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2ª parte. Hasta el capítulo 9.

Libro que estamos comentando: 
El hombre en el castillo
"A las novelas les pedimos que estén bien escritas, que reflejen lo que somos y que sean rompedoras, es decir, que nos conduzcan con sus tramas a escenas y sensaciones a las que por otros caminos no habríamos podido llegar." (Panenka, nº 136). Este es el comienzo de una reseña aparecida en el último número de la revista Panenka y que me ha parecido absolutamente pertinente y ajustada a la apreciación que los lectores de hoy pueden tener de "El hombre en el castillo".
 
Bien escrita, es evidente que lo está. Que reflejen lo que somos, todavía es pronto para saberlo, porque estamos aún esperando conocer qué hay detrás de la historia de un mundo en el que la última guerra mundial la ganó el bando que finalmente la perdió. Y sí que nos parece que tiene muchos ingredientes rompedores, de hecho "El hombre en el castillo" sirve de ejemplo de novela distópica para todas las antologías de ese género.
 

Esta segunda parte de la novela podríamos decir que es la parte de las revelaciones. La primera sorpresa sucede al leer la existencia de un gobierno japonés en la costa del Pacífico de los Estados Unidos; le sigue la explicación de los hechos que han llevado a esta situación. Y las aclaraciones surgen con la lectura y los comentarios de un libro prohibido en la zona de influencia del gobierno nazi y permitido en la zona japonesa. 
"La langosta se ha posado" es el libro que todos en esta novela conocen y leen a escondidas, en los baños, en su casa, trasmitido y recomendado boca a boca .... A todos parece interesar sobremanera y en todas las ocasiones sirve de pretexto para cuestionar la situación actual que se vive en Estados Unidos.
 
La pregunta crucial, la que hace, por ejemplo, Juliana a Joe en su habitación, justo después de su primera noche juntos, es imaginar cómo sería el mundo si los aliados hubiesen ganado la guerra. Ella lo tiene claro: "Si el Eje hubiera perdido la guerra, podríamos decir y escribir cualquier cosa, como antes. Éramos un país unido y teníamos un sistema legal, justo, igual para todos." Juliana representa el espíritu libre, prototípico del ciudadano americano, que se rebela contra las desigualdades y contra quienes supriman los ideales democráticos y los principios que alumbraron los primeros padres de la nación. Juliana abandona a su marido (no sabemos muy bien por qué) y se traslada a vivir anónimamente en el Estado de las Montañas Rocosas, sobreviviendo (¡qué ironía!) impartiendo clases de judo.
 
Los protagonistas principales de esta parte son personajes ya conocidos, a los que seguimos sus recorridos vitales y leemos sus líneas argumentales sin que sus peripecias, por ahora, se crucen.
 
Frank Frink, alias Pececito Dorado (???), un judío que disimula su origen, acaba de ser despedido de su trabajo en la factoría Wyndam-Matson, en la que desempeñaba una importante labor falsificando las antigüedades americanas que serán vendidas a los turistas japoneses. Quiere aprovechar sus habilidades manuales para iniciar una aventura empresarial con su amigo Ed McCarthy, abriendo la tienda Joyas tradicionales de EdfrankJuliana, la exmujer de Frank, vive a más de 2000 kilómetros de San Francisco, En Canon City (Colorado) y allí entabla una relación con un camionero italiano que le fascina y, a la vez, le causa temor. 
 
El anticuario Robert Childan sufre la cara y la cruz de su negocio. Un cliente le advierte de que algunos de los objetos que muestra en su tienda son falsificaciones, aunque excelentes. Por otra parte, tiene la oportunidad de visitar a una pareja japonesa de posibles clientes, Paul y Betty Kasoura. Childan se muestra fascinado por la elegancia de la pareja y pugna por mostrar su mejor imagen durante la cena, aunque le toque ocultar sus verdaderas opiniones por no llevar la contraria a sus anfitriones. O tal vez sea que asume los valores de los ocupantes sin que se cuestione la mayoría de las contradicciones
 
El señor Nobusuke Tagomi, encargado de la Misión Comercial japonesa recibe la visita de un supuesto caballero sueco, aunque en realidad tiene el convencimiento de que es alemán. La llegada del señor Baynes está tan rodeada de misterio y de secretismo que es difícil adivinar cuál es el objetivo de esa visita y del encuentro que mantendrán ambos con un anciano señor Yatabe.
 
En la mayoría de las situaciones en las que se verán involucrados estos personajes se acabará haciendo referencia, o incluso leyendo en voz alta, el libro del que todos hablan, La langosta se ha posado, de Hawthorne Abendsen. La inclinación que muestran por el libro la atribuyo al inconformismo por el mundo en el que viven y por la añoranza de lo que eran los Estados Unidos antes de la Guerra.