1 A CADA CUAL SU CIELO
1 A CADA CUAL SU CIELO
Buen día, ATRAPAVERSOS, bienvenidos y bienvenidas a la lectura de este mes de julio en el que vamos a conocer la obra de Fabio Morábito A cada cual su cielo.
Este es el plan propuesto de lectura:
- Esta semana, lunes 3 de julio, vamos a leer hasta el poema “En la orilla del grupo” de la página 33.
- La semana del 10 de julio leeremos desde el poema “Sobre una piedra, para romperla” hasta “Toda la noche en vela” de la página 54.
- La tercera semana, del lunes 17, leeremos desde “Mientras duermes” hasta el poema “Quedó cautiva la pelota” de la página 79.
- Y la última semana, a partir del lunes 24 de julio, leeremos desde el poema “Recuerdo nuestros balones perdidos” (p. 81) hasta el final del poemario.
Espero que os resulte una lectura agradable para este tiempo estival. Como vais a poder comprobar el autor trabaja con unos materiales, por decirlo de algún modo, sencillos. Aprovecha pequeños acontecimientos personales para proyectar unas conclusiones inteligentes y a veces cargadas de sorpresas. Morábito no hace referencia a otros autores, otras épocas, como ha ocurrido en los dos últimos libros que hemos leído de Cavafis y Aurora Luque, por lo que su lectura funciona “de tirón”. Sin embargo, a mi juicio, no es una lectura banal, sino que por el contrario lleva directamente a una trascendencia del hecho en sí, a una reflexión.
Como vais a poder comprobar, muchos de los poemas están ligados entre sí temáticamente. En la lectura de esta semana, por ejemplo, encontramos que los cuatro primeros poemas “Escribo prosa mientras junto”, “No sé si volveré a escribir”, “¿Qué importa más: un diente o un poema?” y “Un verso es todo lo que espero” giran a propósito de la creación poética en sí misma; un tema que discurre latente a lo largo de todo el libro.
Asimismo, los tres primeros poemas del apartado II del libro tratan sobre los árboles, precisamente es en uno de ellos (página 21) donde se encuentra el verso que da título al poemario.
En los dos siguientes poemas “No ayudamos a mi madre a mudarse” (p. 25) y “Una caja de madera era un autobús” (p. 26) también comprobamos que se centran sobre dos episodios a propósito de su madre. Me gusta mucho en este último poema la observación final en la que dice que Quisiera escribir un libro de puras primeras páginas, absoluto y que resume el afán de concreción que rige en todos sus poemas. Esto nos lleva a otra característica del autor: además de sencillez en los temas también se advierte una gran sencillez estilística. Esta se encuentra, para empezar, en el hecho de que ningún poema tenga título, como si fuera un gesto de modestia respecto a las propias conclusiones que puedan derivarse de él. Además, no hace uso de recursos poéticos clásicos, todo lo más los encabalgamientos, esos pequeños saltos de un verso al otro, que interrumpen un discurrir argumental muy parecido a la narrativa de la prosa.
Tengo en casa un libro de breves ensayos del autor titulado El idioma materno, publicado por la editorial Sexto Piso (Madrid, 2014), del que os iré poniendo algunas referencias a lo largo del mes, pues en él a veces desarrolla alguno de los temas que se plantean en el poemario que estamos leyendo, como es el caso del poema de la página 16 “Las casas rodantes me iniciaron”. Como vais a comprobar en este poema, el autor hace una declaración de intenciones respecto a su poética: trabajar una concreción en la que menos palabras den el máximo de significado. Pues bien, en el capítulo de El idioma materno que titula “Samsonite” el autor comenta que en las entrevistas a propósito de sus primeros libros de poemas los periodistas cuando le preguntaban cuáles eran sus influencias literarias querían oír nombres de autores consagrados, pero él, ante la perplejidad de los entrevistadores, hablaba de sus elucubraciones infantiles respecto a las casas rodantes. Y concluye diciendo: siempre he escrito poesía como quien comprime lo esencial de sus pertenencias en una valija de poco peso, porque se marcha a un lugar que no conoce y no quiere cargar con un bulto voluminoso, y me temo que esta vez tampoco se me tomaría en serio si afirmara que mi mayor influencia literaria no es tal o cual poeta insigne, sino la línea de maletas Samsonite.
Espero que estas breves notas os ayuden a entrar en el libro como quien se zambulle en una piscina suave y refrescante. Evocadora y llena de inspiraciones, como lo es toda buena poesía.
Aquí os dejo por hoy, en la buena compañía del “cielo” de Fabio Morábito.
Un abrazo en poesía,
Estrella Ortiz