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4ª parte. Hasta el final.

Libro que estamos comentando: 
Un lugar desconocido
El asesinato violento de Konosuke Kubo causa conmoción en la prensa de Tokio, que titula en sus páginas de sucesos: EL CRIMEN DE LA CORDILLERA YATSUGATAKE o EL CASO DE ASESINATO DEL ALTIPLANO DE FUJIMI. A través de los periódicos Tsuneo Asai intenta calibrar si la policía conoce los suficientes detalles para involucrarle como culpable de ese crimen. Había asesinado a Kubo, eso era irrebatible, pero Asai no era consciente de ser un asesino. Había sido un acto completamente impulsivo, fruto de las ganas de reparar el daño que este le había hecho, no de la venganza. Por eso no quería que la justicia le exigiera la responsabilidad por unos hechos que no deberían haber sucedido si Kubo le hubiese implorado perdón.
 
Su principal preocupación dependía de unos pocos detalles: un frasquito de aceite para el pelo, que había rellenado de ácido sulfúrico, y las dos personas que lo habían recogido en su coche la noche del crimen y lo habían acercado a la estación del tren. ¡Qué ironía del destino que esas dos personas viniesen de una asamblea de la cooperativa agrícola de la zona donde se había discutido la crisis por la política de reducción de tierras de cultivo! 
 
Seguimos sin entender muy bien, como se narra en la novela, la situación complicada por la que está pasando la agricultura y la ganadería japonesa en esos años. Los lectores japoneses comprenderán y valorarán mejor que nosotros los detalles del trabajo de Tsuneo Asai en el Ministerio de Agricultura y Silvicultura y su papel como experto en la industria de los alimentos procesados, como la carne procedente del cerdo, según me ha parecido entender.
 
Los primeros detalles de las noticias del periódico son esperanzadoras. La prensa no hablaba de las dos personas que habían recogido a un viajero en las inmediaciones del lugares de crimen. Tal vez ellos no lo habían relacionado.
 
¿Y la agencia de detectives? ¿Cómo reaccionarían si relacionasen a la persona que ellos habían investigado con la persona asesinada en el pueblo de Fujimi? Asai había protegido su privacidad ocultando su nombre y no manifestando el motivo por el que encargaba esos informes. Tal vez con eso fuese suficiente para no levantar sospechas.
 
¿Y Chiyo Takahashi? Ella sabía el secreto que entre Konosuke Kubo y ella habían ocultado a la policía. Si hablaba, se implicaba ella misma como cómplice en la muerte de Eiko Asai, y eso no la convenía ahora que disfrutaba de la propiedad de un boyante Hotel Chiyo.
 
Asai, después de analizar su situación, se siente seguro porque no cree que haya nada que lo implique. Lo irónico es que los periódicos impliquen a un grupo de hippies "nihilistas" que tenían una comuna en los alrededores del monte Amigasa
 
El 9 de agosto de 1969, muy poco antes de la fecha de publicación de UN LUGAR DESCONOCIDO, se produjo en el lujoso barrio de Bel Air (Hollywood) el asesinato de la actriz Sharon Tate y otras cinco personas a manos de la secta hippie de Charles Manson. Los lectores de la época fácilmente podrían entender la relación entre este crimen sin sentido con la muerte de Kubo, a la que tampoco encuentran justificación por su brutalidad.
 
¿Tiene remordimientos Asai? "De vez en cuando, de repente, tomaba conciencia de que era un asesino y el sudor empapaba su cuerpo entero. No porque tuviera remordimientos, sino porque lo aterrorizaban las consecuencias de ser descubierto"
Día a día, los detalles del crimen se repiten en los periódicos hasta que por primera vez se citan detalles que ponen a Asai en alerta: la prensa menciona a los dos conductores, Akihasu Kido y Jiro Haruta. De su declaración se dedujo que el misterioso personaje al que recogieron en la carretera, y que podía tener relación con el asesinato, se dirigía a Tokio.
 
La policía considera el asesinato del señor Kubo como un crimen pasional, por lo que las investigaciones se centran en sus relaciones, conocidos y amistades. Asai es consciente de que todo pasa porque los dos pasajeros del coche no relacionen a la persona que recogieron por la noche con él ni con su trabajo.
La voz de alarma surge cuando le proponen acudir a ofrecer unas conferencias a Nagano, cerca del sendero del sanatorio donde sucedió el crimen.
 
La presión va en aumento. Los dos conductores seguramente acudirían por su condición de cooperativistas, a cualquier acto que tuviese relación con las cooperativas agrícolas y los problemas que acosan a estas organizaciones. Los esfuerzos de Asai por no acudir pueden parecer cómicos si no fuese que de ellos dependía que Asai fuese o no reconocido.
 
No va a ser tan fácil escaparse de los deseos de sus superiores para que participe en los actos programados en Negano, y su negativa, cada vez más débilmente argumentada, añadía más razones para que fuese invitado a participar en conferencias y encuentros con agricultores.
 
Con alivio para sus fatigados nervios, va comprobando cómo la noticia, al cabo de un tiempo, ya ha desaparecido de los periódico. ¿Se habrán olvidado por la falta de pistas que sirvan para identificar al asesino?
 
Por un giro inesperado y afortunado del destino, se libra por los pelos de encontrarse con los dos pasajeros del coche que lo recogió la fatídica noche. Consigue que sean invitados a participar en un viaje por el sudeste asiático para miembros de la junta de cooperativas agrícolas, mientras él puede, por fin, acudir a esas famosas conferencias que le habían convertido en un funcionario popular. Pero no contaba con la proverbial cortesía japonesa,  que impulsa a Kido y Aruta  a buscar y agradecer al responsable del generoso viaje en el que habían participado, a todas luces muy por encima del escalafón que ellos representan en el organigrama de las cooperativas locales. Incluso llevaban un pequeño regalo, comprado en Hong Kong, que querían entregar en persona a su inesperado benefactor. 
 
El final es sorprendente y muy ingenioso. Tsuneo Asai huye espantado cuando los ve aparecer en las oficinas del Ministerio. Al principio ninguno de los dos le reconoce, pero es su silueta, recortada por los faros de un coche, lo que les recuerdan al hombre de espaldas que recogieron en la carretera cuando volvían de la asamblea de la cooperativa, a la altura de la cordillera Yatsugatake.