Nuestros Clubes de Lectura

Literatura de viajes

Club de lectura de poesía.

Literatura juvenil

Clásicos universales

Novelas de género (novela negra, ciencia ficción, etc.)

Hasta el capítulo 2, incluido.

Libro que estamos comentando: 
Canta Irlanda: un viaje por la isla esmeralda

Bienvenidos a Irlanda, lectores. ¿Cómo estáis? ¿Todo listo? En esta primera jornada, me gustaría que nos conociéramos un poco. ¿Desde dónde leéis y escribís? ¿Habéis estado en Irlanda? ¿Habíais leído alguna obra de Javier Reverte? Lo que queráis contarnos… ¡Gracias!
Cada lunes, señalizaré nuestro itinerario de lectura, con el ánimo de organizar nuestra conversación. Esta semana, comentaremos los dos primeros capítulos de Canta Irlanda, esto es, hasta el capítulo titulado Iglesias, pubs y más literatura.
Iniciamos marzo y club con un plan viajero y lector magnífico: seguir las huellas de Reverte por la isla verde de aromas a hierba y mar, a lúpulo, a güisqui, a madera vieja, a desfiles festivos, a pubs. Un viaje que recorre uno de los países europeos que más amó nuestro escritor (1944-2020).
Os sugiero la visualización del documental Javier Reverte, el amigo de Ulises de Imprescindibles, (La 2 TVE) (https://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-javier-reverte-amigo-ulises/4869643/); apenas una hora en la que le acompañamos por varios de los escenarios de su vida y de sus libros: Madrid, Valsaín, Atenas, Ítaca…, y en el que nos cuenta, por ejemplo, la emoción literaria que le impulsaba a viajar, la importancia de sus cuadernos de notas, qué significado tenían para él los libros y sus autores, y cómo todos somos turistas, incluso los que se autodenominan viajeros. “Turista viene de la palabra francesa tour: vuelta, y eso es lo que hacemos los seres humanos, dar vueltas…. ”, señala Reverte en el documental. Si aún no lo habéis visto, lo disfrutaréis muchísimo.
Retomo el asunto de los cuadernos de notas con los que se acompañaba en los viajes nuestro autor. En ellos, plasmaba el esqueleto de lo que serían sus libros futuros. En sus trayectos por tierra, mar y aire, procuraba no perderlos de vista, pues eran sus objetos más preciados. Me gustaría que para nuestras lecturas compartidas, tuviésemos nuestros propios cuadernos de notas. Yo ya tengo el mío. Es amarillo, y tiene una frase pretendidamente optimista (¿?) en la cubierta. En nuestros cuadernos, podemos ir tomando notas para después reflejarlas en nuestras conversaciones: citas, palabras, adjetivos, algo que nos asombre, que nos guste, o que nos irrite, nos enfade o no nos guste en absoluto. A fin de cuentas, se trata de completar, con nuestras propias miradas, este viaje compartido.
Leyendo estos primeros capítulos, he tenido la sensación de estar sentada con Reverte en un pub, tomando una pinta. Él me cuenta peripecias, historias, leyendas, poemas y canciones. Las palabras van cayendo a mi alrededor, como lluvia fina y persistente, y de pronto, algo ( una opinión sobre los irlandeses, un verso de Yeats, una descripción de un paisaje…) hace que abra mi cuaderno, y anote.  
Prólogo.
Javier Reverte nos escribe desde 2012, en el condado de Mayo, Westport, un pueblo cercano a la bahía de Clew, al norte de la bahía de Galway y frente al Mar de Irlanda. Allí, en una casa alquilada, retoma el libro que inició en 2004, pero que quedó “encerrado en sus cuadernos de notas”, aplazado con mil excusas, ninguna de ellas cierta. Desde el presente de 2012, Reverte explica porqué su “romance quedó inconcluso”: para escribir sobre Irlanda, tenía que escribir sobre algo más que unos hechos, una historia, una geografía o unas gentes. “Tenía que escribir sobre la emoción que provoca Irlanda a los irlandeses, emoción que se expresa en forma lírica, sobre todo: poesía, música, canciones. Sin olvidar la leyenda: se aman los mitos con más fuerza que los hechos probados”.
Creo que es esa emoción y esa atracción hacia un país que ama lo legendario (y por eso, lo canta) lo que intenta transmitir en su obra.
Capítulo 1. Bloomsday, 2004.
Sabemos que, cuando visita una ciudad, Javier Reverte practica ciertos ritos literarios, sigue la pista de los escritores que más admira: nos narra sus vidas, nos cita sus obras, nos describe los monumentos y estatuas que los conmemoran. Por eso, el escritor viajero sigue los pasos de Bloom, (el protagonista y álter ego de Ulises, de James Joyce), cuya historia transcurre en un solo día, el 16 de junio de 1904.
El Bloomsday (http://www.bloomsdayfestival.ie/) es una fiesta ideada por un grupo de escritores irlandeses hacia mediados de los años cincuenta del siglo XX, y es toda una tradición en Dublín: cientos de personas vestidas de época, con el libro de Joyce bajo el brazo, visitan sus escenarios, asisten a dramatizaciones teatrales, beben, comen…
¿Habéis hecho, alguna vez, rutas de este tipo?
Ulises es un libro que se antoja complejo, difícil y surrealista, como dice Reverte: “a Joyce lo amamos como Lope a Góngora, sin acabar de comprenderlo del todo, porque intuimos que su genio nos sobrepasa”. Hayamos leído o no este libro monumental (confieso que yo, aún, no), esta especie de gran broma del autor irlandés a sus lectores, en los dos primeros capítulos se nos ofrece una visión general de la obra. (Os dejo aquí este vídeo que analiza el Ulises: https://www.youtube.com/watch?v=gLBRO8BxkEs ) .
Siguiendo el espíritu del Ulises, Reverte nos cuenta una serie de encuentros que no dejan de estar teñidos de cierto humor absurdo, por ejemplo:

  • La conversación en el autobús con el irlandés reconvertido en guía turístico e histórico;
  • La conversación en el tren rumbo a la torre Martello de Sandycove, con la señora de edad avanzada, que también ejerce de guía turística, y filósofa;
  • El grupo de jóvenes japoneses y su profesor de literatura, interpretando la primera escena del Ulises;
  • El reclamo de James Joyce para vender más y mejor (Joyce lo comió);
  • Los distintos sketchs representados por las calles;
  • Las sobrinas bisnietas de Joyce, vestidas y peinadas a lo punk, que quieren mucho a su antepasado, pero que no lo han leído;
  • La celebración del Día de China en Irlanda, que coincide con el Bloomsday.

¿Habéis anotado alguna otra situación, un tanto absurda o chocante?
Cabe destacar cómo nos acercamos a la figura de James Joyce (algo que continúa en el capítulo 2), sobre todo a través de la mirada de su hermano, Stanislaus (https://es.wikipedia.org/wiki/Stanislaus_Joyce) y su libro My Brother’s Keeper. Qué duro debe resultar crecer a la sombra de alguien así, excesivo y genial, pero también desequilibrado, enfermo, abocado a una existencia desgraciada y rocambolesca, y con una sensibilidad y un talento que oscurece todo a su alrededor. “Es terrible tener un hermano más inteligente”.
Del mismo modo es interesante la influencia de Joyce en otros escritores, como Samuel Beckett(https://en.wikipedia.org/wiki/Samuel_Beckett ) “uno de los grandes escritores del teatro del absurdo” (acabo de caer en la cuenta de que he utilizado el adjetivo absurdo quizás más veces de lo razonable). La historia del traje creado en seis meses y el mundo en seis días es, como señala Reverte, “puro Joyce”.
Capítulo 2. Iglesias, pubs y más literatura
Sobre todo, baladas, borrachos, y escritores, grandes escritores. Y muchos de ellos, con problemas con el alcohol (o como decía Behan, alcohólicos con problemas de escritura).
Una de las primeras paradas es la catedral de San Patricio (https://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_de_San_Patricio_de_Dubl%C3%ADn ) , y la leyenda sobre el patrón de Irlanda, inventada por nuestro autor (como Irlanda, Reverte apuesta por lo legendario). El autor de la fábula Los viajes de Gulliver, el escritor satírico Johathan Swift (https://es.wikipedia.org/wiki/Jonathan_Swift), fue deán de la catedral. Me impresionó ese libro que escribió para denunciar la terrible situación de miseria en la que estaban sumidos los campesinos irlandeses, Una modesta proposición (1729) su increíble ingenio e inteligencia. Y su valentía al publicarlo… (El texto: https://ciudadseva.com/texto/una-modesta-proposicion/).
Frente a la catedral, el homenaje de la Literary Parade, una hilera de placas con los nombres de grandes escritores dublineses, desde luego, los irlandeses están muy orgullosos de sus escritores. Otra cosa es si, cuando estaban vivos, les trataron siempre con ese orgullo... Pero sí parece que, aunque se exiliaran, la mayoría de ellos (sino todos), guardaron sentimientos muy profundos hacia su país. Ahí tenemos a George Bernard Shaw, cediendo los derechos de su comedia Pygmalion (la después famosísima película, y anteriormente musical, My fair lady (https://www.youtube.com/watch?v=ZJBM6qs22sE), a la National Gallery  (https://www.nationalgallery.ie/).
Óscar Wilde, eternamente recostado en la roca del parque de Merrion Square (https://en.wikipedia.org/wiki/Merrion_Square), parece el hombre despreocupado y vividor de sus primeros tiempos, antes de la prisión. Tremenda su historia personal, su genio truncado, y ese ¿orgullo, arrogancia, osadía? que le llevó a la cárcel.  (Por supuesto, me refiero a su empecinamiento en seguir adelante con la denuncia al progenitor de su amor (https://en.wikipedia.org/wiki/Lord_Alfred_Douglas), el marqués de Queensberry).
Más pintas, más pubs, y más escritores: la taberna Toner’s (https://www.hola.com/viajes/2017031792447/pubs-curiosos-dublin/), Yeats y Gogarty; o el pub que más frecuentó el autor de Mi isla, Brendan Behan, el McDaids, donde también asoman fotos de Kavanagh o Joyce, otros ilustres borrachines. (El abstemio William Yeats, es una rara avis… ).
En la búsqueda de los últimos lugares joycianos (las distintas casas donde vivió la familia de Joyce, o Sandymount donde transcurre el capítulo 13 del Ulises), vuelve a ocuparse Javier Reverte de las circunstancias familiares y personales de James y su influencia en Ulises. Me queda la sensación que el padre, alcoholizado y violento, fue el modelo para escribir Leopold Bloom, pero lamentablemente, también fue el modelo de Joyce a la hora de escribir su propia vida. ¿Cómo lo percibís vosotros?
Para cerrar esta (me temo) algo extensa entrada, una canción cuya letra escribió Javier Reverte: El viaje, de El Combo Linga: “Yo no hice el viaje, el viaje me hizo a mí.” (https://youtu.be/TGqmmOb4kr4).
Es vuestro turno. Confío en que vuestros cuadernos de notas no se hayan deteriorado demasiado en los pubs.
Continuamos viaje. Salud, lectores.

El viaje. El Combo Linga y Javier Reverte