3ª parte. Hasta el capítulo 45.
Libro que estamos comentando:
Hija de las cenizas
Hemos comentado en otras ocasiones sobre el estado de salud física y mental de Teresa Battaglia. ¿Estamos ante la decadencia de la comisaria? ¿En otras novelas ya tenía una mala salud de hierro o estamos asistiendo al final de la saga de esta peculiar policía?
Hace veintisiete años ocurrían los hechos que fueron el origen de la que, posiblemente, sea la última investigación en la que participa Teresa, y para la que es requerida su presencia a instancias de Giacomo Mainardi.
En partes anteriores sabíamos de la peculiar forma de trabajar de la policía. Sus virtudes se relacionan con una inteligencia y perspicacia fuera de lo habitual, lo que hace que reciba un trato despectivo de su superior Albert Lona.
Nos hemos preguntado durante la lectura de la novela cuáles son las causas de este desprecio, que parece excesivo para una policía a la que sus compañeros respetan por la eficacia de su trabajo. Alguna que otra pista se desliza en la lectura de los hechos que pasaron hace años. Quiero entender que Teresa no acepto el apoyo o el ofrecimiento de ayuda que Albert le propuso cuando el maltrato que recibía de su marido era más que evidente. De todo ello se supone que es una venganza por no aceptar las solicitudes sexuales de su superior. Todo muy turbio, pero la autora no da demasiadas explicaciones sobre este asunto. Son las reacciones tozudas, caprichosas y abusivas de Albert Lona lo que hace suponer que esta sea la causa; igualmente, esta situación se mantiene cuando han pasado muchos años y ambos estén a punto de jubilarse. Albert Lona es uno de los personajes más despreciables de la novela, aunque la palma se la lleva el propio marido de Teresa, Sebastiano, un psicólogo cruel, celoso y brutal dominador de la vida de su mujer.
Hoy día lo llamamos acoso o bulling, pero parece que Teresa no ha tomado medidas para acabar con esta lacra en su trabajo. Se sigue ofendiendo por el menosprecio de su jefe y por la apropiación que muchas veces este hace de sus conclusiones, haciéndolas pasar por suyas propias.
En esos momentos, y en esta novela en concreto, Teresa recibe los consejos y la ayuda de un personaje muy importante en los estudios de criminología y que se supone que fue profesor de Teresa en el estudio de los perfiles psicológicos de criminales famosos. Se trata de Robert Ressler, un investigador que dio un cambio fundamental a la hora de investigar los crímenes de asesinos en serie. Podéis conocer mas datos sobre su figura en https://www.zendalibros.com/robert-ressler-el-agente-especial-del-fbi-que-revoluciono-el-genero-policiaco/
Mientras la policía empieza a reunir datos y a iniciar las investigaciones, sucede el tercer asesinato, también un hombre mayor y en parecidas circunstancias a los anteriores. Durante las pruebas periciales de este asesinato, aparece salido de la nada y con una presencia que sorprende desde el principio la figura de un enfermero que se preocupa por el rechazo que la contemplación del cadáver causa en Teresa. En Hija de las cenizas abundan los personajes, lo que la existencia de uno como el enfermero no puede ser casual, como comprobaremos a continuación.
Ocurre en esta tercera parte que es cuando las investigaciones de los asesinatos se suceden con más rapidez. Ilaria Tuti no utiliza un recurso muy abundante en los thrillers actuales: las casualidades o las pistas que aparecen caídas del cielo. En este caso, y esto es una de las principles virtudes de la novela, la investigación avanza bajo el resguardo de la lógica y con el estudio de indicios, evidencias y pruebas.
El dato clave en esta novela lo aporta la viuda de la última víctima. La mujer comenta de pasada algo que a la policía no se les había ocurrido comprobar: su marido había sido operado de la cadera y le habían colocado una prótesis en el Hospital General, lo mismo que las dos víctimas anteriores. Con ese detalle tan sencillo, Teresa ya tiene el nexo común entre las víctimas y el lugar en el que todos ellos entraron en contacto con su asesino, la sala de ortopedia del Hospital.
La investigación acelera su ritmo y sigue la secuencia más lógica: la policía acude al hospital y verifica los datos personales de los trabajadores que cumplen con el perfil de un posible asesino. Las sospechas, ya lo habíamos adelantado, recaen en el enfermero Giacomo Mainardi, que hace menos de un mes se había desvinculado del Hospital.
(En el extremo superior derecho se ve la imagen del conejo, comiendo un racimo de uvas, que Elena le comenta a su marido. Este conejo es la representación egipcia de la victoria de Osiris (Jesús???) sobre la muerte)
Ilaria Tuti alterna, como ya habíamos comentado, esta linea temporal, la de los tres asesinatos por parte de Giacomo Mainardi, sucedidos hace casi treinta años, con la que ocurre en el momento actual, cuando Giacomo se ha escapado de la cárcel, ha asesinado a, por ahora, un desconocido y ha utilizado sus huesos de las falanges y dientes para sustituir las teselas en el mosaico paleocristiano de Santa María de Aquilea. En esta segunda línea argumental se incluyen varios capítulos relativos a la presencia de creyentes gnósticos, procedentes de Alejandría, que en alguna fase de realización de los mosaicos de la Basílica, tuvieron que hacer frente a las corrientes más ortodoxas de los primeros momentos del cristianismo.
Para intentar resumir esta segunda etapa en la que Giacomo y Teresa vuelven a encontrarse, lo haremos de forma muy resumida: Massimo está muy preocupado por la salud de su jefa, además de intentar rellenar los huecos y buscar los motivos de la relación entre Giacomo y Teresa, que ambos se empeñan en mantener ocultos y que han mantenido periódicamente en los últimos treinta años. Massimo considera que el preso quiere vengarse o, al menos, hacer daño a la policía, pero enseguida comprendemos que sus encuentros periódicos en la cárcel tienen una vinculación principalmente afectiva.
También hay una ligera subtrama que, si el argumento no gira estrepitosamente, tiene poco interés. Es la personalidad oculta de la joven Blanca, la que busca pruebas junto a su perro en los escenarios en los que ocurren los crímenes. Blanca, o Alice Zago, oculta, no sé muy bien por qué, su nombre e intenciones a Teresa, pero no deja de ser todo esto algo accesorio y de poco interés con la figura de Giacomo Mainardi, el verdadero protagonista, junto a Teresa, de Hija de las cenizas.