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1ª parte. Hasta el capítulo 7

Libro que estamos comentando: 
¡Corre, hombre, corre!
Ha sido una mera coincidencia que los dos últimos autores que han aparecido en LETRAS ROJAS compartiesen un sentimiento de desubicación de su país de origen y decidiesen irse a vivir a Europa, donde la sociedad era más complaciente con los que se salían del camino establecido.
 
Patricia Highsmith se trasladó a vivir definitivamente a Gran Bretaña en 1963 y Chester Himes lo hizo un poco antes, en 1956. Ella huía de unos lectores que anteponían los prejuicios morales por su homosexualidad frente a la calidad de sus obras. Chester Himes confesó que huía de las consecuencias de la represión racial que los negros sufrían en su propio país. «Mis razones para venir a Europa. No estoy seguro de recordar claramente cómo ocurrió. Prejuicios raciales, sin duda. Sé que fue así aunque no lo recuerde. Soy negro, y nací y crecí y viví en América, y el hecho de que los prejuicios raciales hayan sido una de mis razones para marcharme es un hecho irrefutable." https://valenciaplaza.com/chester-himes-refugio-en-moraira
 
Posteriormente, en 1969, el autor estadounidense fijó su residencia en Moraira (Alicante) hasta su fallecimiento en 1984.
 
Durante su estancia en París (1957-1969), escribió la mayoría de sus novelas policiacas ambientadas en Harlem, que fueron enseguida muy bien recibidas por los lectores franceses, muy receptivos a las novelas negras viscerales y violentas, y desde allí su aprecio se extendió por todo el mundo.
 
El ciclo de Harlem comprende nueve novelas con las que "!Corre, hombre, corre¡" comparte tangencialmente características. No está protagonizada por su pareja de policías fetiche, Ataúd Johnson y Sepulturero Jones. Sin embargo, la acción sucede también en Nueva York en la década de los años 50 del siglo XX y está muy presente cómo la comunidad negra sufre la descarnada violencia del racismo de los blancos.
 
En el prólogo de esta novela, el traductor avisa de la dificultad de traducir el lenguaje de los personajes negros de la novela, sobre todo los que utilizan el argot conocido como Black English. Esa misma dificultad se traslada a la lectura. Es necesaria un poco de paciencia en los primeros capítulos para interpretar el tono de una manera diferente de expresarse, el lenguaje coloquial de las capas más desfavorecidas de las personas de color. Cuesta al principio; e incluso puede parecer que la traducción ridiculiza en exceso a personajes como Luke o Fat Sam y los presenta como más infantiles e ignorantes de lo que son.
 
En esta primera parte la acción sucede en un único escenario, la cafetería Schmidt y Schindler, situada en el cruce de la 5ª Avenida con la calle 37. Esta cafetería ficticia aún resulta hoy fácilmente reconocible para cualquiera que está familiarizado con la geografía de la Gran Manzana: en una de las esquinas se  encuentra el edificio de la joyería Tiffany's, el del famoso escaparate ante el que se maravillaba Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes (Breakfast in Tiffany's, 1961).
 
En otra de las cuatro esquinas está la cafetería a la que llega tambaleándose por la borrachera el brutal detective de la policía de Nueva York, Matt Walker.
 
¿Qué hace allí a las 4 de la mañana? No sé si la escusa de que ha dejado el coche aparcado, y ahora no recuerda dónde, es cierta, o únicamente es un mero pretexto para mostrar su prepotencia y el poder de una placa y una pistola a los acobardados mozos de color que se afanan en limpiar la cafetería para que pueda estar de nuevo dispuesta para el turno de mañana.
 
A veces Walker se muestra más torpe y otras más lúcido, pero siempre muestra que la violencia hacia los mozos negros es gratuita. Ni tiene motivo, ni está dispuesto a razonar, ni tiene otra intención que causar dolor. ¿El motivo? Supongo que lo sabremos en las páginas siguientes. O, si no, es que se trata de un psicópata racista, un auténtico peligro andante. De estos, desgraciadamente, estamos teniendo noticias en los medios de comunicación recientemente.
 
En el momento en el que saca una pistola no reglamentaria y le ajusta el silenciador, sabemos que la vida de Luke y Fat Sam no vale nada. Dispara a Fat Sam de forma fría y aún piensa que ha sido un accidente; después, ya solo le queda acabar con los testigos y eso inicia una sangrienta cacería.
 
Conviene prestar atención a la descripción de la cafetería, los montacargas, los pisos inferiores, los pasillos, los pasadizos .... La secuencia de movimientos de Walker se entiende mejor si seguimos las indicaciones del autor y ubicamos el pánico de las víctimas cuando son conscientes de que no tienen escapatoria y tienen que huir para salvar su vida. La persecución de Jimmy por los sótanos de Schmidt & Schindler destina pura adrenalina.