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3 CAJITA DE FÓSFOROS

 
3 CAJITA DE FÓSFOROS
 
 
¡Buen día, personas lectoras de ATRAPAVERSOS!
Esta semana comienza el tercer tramo de lectura de nuestra CAJITA DE FÓSFOROS, que va desde el poema Escribe tu nombre en el aire de la página 28, hasta Nube a nube de la página 37.
 
La semana pasada, como recordaréis, incidí en los componentes rítmicos de los poemas, que se manifestaban en las REPETICIONES de diferente índole. Hoy vamos a mirar los componentes textuales de contenido, a los que voy a denominar IMAGINACIONES.  Son aquellos elementos de los poemas (metáforas, símiles, símbolos, sinestesias, prosopopeyas…) que generan imágenes que se salen de la realidad ordinaria y que son un instrumento indispensable de la expresividad poética. El yo poético mira una (su) realidad y encuentra caminos (interesantes y novedosos) para transmitirla.
 
Por ejemplo, en el poema ¿Qué pasa si una mariposa? de la página 27 nos dice su autora que la mariposa es en realidad: / un libro secreto / de dos páginas. ¿Puede ser más expresiva esta imagen? O esta respuesta a ¿qué piensan los árboles?, que leemos en el poema Los árboles de la página 29: Piensan / grandes sombras / en el suelo. ¿Os lo podéis imaginar?
En algunos poemas vemos que la imagen (osada) se mantiene en toda la composición, como la de Ceiba (p. 30), la gran caminadora, en la que se nos cuenta lo que hace este árbol por la noche: sale de paseo. Por cierto: bebe agua estrellada. Fijaos que beber lo hacen los animales, las plantas no tienen garganta… En esta imagen se nos sugiere además que el agua ha tomado el carácter brillante de un espejo: el cielo estrellado.
 
Por jugar más en detalle, me detengo en Vista (p. 31), y esto es lo que “veo”. Aunque la música generalmente suena, pero no se ve, el poeta nos dice que tiene color dorado. ¡Qué mezcla de sensaciones!, ¿cuál será el color de los cerros? el cerro tiene un color / de música dorada. La niña ciega camina con pies sabios ¡vaya, los pies tienen una cualidad del pensamiento! Y su bastón es un pájaro blanco (la imagen continúa: revoloteando en su jaula de sombras ¿cómo será eso de una jaula de sombras?).
¿Sentís cómo sumergirse en las imágenes nos hace vibrar? Por cierto, yo misma acabo de emplear una imagen-metáfora muy usada: “sumergirse en las imágenes” como si estas fueran agua… y así podríamos continuar encontrando imágenes en el lenguaje hasta el infinito, porque TODO el lenguaje es metafórico. Y lo bueno del lenguaje poético es que sus imágenes suelen ser NOVEDOSAS. Por decirlo de otro modo: estas visiones nos despiertan a la percepción del mundo, sí, el de siempre, pero ÚNICO a cada vez.
Terminemos la visita a este poema: los cerros suenan a crepúsculo. A estas alturas, ya podemos sentir la música silenciosa de los cerros. Fijaos, el poeta está hablando de una niña que no puede ver y nos dice que el camino que hace es sonoro ¡y dorado! Queda en el aire su último verso: y la ciega no se pierde de vista. Y, a propósito suyo, brotan mis preguntas: ¿desde dónde hace esta afirmación el yo poético, desde el observador, desde el poeta, desde la persona lectora? ¿Dice que no la perdemos de vista o que no la pierde de vista el poeta? ¿O acaso es la niña quien no se pierde gracias a esa música dorada, ese crepúsculo sonoro, que le sirven de guía? ¿O más bien que la niña, debido a su ceguera, no se distrae con la vista del paisaje para así contemplarlo hacia adentro en todo su esplendor?
Seguro que se os ocurre alguna otra pregunta más. Sobre todo me sentiré satisfecha si encontráis vuestra propia respuesta, la que sentís. Porque lo bueno de la poesía es que no es ciencia exacta: es ciencia de conciencia de cada uno y cada una. Por mi parte, únicamente os acabo de sembrar unas cuantas variables. Las respuestas son vuestras.
 
Si os sentís con ganas, os sugiero que miréis desde este prisma penetrante cada poema, no deis nada por hecho, dejaos sorprender y visualizad las palabras, que es de lo que se trata. Imaginad.
 
Maravillosa ave, La alondra (p. 32): Así querías que fuese nuestro vuelo. Un vuelo alto, detenido, sonoro, entre la tierra y el cielo. Como la figura de todo poeta, que siempre canta a caballo entre estos dos mundos.
 
Y una última sugerencia, páginas 36 y 37: vamos a poner en práctica las dos miradas de las que os vengo contado. En el poema Azules de Juan Ramón Jiménez buscad sus elementos rítmicos, formales. Y en el de Cecilia Pisos, Nube a nube, saboread el sentido que está en sus imágenes, plasmadas además en su disposición gráfica. ¡No pueden ser más complementarios uno y otro poema!
 
Y aquí os dejo. Con el deseo de que la lectura continúe resultándoos  una aventura gozosa.
Leed, releed. Vivid, revivid.
 
Estrella Ortiz