Odisea, cantos XIX-XXII
Hola a todos y todas, aquí llegan las recomendaciones de lectura de esta semana que, por una vez, será de cuatro cantos en vez de tres (lo vais a agradecer, ya veréis, porque si no os habríais quedado con la lectura en un punto de tensión... ¡ay!, casi insoportable). Así que vayamos a ello.
Primero deciros que toda esta argucia de entrar poco a poco en la casa me parece cada vez más interesante y tiene además un paralelismo (que cuanto más lo pienso más claro lo veo) con la caída de Troya: el viejo Ulises es el propio caballo de Troya, pero esta vez no es un regalo, no es una ofrenda de vencidos, esta vez es un viejo mendigo que entra y puede moverse por la casa y saber con quién podrá contar y con quién no a la hora de hacer justicia. Sin prisa pero sin dejar de observar todo y de ir organizando su plan.
También es interesante que Ulises, en principio, sólo tenía previsto mostrarse a muy pocas personas, y todas ellas hombres (para ayudarle en su venganza: ser una pequeña fuerza de ataque suficiente para enfrentarse a ciento y pico fieros galanes). Primero a Telémaco, quien era un niño cuando él se marchó y no sabía cómo era, pero también un aliado imprescindible para poder articular todo su plan; luego se muestra al porquero (Eumeo) y al boyero (Filetio), quienes le han conocido y añoran su vuelta, y fundamentales para que junto a Telémaco conformen esa pequeña fuerza de ataque de la que os he hablado. A ellos prácticamente se ha mostrado casi antes de la matanza, pero lo ha hecho, como bien sabemos Ulises, para poder calibrar con certeza sus voluntades.
Y sí, me diréis que entre Telémaco y los pastores hubo otra persona que reconoció a Ulises, el ama Euriclea, pero ojo, no se muestra él, sino que ella lo descubre por la marca en su pierna. Luego resultará muy útil para Odiseo que ella supiera lo que iba a pasar pues resultó imprescindible para saber quiénes de su propia casa le traicionaron cuando él estuvo fuera.
En el canto XIX Ulises (en forma de mendigo) y Penélope conversan: observad cómo él también trata de asegurarse de que su esposa le espera, añora su vuelta. Pensemos que lleva fuera veinte años: diez guerreando y diez en su viaje de vuelta, con muchas aventuras y peligros pero también con unos cuantos buenos ratos, eh, recordemos a Circe y a Calipso, por ejemplo, aunque el narrador se ha encargado de decirnos una y otra vez que ha sido forzado a ello, pero vamos, imaginemos si hubiera sido al revés, si Penélope hubiera sido forzada por los dioses a convivir unos cuantos años con un par de pretendientes en gozoso ayuntamiento. En fin.
Creo que Penélope es, más allá de ser su esposa, el hogar, la verdadera patria a la que vuelve Ulises. Fijaos cómo ha ido acercándose Ulises a su casa: a Telémaco le hizo saber que era él estando lejos, en las porquerizas; a los pastores en las puertas de casa; (al ama no se lo hizo saber, que lo descubrió ella y él casi la ahoga para que no dijera nada); ¿dónde pensáis que Penélope reconocerá a Ulises?, o más bien: ¿qué elemento cotidiano será clave para que Ulises sea reconocido por Penélope? Casi podría decirse que nada hay más íntimo (pero esto lo veremos la próxima semana).
Es en este canto donde Ulises es reconocido por la criada Euriclea gracias a una conveniente cicatriz: las cicatrices son las señales que la vida va escribiendo sobre nuestro cuerpo (y uno se puede imaginar que en el cuerpo de Ulises debe haber escritos varios volúmenes de cicatrices con esa vida tan agitada que ha tenido). Esta cicatriz es además una señal de su valor (ya desde bien joven). Que Euriclea sea la única persona que reconoce a Ulises (a pesar del disfraz divino que lo oculta) resulta también muy interesante, eh: somos la vida que hemos vivido y las personas con la que la hemos compartido, Euriclea está muy cerca de Ulises, ha formado parte de muchos momentos de su vida y es fácil que lo conozca antes que Penélope. Sólo ella y el fiel Argos han reconocido a Ulises, ¿qué os sugiere esto? Venga, que da para darle un par de vueltas.
En el canto XX, además de la aparición de Filetio, asistimos en primera persona al derroche que supone cada comilona de los pretendientes, ¡por favor, no perdáis detalle de la cantidad de animales que se sacrifican y se comen cada día!, no hay economía que pueda soportar eso; vemos además (una vez más) a muchos de ellos faltar el respeto al mendigo Ulises y al propio Telémaco; y en este canto también se nos recuerda a los más notables de los pretendientes y vemos qué manera infame de actuar tienen y qué desprecio muestran.
Creo que en este canto es imposible no tomar partido por Ulises, no encenderse de ira y, sobre todo, es imposible no clamar porque ocurra algo de una vez para que esto cambie. Y va a ser en el siguiente canto, el canto XXI, donde empieza el cambio. Pues en ese canto donde Penélope accede finalmente a casarse con aquel de los pretendientes que sea capaz de tensar el arco de Ulises y disparar una flecha que pase entre doce hachas sin tirar ninguna. La prueba puede resultar sencilla pero no lo es, no hay quien sea capaz de tensar ese maldito arco... salvo Ulises. Y es ese momento en el que comienza la matanza de los pretendientes. Por eso no he querido dejaros a medias y os pido que leáis también el canto XII.
El canto XXII es una lectura difícil de olvidar por las imágenes que su lectura van a elaborar en nuestra cabeza. Recordad que son casi doscientos pretendientes y que un grupo de cuatro hombres se va a enfrentar contra ellos. No quiero destriparos (nunca mejor dicho) los detalles de este canto, os pido que lo leáis y que lo comentéis aquí. Fijaos en quiénes se salvan (y por qué), fijaos en las descripciones, fijaos en que se nombran a los pretendientes más notables (según van siendo abatidos), fijaos en la verosimilitud de algunos pasajes (Telémaco yendo a por armas...), fijaos en el castigo que reciben los traidores de la casa (contado con todo detalle, descarnado: Melantio y las criadas, caray)... en fin, leed y comentad aquí los detalles que más os hayan llamado la atención. En verdad es un canto inolvidable.
La próxima semana terminamos el libro. Si andáis algo rezagados apurad la lectura estos días para terminar todos juntos.
Feliz semana de lecturas.
Pep Bruno
El reto. Hay un mito (uno de mis favoritos) que, creo, es de los pocos que acaba bien. Habla de una pareja (muy pobre) que envejecen juntos y acaban por morir al mismo tiempo, felices. En el mito hay también un ganso. Y un roble. Y un tilo. ¿Sabéis qué mito es y quiénes son sus protagonistas?