1ª parte. Hasta la conversación con Jamie Sullivan
Libro que estamos comentando:
Años de sequía
Uno de los principales atractivos de esta novela es el exotismo asociado a la ubicación del pueblo de Kiewarra, un lugar imaginario situado en las antípodas, que parece concentrar las peores maldiciones que le puede ocurrir a una localidad australiana.
La capacidad de aguante de sus habitantes se encuentra el límite tras dos años de una sequía tan implacable que está acabando con las esperanzas de los que sobreviven de sus principales negocios, la agricultura y la ganadería.
Si a esto se le añade que acaba de producirse en su término el asesinato de tres miembros de una familia, algo que, como muy acertadamente comenta un personaje, solo ocurre una vez en la vida, Kiewarra va a ser lo más parecido al infierno para cualquiera que se deje caer por ese lugar tan alejado de cualquier ruta concurrida del interior de Australia.
Jane Harper comienza AÑOS DE SEQUÍA con un prólogo que es toda una declaración de intenciones. Describe de forma cruda a las moscardas sobrevolando los cadáveres de Luke Hadler, su esposa Karen y su hijo Billy, mientras que el calor asfixiante y la sequía obliga a los granjeros a sacrificar sus reses muertas de sed, dejándolas como un banquete cruel a merced de las moscas.
A este escenario tan inhóspito vuelve el detective fiscal Aaron Falk, requerido por un misterioso mensaje del padre de Luke. Lo hace justo para presenciar el entierro de la familia del que fue el mejor amigo de su infancia .
Falk hace muchos años que tuvo que abandonar el pueblo con su padre, abrumados por la presión del vecindario que les hacía responsables de la muerte de una joven amiga de Aaron, aunque nunca fueron oficialmente acusados de este crimen. La vuelta de Aaron Falk a Kiewarra, un pueblo donde apenas queda nadie que no esté fuera de quicio, volvió a despertar los demonios que habían estado ocultos en una comunidad rural durante años. Parece que la localidad vive encerrada en sí misma, exigiendo venganza por los hechos que pasaron hace tiempo.
Oficialmente el asesinato de la familia Hadler se produjo a manos del padre de familia, Luke, que asesinó a su hijo y su esposa, y a continuación se suicidó de un disparo de escopeta en el cajón trasero de su furgoneta.
Parece que la policía dio por buena esta versión sin ser demasiado exigente en comprobar todas las evidencias, pero los padres de Luke no creen en la culpabilidad de su hijo, y ese es el motivo por el que piden Aaron Falk antiguo amigo de Luke que demuestre su inocencia.
La presencia de Falk en el pueblo abre un nuevo motivo de discordia entre los que exigen su salida inmediata, generalmente los antiguos vecinos del pueblo, y los que no son participes de recordarle viejas acusaciones, personalizados estos en los habitantes más nuevos de Kiewarra, el sargento de policía, el director del colegio, etc. Es una especie de lucha entre el campo, menos civilizado, conservador y tradicional, y los que vienen de la ciudad, educados, razonables y respetuosos con la ley.
Aaron decide permanecer unos días en el pueblo convencido por el sargento de policía Raco de que algunos detalles del crimen de los Hadler no concuerdan con la versión oficial. Sin embargo su estancia no va ser todo lo tranquila que hubiera deseado. “Su carnet de policía no le va a proteger de la oscuridad de algunos de habitantes de Kiewarra. Pero en un sitio como este, en medio del campo, cuándo llega la noche y hay unos cuantos borrachos buscando jaleo, las placas no importan como deberían.”
De forma inesperada, pero inevitable, la autora desarrolla la trama de las dos muertes en las que estuvo involucrado el protagonista, la de Ellie Deacon en el pasado y las de los Hadler en el presente. Entre ambas se van perfilando los secretos con acusaciones, venganzas, amoríos, traiciones, y todo lo que las personas ocultan y han escondido desde hace años.