6 capítulos.
En el Capítulo 13, los niños conocen a su nueva maestra, una tutora privada llamada Mademoiselle Martel. Como no tienen material se bajan a la tienda a comprar lápices, pero al no saber francés comienza una escena con mucho humor.
Antes de que los refugiados judíos llegaran a Francia desde Alemania, su capacidad para hablar el alemán y el francés estaban infrautilizados. Ahora apenas puede seguir el ritmo de todas las lecciones que tiene que dar. Max y Anna pasan un periodo terrible tratando se comunicarse con ella, pero mejoran con el tiempo. La familia se está adaptando muy bien a la vida en París.
El capítulo 14 continúa las preocupaciones sobre la escolarización. Anna quiere ir a la escuela, pero su La familia no puede pagar una escuela privada y cree que no aprendería mucho en una escuela pública. Anna enferma levemente durante este tiempo y papá parece perturbado por sus constantes pesadillas. Una noche, cuando Anna reza por la salud de su padre y tiene una pesadilla propia, las pesadillas de su padre desaparecen poco después. Al terminar el capítulo, mamá ha encontrado una escuela que es perfecta para Max y Anna.
En el capítulo 15, Max y Anna van a la escuela por primera vez. Todo el mundo habla francés y sólo francés, por lo que ambos se enfrentan a una dura batalla lingüística. Anna se sienta en clase con un gran número de estudiantes y su maestra es Madame Socrate que habla un poco de alemán.
Las primeras tareas de Anna son fracasos, ya que casi no puede entender francés, pero confía en que tarde o temprano lo aprenderá. Max está desesperado por aprender y así poder parecerse y encajar con los otros chicos. Aunque no se pueden comunicar con ella, la tratan muy bien, así que ella se queda muy contenta y a gusto y no se siente como una extraña.
En el capítulo 16, Anna y Max se han adaptado a la escuela. Un día mamá lleva a Anna a ver a Sarah, la tía abuela de Anna. Hacía mucho tiempo que se había casado con un francés y vive en Francia desde hace treinta años. La tía abuela Sarah es un poco sorda y tiene un cuerno en el que mamá y Anna tienen que hablar. A veces, algunas damas parisinas visitan a la tía abuela Sarah y juegan a las cartas con ella. También le dan tela para hacer ropa para niños necesitados. Ella insiste en darle un trapo a mamá, que ella gustosamente acepta. Papá está furioso porque mamá ha aceptado la "caridad”, ya que le avergüenza su incapacidad para mantener a su familia. Gana mucho menos dinero trabajando para The Daily Parisino de lo que había hecho en Alemania. El capítulo termina cuando la familia nota que ellos esperaba regresar a Berlín después de seis meses, pero ya ha pasado un año.
El capítulo 17 es bastante breve. Muestra a la familia de Anna pasando tiempo con la familia Fernand. Anna y Max se llevan bien con Francine, la hija y papá y mamá se llevan bien con Monsieur y Madame Fernand. Papá tiene interesantes conversaciones con Monsieur Fernand. Mientras lo visitan, Francine le adapta a Anna la ropa que le ha hecho su madre y le quedan bien. Anna también ha escrito un poema y le gusta a su tía abuela Sarah.
Con el Capítulo 18 llega la primavera en París. Max y Anna ya practican un francés luido y mamá se está convirtiendo en una cocinera fabulosa, lo que papá aprecia mucho. Solamente Grete, la ama de llaves austríaca, estaba triste. Esperaba volver a casa, como todos los demás. Llegó julio y hacía mucho calor, el día nacional de Francia, 14 de julio, la familia de Anna lo pasó de maravilla en las ferias callejeras. Los Zwirns invitan a la familia de Anna a visitar Suiza durante las vacaciones de verano y papá puede permitírselo después de escribir tres artículos para The Daily Parisian, por los que le pagaron generosamente. Mientras tanto, Max ha estado participando activamente en el colegio. Cuando la familia de Anna visita a los Zwirn, los encuentran sin cambios.
El tiempo del relato es lineal y permite ver claramente cómo el avance del nazismo va condicionando las circunstancias de vida de esta familia mientras Anna transita su infancia. Así, los tres primeros capítulos nos introducen en el clima de ese período (el ascenso político de Hitler, la huída del padre gracias a la ayuda de un policía) que tienen en el incendio del Reichstag (febrero de 1933) su referencia más fuerte; días después, mientras se producen las elecciones que consagran a Hitler como canciller, la familia abandona Berlín. El desarrollo de la historia corresponde a la mayor parte del libro: la estadía en Suiza y, más tarde, en París. Tanto en uno como en otro sitio se producen algunos episodios ligados con el antisemitismo; los términos que comienzan a llamar la atención de Anna (“campo de concentración”, “Depresión”) dan la pauta de cómo se agrava el panorama. El desenlace que abarca los tres últimos capítulos se desarrolla durante el verano de 1935; la economía se vuelve insostenible en Francia y una oportunidad laboral para su padre favorece el traslado de la familia a Londres.
Es sin duda un acierto el modo en que la autora va recreando la situación de los judíos en Europa. El enemigo y los obstáculos acechan pero estas circunstancias, por cierto muy angustiantes, son matizadas con el humor (episodio de la compra de lápices en una papelería parisina), la presencia de personajes solidarios (los Zwirn, los Fernand y algunos familiares, tal es el caso de Omamá y la tía abuela Sarah) y las anécdotas que hacen a la vida cotidiana de esta familia (la escuela, las tareas domésticas, las disputas entre hermanos). Por lo dicho, Cuando Hitler robó el conejo rosa ofrece un relato exquisito para acercar a los chicos a la problemática de los refugiados judíos y a las vicisitudes del crecimiento desde una prosa sencilla, con diálogos ágiles y un relato atrapante de principio a fin.
Feliz semana de lectura
Alejandro