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2 CARPE AMOREM

Libro que estamos comentando: 
Carpe amorem
  1. CARPE AMOREM

 
¡Carpe lunes, ATRAPAVERSOS!
Al escribir mi saludo, me acabo de dar cuenta de que el propio nombre de nuestro Club es un carpe, puesto que esta palabra latina, entre otras acepciones, se puede traducir como atrapa; de modo que empecemos de nuevo el saludo a lo latino (y a lo lúdico):
¡ATRAPAD EL LUNES, ATRAPAVERSOS!
 
En esas andamos, hoy lunes 12, atrapando el segundo tramo de lectura, que va desde el poema “Fecha de caducidad” (p. 106) hasta “Definición de abrazo” de la página 148. Todos estos temas de la autora pertenecen a sus libros Carpe noctem, La metamorfosis incesante y Transitoria.
 
La semana pasada se me pasó comentar, a propósito de “Pentesilea” (p. 105) que me parecía un tema totalmente cavafiano en espíritu, además de formalmente muy bello. Plantea una situación en la que el amor se despierta justo en una circunstancia irremediable, como es el caso de la muerte, bien sea figurada o real. En el episodio que se cuenta, es bien real. La narración se sitúa dentro de la historia de la caída de Troya, cuando llega la valerosa reina de las Amazonas a defender la ciudad de los invasores griegos, y muere en la lucha a manos de Aquiles. En el poema homérico se dice que surgió en el corazón del semidiós un amor imposible, al verla en la lucha y después muerta. Un amor que de resultas también le costó la vida al soldado griego Tersites por reírse del arrobo de Aquiles, pues este enloquecido (¿cuándo no lo estaba?) lo mató también a él.
Todo el poema me parece que está en un tono antiguo elegíaco desgarrador. Apetecería cantarlo, con los ritmos y formas de entonces. Y en otro orden de cosas: ¿Se os ocurre en qué contextos menos “heroicos” podría ocurrir esta circunstancia de desamor irreparable? Mientras lo pensáis, leedlo en voz alta, lo pide a gritos…
 
Me parece que a lo largo de la obra de nuestra autora hay un diálogo abierto, muy creativo, entre su formación clásica y la expresión creativa apasionada que se deriva de ello. De forma que para ella son motivo de inspiración autores clásicos, modos de composición también antiguos e incluso pensamientos o experiencias vistas desde un prisma “clásico”. Pero siempre, o casi siempre, pasado por un irrenunciable AHORA, de ahí su modernidad. A veces entre estos dos polos se produce un exagerado y fructífero contraste, como en “Fecha de caducidad” (p. 106), “Gel” (p. 111) y “Sala de esgrima” (p. 135); solo por poner un par de ejemplos, ya que son incontables los temas que tienen ese toque.
 
Me gusta la alegoría que plantea en “Casino junto al mar” de la página 118: “El amor es un juego / de azar del Universo” y sobre esa tesis despliega sus argumentos de jugadora.
 
También interesante el tono fatal del poema “El río subterráneo” de la página 120, en el que aparece el Leteo, el Río del Olvido que se encontraba en los inframundos griegos donde reinaba Hades y su esposa Perséfone (en versión latina: Plutón y Proserpina) para representar las noches infernales de palabras difíciles, de ruptura y olvido.
 
En “La mirada de Ulises” (Odiseo para los griegos) de la página 142,  hay un par de versos para mi gusto especialmente lúcidos: “La piel es vertedero de memoria / lo mismo que el poema” A mi juicio es muy de Cavafis, ese “cuerpo, recuerda” que tiene por intermediario y testigo al poema. Como si la vida-poesía fuese en realidad un vivir-sobrevivir en el poema. Un tema, por cierto, también recurrente en nuestra autora.
 
En “Homenaje a Cavadías” (p. 143) Luque plasma sus impresiones sobre este poeta griego: Nicos Cavadías (1910-1975), que tiene su obra publicada en Alianza Editorial con el título: La Cruz del Sur. Poesía completa. Copio parte de lo que dice la contracubierta del libro que tengo en casa, para que os hagáis una idea (y tal vez os entren ganas de leerlo, es fuerte y primordial su poesía): “Poeta del mar, del extrañamiento, del viaje, es uno de los mayores poetas que Grecia ha dado en el siglo XX. Su obra —comparable en popularidad a la de un García Lorca o un Machado en España—ha gozado del favor del pueblo griego y las numerosas versiones de sus poemas lo han integrado ya en su memoria colectiva”.
 
Para acabar, y continuamos sin salirnos del mundo heleno, destaco el poema penúltimo de esta semana: “En una iglesia ortodoxa de Viena” (p. 146) en el que la autora menciona expresamente a Cavafis con su poema “Velas”, que hemos leído el mes pasado y que traigo aquí a modo de despedida; pero no en traducción de Bádenas, la versión que hemos leído de Alianza Editorial, sino en la del poeta Luis Alberto de Cuenca publicada en el libro Ítaca y otros poemas, de la editorial Reino de Cordelia. Así podréis contrastar ambas lecturas (quienes dispongáis del libro de Alianza a mano) y disfrutar del texto de nuevo. Esta versión es especialmente sonora. Aquí va:
 
Los días del futuro se nos muestran
como hilera de velas encendidas,
de velas vivas, cálidas, doradas.
 
Quedan atrás los días del pasado
como hilera de velas consumidas,
de velas frías, truncas y deshechas
donde humean aún las más cercanas.
 
No quiero verlas. Verlas me entristece,
me duele recordar su luz primera.
Prefiero contemplar las encendidas.
 
No quiero ver qué rápido se alarga
la hilera del pasado, cómo crece
la hilera de las velas consumidas.
 
 
Hasta aquí hemos llegado por hoy.
De nuevo me despido con mis mejores augurios para vuestra semana,
¡Salud!
 
Estrella Ortiz