22 segundos; hasta 22 segundos: En tránsito
Nueve ediciones han pasado desde que la primera edición de 22 segundos en gallego llegara al castellano (Loguez Ediciones, 2019). Desde entonces, este proyecto de literatura escrito por Eva Mejuto y que refleja la realidad de muchos jóvenes trans que crecieron sin referentes y que compartieron sus experiencias. Empezó a gestarse en un momento en el que la realidad trans era una anomalía, reflejada con apreciación o desprecio por políticos y medios de comunicación.
Este proyecto comenzó primero como un álbum ilustrado, hasta poco a poco perfilarse como una historia, que no es sino otra de las muchas historias cotidianas de una realidad cuyos reflejos están todavía por pulir y matizar. Enfocada en un primer momento al público infantil, fue desarrollándose hasta dirigirse a la adolescencia, una de las etapas de la vida donde suceden más cambios y que se vive con más intensidad, en especial para aquellas personas que no encajan en los moldes sociales preestablecidos o con experiencias de vida diversas.
El interés de la autora por conocer una identidad llena de prejuicios y falta de afectos la llevó primero a través del documental El sexo sentido, para más tarde acercarse a través de los testimonios en los canales FTM (female to male) hasta finalmente, acercarse a su realidad natal, gallega, a través del colectivo de jóvenes trans ARELAS. Un intento cercano y personal de reconocer los prismas de una lucha que ahora está, agradecidamente, más presente en la sociedad, pese a la presencia equitativa de la ultraderecha en la sociedad.
Una defensa del libro y lectura como forma de conocimiento, pero también de herramienta de representación de nuevas realidades del mundo, que, en el caso del libro, se ha manifestado más allá del propio objeto, en lugares como el recital “Transformando el mundo”, las presentaciones en diversas bibliotecas del Estado o la selección como finalista en el Premio Mandarache de Cartagena.
El libro ha logrado llegar a las aulas, en una lectura que ella recomienda en ese espacio de forma voluntaria, como forma de acceder a una realidad desconocida, pero, también, para encontrar partes de uno mismo dentro de él.
22 segundos es, en definitiva, una defensa de los afectos como una herramienta fundamental para acceder a reflexiones que cambian los engranajes de pensamiento de las personas. Así, la literatura, como una forma de comunicación que refleja por encima de los datos del periodismo las historias humanas, y que debe unirse a él para comunicar las historias que importan, que no son otras que las que están a nuestro alrededor.
A pesar de su forma tradicional de presentar la temática —sobre todo en comparación con las historias que se están publicando en el extranjero— 22 segundos se transforma en una novela arriesgada, sobre todo si tenemos en cuenta la ausencia de libros en colecciones prescriptivas que visibilicen y traten de forma cercana una cuestión identitaria de tanto calado como esta.
Esta semana finalizamos la lectura compartida con los cinco últimos capítulos:
- 18 segundos: No es para tanto
- 19 segundos: El beso
- 20 segundos: Adrian FTM
- 21 segundos: Despedidas
- 22 segundos: En tránsito
Sigue manteniendo su amistad con Ana a pesar de ir a institutos diferentes y comienza a ir a una psicóloga que le comprende, después de una mala experiencia con el primer psicólogo, que le quería hacer cubrir un test de quinientas preguntas basado en estereotipos machistas.
Este test existe y se utiliza, según cuenta la autora del libro, y se llama “Test de la vida real” lo que evidencia las carencias de conocimiento de la realidad trans incluso entre algunos profesionales de la psicología.
En “21 segundos” muere Ramón, el abuelo, después de decirle que nunca tenga miedo de ser quién es y que, a pesar de que le da pena no poder acompañarlo más, sabe que todo irá muy bien.
Es uno de los capítulos más emotivos de la novela, y en él su abuelo, una figura clave en su vida, resume y explicita el mensaje que le había transmitido hasta entonces. Ya desde su enfermedad, el joven estaba más unido a Adela.
Como cuenta Eva Mejuto, cuando empezó a escribir “22 segundos”, no había ningún libro en la narrativa infantil y juvenil gallega que tratara la temática trans. Al preguntar por qué no se había tratado el tema, la editorial contestó que el colectivo trans no suponía un porcentaje de la población tan grande como para que interesara. Ante esto, Eva argumenta: “¿Y qué porcentaje de vampiros o magos hay en la sociedad?”.
“Los libros nos sirven para conocer el mundo, a nosotros mismos, para tener recursos para interpretar lo que nos rodea ¿Cómo es posible que haya realidades que no aparecen?”. Se pregunta la escritora, que añade además que la publicación del libro, que coincidió con las noticias sobre el autobús de “Hazte Oír”, fue una apuesta valiente por parte de la editorial.
“22 segundos” trata temas como la soledad, el abandono, la muerte y, sobre todo, la identidad y la mirada ajena, y a pesar de la dureza y complejidad de esto, es un libro accesible, con una mirada amable desde la portada, que muestra una foto del torso de Marcos Ceive, con la cicatriz de la mastectomía tapada por una línea roja. “22 Segundos” es una historia de descubrimiento, pero, sobre todo, es la historia de una sonrisa.
Felices lecturas
Alejandro